Tras
dar un sorbo a la cerveza, Alvho miró a Tharka, que se limpiaba con
la manga de su jubón sus labios tras beber un buen trago de cerveza
para pasar las últimas cucharadas del potaje que les había servido
Selvho. Era hora de hablar.
- Bueno,
hemos desayunado, ¿qué te trae aquí hoy?
- Esta
noche vamos a llevar a cabo la reunión de jefes de clanes -anunció
Tharka, con una sonrisa bastante desagradable, ligeramente hosca-.
Como ya dije ayer, me gustaría que me acompañases. Si eres tan
bueno como pareces, me serás útil.
- ¿Serte
útil? -repitió Alvho, haciéndose el tonto-. Yo no soy un escolta
o un matón. Seguro que tienes hombres mejores que yo para eso.
- Claramente
que los tengo, pero esperaba más que fuese tu mente la que me
ayudase -aseguró Tharka, ufano-. No se me dan mal los planes y
tengo buenas ideas. Pero no a todos mis hombres les pasa lo mismo.
Pero Ulmay cree que tu cabeza está llena de conocimiento y que me
serás útil como asesor en la reunión.
- ¿Qué
es lo que quieres conseguir de esta reunión?
- Necesito
como mínimo una tregua entre los clanes, por lo menos mientras se
esté en la expedición -indicó Tharka-. Lo ideal es que quisiesen
enviar a parte de sus hombres para la expedición. Claramente
ninguno de los líderes, podrá marcharse, pues sin el jefe, los
hombres se vuelven perezosos y los rivales atrevidos. Lo he visto en
muchas ocasiones. Más de uno podría intentar ampliar su zona de
influencia en poco tiempo, si faltase un jefe rival.
- Y
además tu banda estará falta de soldados para defender tu
territorio, que es grande -añadió Alvho, que estaba empezando a
pensar en lo que buscaba el hombretón-. Sería muy problemático
que intentasen algo contra ti. Supongo que habrá que otorgarles
algunas prebendas por parte de lo que conseguirían por ayudar a
Ulmay, aunque el premio gordo debe ser tuyo, ¿verdad Tharka?
- Vas
pillando lo que busco -asintió Tharka-. Ulmay no se equivocaba en
que Ordhin te quería con nosotros.
Alvho
observó por unos segundos el rostro radiante del jefe criminal. No
había ni un solo rostro de ironía o burla en su cara. Por lo que se
creía la afirmación de Ulmay de que el gran dios Ordhin había
hablado con Ulmay para hablarle de él. Como podría ser un hombre
tan peligroso, con tanto poder por todo el norte y parte del oeste de
las barriadas de Thymok y creerse a pies juntillas las mentiras de
Ulmay. Sin duda era algo que a Alvho siempre había asombrado. Con
respecto a la religión hasta los más poderosos podían ser tan
crédulos ante las supuestas conversaciones de un mortal con el gran
dios.
- Háblame
más de los líderes de las bandas -pidió Alvho-. Empecemos por tu
vecino más cercano, el líder de los Filos Ondulantes.
- Se
llama Fhirnne, y es muy hábil con las dagas, aunque más con su
lengua -informó Tharka.
- ¿Qué
jefe se llama Fhirnne? -inquirió Alvho, intrigado por el nombre.
- Jefa
-indicó Tharka-. He tenido mis más y mis menos con ella. Ahora
estamos en tregua, pero le encantaría hacerse con mis dominios en
el oeste. Ya lo intentó una vez, pero no le salió exactamente como
le hubiera gustado. Has de tener cuidado con ella, Alvho, no sabes
cual es su estrategia hasta que tienes su daga en la espalda.
- ¿Lo
dices por propia experiencia? -preguntó burlón Alvho, pero Tharka
aparte de revolverse en el asiento, no dijo nada más. ¿Qué tal el
líder de los Hachas?
- Se
llama Gharke y es de mediana edad, creo que unos cuarenta años
-dijo Tharka-. Es muy violento y sanguinario. Se cree que se ha
aliado con la líder de los Dagas Silbantes, Vhyen, una joven muy
hermosa. Algunos aseguran que son amantes.
- Así
que el sur está unido y podrían ser unos vecinos incómodos
-reflexionó Alvho-. ¿Y solo nos faltan los del este?
- Hertha
dirige a los Mandobles y Jhurka a los Espadas curvas. Ambos son un
par de viejos intratables que se odían. Ambos están inmersos en
una guerra interminable donde ninguno de los bandos parece ganar
nada -explicó Tharka-. La mayoría de nosotros no solemos meternos
con ellos, pues llevan mucho tiempo entretenidos en sus problemas.
Cuando convocamos esta reunión suponíamos que ninguno de los dos
aparecería, pero han aceptado venir. Puede que intenten algo o solo
buscan atacarse el uno al otro aprovechándose de la situación. No
sé lo que puede ocurrir con ellos.
Así
que había toda una buena colección de hombres y mujeres poderosos y
que tenían demasiadas rencillas entre ellos, pensó Alvho, y Tharka
no era una excepción. Su compañero de conspiración no era ni el
mejor ni el peor de todos.
- Vendré
a buscarte después de comer, pues debemos ir al lugar de reunión
-indicó Tharka.
- ¿Y
ese lugar es? -quiso saber Alvho, que no le gustaba no saber a donde
le iban a llevar.
- No
te lo puedo decir, por seguridad -dijo Tharka, serio-. Pero es un
lugar neutral. Ninguno de ellos querría romper el pacto con ese
lugar. Las consecuencias serían malas para todos nosotros. Puedes
estar seguro.
Alvho
no estaba ni seguro ni inseguro, pero no le gustaba como se estaban
poniendo las cosas, ese secretismo y ese miedo a una encerrona. Él
necesitaba saber a que lugar quería llevarlo Tharka para establecer
un plan de huida si fuera necesario. Pero si Tharka no podía
comunicárselo, poco podría preparar. tendría que confiar en el
hombretón y eso era poner su vida en manos de otra persona, algo
para lo que Alvho hacía mucho que no estaba preparado.
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