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sábado, 11 de julio de 2020

Ascenso (35)

Tras media hora de tratamiento de Orot, Thabba informó que la flota de los Mares no había llegado aún, pero sí que se sabía que había comenzado a navegar por los pantanos. Tardarían tres o cuatro días en llegar, pues había sido avistada en uno de los canales que unían los pantanos con el gran río del norte. Pero los canales tenían poca zona navegable, por lo que los barcos deberían navegar en fila. Por lo que sabía, la flota fondearía en el lado contrario, en una cala amplia, donde podrían juntar los barcos. Pero un par de naves irían a su puerto, para que los guerreros se unieran a su guarnición. Desconocía cuáles serían las órdenes que Whaon daría después. También informó sobre las señales que debía realizar en caso de que avistasen al ejército enemigo, aunque Ofthar se burló de lo poco que les había servido, o si les atacaban. Habló de muchos temas más, pero ya no eran tanto del interés de Ofthar, a excepción de que reconoció a Velery entre unos de los hombres que habían cruzado el río con Whaon.

Ofthar debatió en su interior si era necesario llamar a un médico para tratar las heridas de Thabba. Orot le había roto las piernas por varios lugares, se podían ver los huesos sobresaliendo de la carne en uno de los muslos. El therk había comenzado a hablar cuando Orot pasó a usar su brazo derecho.

-   Para no querer hablar conmigo lo has hecho bien -murmuró Ofthar, tomando una espada que había sobre un estante. La desenvainó y se la puso sobre la tripa. Tomó su mano izquierda y la posó sobre el pomo-. Por lo menos mereces ir con Ordhin, Thabba.

-   Gracias, mi señor -dijo Thabba entre lágrimas de dolor y temor.

Le hizo un gesto a Orot que soltó la pata de madera, ensangrentada. Sacó su arma, la acercó al cuello de Thabba y se lo cortó. La sangre comenzó a fluir, manchando las sábanas que tenía debajo. En un acto inconsciente, Thabba agarró el pomo con fuerza y puso los ojos en blanco, tras lo que se quedó quieto.

Ofthar salió de allí y bajó al primer piso, donde se encontró a Mhista, Maynn, Rhennast y Elthyn. Los miró y les informó de lo que le había dicho Thabba. Ninguno preguntó que había sido del therk, pues sabían bien que su señor no era compasivo con los que no lo merecían o fallaban en sus cometidos más básicos. Elthyn aprendió una dura lección sobre lo que le podía esperar si fallaba en su labor como representante de Ofthar en Isma. Cuando bajó Orot, cargaba con un objeto pesado y voluminoso, enrollado en una sábana ensangrentada.

-   Habrá que acondicionar la fortaleza y la aldea -indicó Ofthar-. Por ahora sacaremos los cuerpos y los enterraremos. No podemos hacer piras, pues llamaremos la atención de Whaon. Tampoco hay que quitar las banderas del señorío de los Pantanos, de la torre y las puertas. Encargaos de todo. Y una cosa más, no pongáis a muchos guerreros en las empalizadas, pues si ven más de los que Thabba asignaba, se pueden mosquear. Elthyn, manda un correo a Rhime, indicando lo que queda para lo que llegue la flota. Le esperamos para la fiesta.

-   Sí, señor -respondieron todos.

Ofthar salió de la torre y se dirigió hacia la empalizada que daba al río. La bruma se iba deshaciendo, pero aún había jirones que impedían ver la isla del otro lado bien. Le pareció ver un grupo de jinetes que se acercaron al puente, pero se volvieron pronto, al ver que todo estaba en orden. La mirada de Ofthar se centró en el puente que cruzaba el canal pantanoso. Era un vestigio de los tiempos antiguos. Tenía diez arcos de piedra, muy bien construido y por ello seguía en pie. Pero el uso y la falta de mantenimiento habían hecho que la plataforma superior se hubiera desmoronado en algunos puntos. Por ello, se había reemplazado por una estructura de madera. La plataforma del último arco, el que unía al puente con la ribera de los Prados había sido destruida a propósito, para que la sustituyese el puente levadizo y de esa forma controlar quién entraba o salía del señorío. La idea había sido buena, aunque podría ser que lo hubieran hecho en tiempos de los señores de la cascada, para crear una zona de peaje.

El puente era lo más importante en el plan que estaba comenzando a nacer en su cabeza y de esa forma ganar la maldita guerra. Pero para ello necesitaba que Rhime llegase lo antes posible con el resto del ejército. Necesitaría a más hombres allí, aunque sin duda requería a arqueros del thyr, para que su plan fuera muy eficaz. Si eliminaba o hacía huir a la flota de los Mares se libraría de las pretensiones de ese señor por mucho tiempo. Tenía mucho que preparar y poco tiempo para ello.

Allí parado, mientras a su espalda todo era movimiento, decidió que era un buen lugar para hacer una plegaria a Ordhin, para que le sonriera un poco más y le permitiera defender los señoríos que le pertenecían o que le habían elegido para ello. Esperaba que esta fuera su última batalla, para poder disfrutar de una vida plena y llevar el esplendor a sus súbditos.

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