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martes, 7 de julio de 2020

El dilema (32)

Tras dar un sorbo a la cerveza, Alvho miró a Tharka, que se limpiaba con la manga de su jubón sus labios tras beber un buen trago de cerveza para pasar las últimas cucharadas del potaje que les había servido Selvho. Era hora de hablar.

-   Bueno, hemos desayunado, ¿qué te trae aquí hoy?
-   Esta noche vamos a llevar a cabo la reunión de jefes de clanes -anunció Tharka, con una sonrisa bastante desagradable, ligeramente hosca-. Como ya dije ayer, me gustaría que me acompañases. Si eres tan bueno como pareces, me serás útil.
-   ¿Serte útil? -repitió Alvho, haciéndose el tonto-. Yo no soy un escolta o un matón. Seguro que tienes hombres mejores que yo para eso.
-   Claramente que los tengo, pero esperaba más que fuese tu mente la que me ayudase -aseguró Tharka, ufano-. No se me dan mal los planes y tengo buenas ideas. Pero no a todos mis hombres les pasa lo mismo. Pero Ulmay cree que tu cabeza está llena de conocimiento y que me serás útil como asesor en la reunión.
-   ¿Qué es lo que quieres conseguir de esta reunión?
-   Necesito como mínimo una tregua entre los clanes, por lo menos mientras se esté en la expedición -indicó Tharka-. Lo ideal es que quisiesen enviar a parte de sus hombres para la expedición. Claramente ninguno de los líderes, podrá marcharse, pues sin el jefe, los hombres se vuelven perezosos y los rivales atrevidos. Lo he visto en muchas ocasiones. Más de uno podría intentar ampliar su zona de influencia en poco tiempo, si faltase un jefe rival.
-   Y además tu banda estará falta de soldados para defender tu territorio, que es grande -añadió Alvho, que estaba empezando a pensar en lo que buscaba el hombretón-. Sería muy problemático que intentasen algo contra ti. Supongo que habrá que otorgarles algunas prebendas por parte de lo que conseguirían por ayudar a Ulmay, aunque el premio gordo debe ser tuyo, ¿verdad Tharka?
-   Vas pillando lo que busco -asintió Tharka-. Ulmay no se equivocaba en que Ordhin te quería con nosotros.

Alvho observó por unos segundos el rostro radiante del jefe criminal. No había ni un solo rostro de ironía o burla en su cara. Por lo que se creía la afirmación de Ulmay de que el gran dios Ordhin había hablado con Ulmay para hablarle de él. Como podría ser un hombre tan peligroso, con tanto poder por todo el norte y parte del oeste de las barriadas de Thymok y creerse a pies juntillas las mentiras de Ulmay. Sin duda era algo que a Alvho siempre había asombrado. Con respecto a la religión hasta los más poderosos podían ser tan crédulos ante las supuestas conversaciones de un mortal con el gran dios.

-   Háblame más de los líderes de las bandas -pidió Alvho-. Empecemos por tu vecino más cercano, el líder de los Filos Ondulantes.
-   Se llama Fhirnne, y es muy hábil con las dagas, aunque más con su lengua -informó Tharka.
-   ¿Qué jefe se llama Fhirnne? -inquirió Alvho, intrigado por el nombre.
-   Jefa -indicó Tharka-. He tenido mis más y mis menos con ella. Ahora estamos en tregua, pero le encantaría hacerse con mis dominios en el oeste. Ya lo intentó una vez, pero no le salió exactamente como le hubiera gustado. Has de tener cuidado con ella, Alvho, no sabes cual es su estrategia hasta que tienes su daga en la espalda.
-   ¿Lo dices por propia experiencia? -preguntó burlón Alvho, pero Tharka aparte de revolverse en el asiento, no dijo nada más. ¿Qué tal el líder de los Hachas?
-   Se llama Gharke y es de mediana edad, creo que unos cuarenta años -dijo Tharka-. Es muy violento y sanguinario. Se cree que se ha aliado con la líder de los Dagas Silbantes, Vhyen, una joven muy hermosa. Algunos aseguran que son amantes.
-   Así que el sur está unido y podrían ser unos vecinos incómodos -reflexionó Alvho-. ¿Y solo nos faltan los del este?
-   Hertha dirige a los Mandobles y Jhurka a los Espadas curvas. Ambos son un par de viejos intratables que se odían. Ambos están inmersos en una guerra interminable donde ninguno de los bandos parece ganar nada -explicó Tharka-. La mayoría de nosotros no solemos meternos con ellos, pues llevan mucho tiempo entretenidos en sus problemas. Cuando convocamos esta reunión suponíamos que ninguno de los dos aparecería, pero han aceptado venir. Puede que intenten algo o solo buscan atacarse el uno al otro aprovechándose de la situación. No sé lo que puede ocurrir con ellos.

Así que había toda una buena colección de hombres y mujeres poderosos y que tenían demasiadas rencillas entre ellos, pensó Alvho, y Tharka no era una excepción. Su compañero de conspiración no era ni el mejor ni el peor de todos.

-   Vendré a buscarte después de comer, pues debemos ir al lugar de reunión -indicó Tharka.
-   ¿Y ese lugar es? -quiso saber Alvho, que no le gustaba no saber a donde le iban a llevar.
-   No te lo puedo decir, por seguridad -dijo Tharka, serio-. Pero es un lugar neutral. Ninguno de ellos querría romper el pacto con ese lugar. Las consecuencias serían malas para todos nosotros. Puedes estar seguro.

Alvho no estaba ni seguro ni inseguro, pero no le gustaba como se estaban poniendo las cosas, ese secretismo y ese miedo a una encerrona. Él necesitaba saber a que lugar quería llevarlo Tharka para establecer un plan de huida si fuera necesario. Pero si Tharka no podía comunicárselo, poco podría preparar. tendría que confiar en el hombretón y eso era poner su vida en manos de otra persona, algo para lo que Alvho hacía mucho que no estaba preparado.

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