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martes, 14 de julio de 2020

El dilema (33)

Una vez que Tharka se marchó, Alvho ayudó primero a Selvho a arreglar la ventana de su habitación o por lo menos a conseguir que no entrase más frío que lo que se filtraba en ella de habitual, o iba a pasar una muy mala siguiente noche. Selvho se quejó varias veces por la destrucción de su pobre patrimonio por lo que Alvho le devolvió las quejas aludiendo a la falta de seguridad y que unos matones pudieran entrar en su posada como si fueran los dueños. Aunque Selvho intentó que eso pasase desapercibido y que todo regresara a la situación de la ventana, ya era tarde para hacerlo y al final se vio pidiendo disculpas a Alvho por una seguridad que había faltado, pero que en la realidad, nunca había existido.

Una vez que habían terminado, Alvho se dirigió hacia la zona donde vivía Selvho y Lhianne, ya que quería ver como se encontraba. Entró en la habitación, tras golpear con sus nudillos en la puerta. Pilló a la mujer en la cama, despierta y con buen color.

-   Me dijo Selvho ayer que te habías retirado a esta habitación porque no te encontrabas bien -dijo como saludo Alvho.
-   ¿Te has preocupado por mi? -preguntó Lhianne con un tono ligero y mucha curiosidad.
-   Eres una amiga, una buena amiga, es natural que siente preocupación -aseguró Alvho, exagerando un poco su preocupación.
-   No sé qué decir -indicó Lhianne, con una ligera sonrisa.
-   No tienes que decir nada -señaló Alvho, que no esperaba que la mujer respondiese como lo había hecho-. Solo estaba algo preocupado. Pero ahora que veo que estás bien, puedo respirar más tranquilo.
-   No estoy segura de lo que pasó ayer -comentó Lhianne-. Había estado trabajando toda el día y cuando escuche la canción, me empecé a poner mal. todo me daba vueltas. Selvho me aseguró que podía irme a descansar. Él solo podía con la taberna. La verdad es que dudo que pudiera con toda ella él solo, pero no quería ofenderle con mis dudas. Selvho es muy bueno conmigo y no quiero que se siente mal. Además la cabeza me molestaba hasta el punto que parecía que me iba a estallar. Una vez que me eché en el catre me quedé dormida, o eso creo, pues no me acuerdo de casi nada.
-   Será que estabas cansada por lo mucho que habías trabajado en los días anteriores -mintió Alvho, que sabía muy bien que droga había usado Ireanna y no le gustaba.
-   Puede ser -asintió Lhianne, como escrutando el rostro de Alvho, pero al no ver lo que buscaba, añadió-. ¿Qué es lo que vas a hacer hoy?
-   Esta tarde debo acompañar a Tharka a un lugar, a una reunión que tiene -contestó Alvho, aunque no tenía intención de explicarle a Lhianne los pormenores de lo que se llevaba entre manos con Tharka. Cuanto menos supiera Lhianne, mejor para ella y para todos.
-   Así que le vas a acompañar a una reunión con las otros clanes de las barriadas -dijo Lhianne, pillando desprevenido a Alvho, que no fue capaz de evitar una mueca de asombro-. ¡Ah! Te he pillado, no creías que fuera capaz de saber lo de la reunión. Alvho, no sé como será en otros lugares, pero aquí todos sabemos cuando se van a llevar a cabo reuniones de los jefes de los clanes. Las barriadas no son la ciudad. Ni son como otro lugar de los señoríos. Los clanes anuncian a bombo y platillo cuando se van a reunir. No tienen miedo a los dirigentes y sus soldados, ya que estos no mandan nada en las barriadas, además los clanes les mantienen con oro y otras riquezas, por lo que miran hacia otro lado.
-   ¿Y no ocurre que ningún político o líder guerrero quiera ascender en el escalafón acabando con un clan? -inquirió Alvho.
-   Los clanes pueden estar en guerra o en una tregua liviana entre ellos, pero si alguien de fuera quiere acabar con su estatus, se unirán todos para defender su forma de vida -explicó Lhianne.

Alvho siguió escuchando la explicación sobre cómo gobernaban los clanes las barriadas, algo que parecía totalmente irreal, pues parecía que no había un mejor sistema que el que tenían implementado. Pero lo que Lhianne no decía era que los clanes hacían un gran favor a los ricos de la ciudad, que era mantener a los ciudadanos de las barriadas alejados del poder y la riqueza que tenían los que moraban en el interior de las defensas. Los líderes de los clanes tenían una ligera cantidad de oro, pero no se podía comparar con la de los del interior.

Al final, se pasaron a hablar de cosas intrascendentes y de esa forma Lhianne pareció mucho más entretenida que comentando lo que ocurría en la ciudad. Cuando Alvho vio un poco de cansancio en sus ojos, decidió que la visita se había terminado y que era hora de dejarla descansar, pues tenía que recuperarse del todo para ayudar a Selvho. Alvho sabía que aún tendría que pasar unos cuantos días más para que la droga fuese purgada de su cuerpo. Maldijo al Ireanna por usar esa droga, que en una cantidad mal medida podría haber sido fatal para Lhianne.

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