Una
vez que Tharka se marchó, Alvho ayudó primero a Selvho a arreglar
la ventana de su habitación o por lo menos a conseguir que no
entrase más frío que lo que se filtraba en ella de habitual, o iba
a pasar una muy mala siguiente noche. Selvho se quejó varias veces
por la destrucción de su pobre patrimonio por lo que Alvho le
devolvió las quejas aludiendo a la falta de seguridad y que unos
matones pudieran entrar en su posada como si fueran los dueños.
Aunque Selvho intentó que eso pasase desapercibido y que todo
regresara a la situación de la ventana, ya era tarde para hacerlo y
al final se vio pidiendo disculpas a Alvho por una seguridad que
había faltado, pero que en la realidad, nunca había existido.
Una
vez que habían terminado, Alvho se dirigió hacia la zona donde
vivía Selvho y Lhianne, ya que quería ver como se encontraba. Entró
en la habitación, tras golpear con sus nudillos en la puerta. Pilló
a la mujer en la cama, despierta y con buen color.
- Me
dijo Selvho ayer que te habías retirado a esta habitación porque
no te encontrabas bien -dijo como saludo Alvho.
- ¿Te
has preocupado por mi? -preguntó Lhianne con un tono ligero y mucha
curiosidad.
- Eres
una amiga, una buena amiga, es natural que siente preocupación
-aseguró Alvho, exagerando un poco su preocupación.
- No
sé qué decir -indicó Lhianne, con una ligera sonrisa.
- No
tienes que decir nada -señaló Alvho, que no esperaba que la mujer
respondiese como lo había hecho-. Solo estaba algo preocupado. Pero
ahora que veo que estás bien, puedo respirar más tranquilo.
- No
estoy segura de lo que pasó ayer -comentó Lhianne-. Había estado
trabajando toda el día y cuando escuche la canción, me empecé a
poner mal. todo me daba vueltas. Selvho me aseguró que podía irme
a descansar. Él solo podía con la taberna. La verdad es que dudo
que pudiera con toda ella él solo, pero no quería ofenderle con
mis dudas. Selvho es muy bueno conmigo y no quiero que se siente
mal. Además la cabeza me molestaba hasta el punto que parecía que
me iba a estallar. Una vez que me eché en el catre me quedé
dormida, o eso creo, pues no me acuerdo de casi nada.
- Será
que estabas cansada por lo mucho que habías trabajado en los días
anteriores -mintió Alvho, que sabía muy bien que droga había
usado Ireanna y no le gustaba.
- Puede
ser -asintió Lhianne, como escrutando el rostro de Alvho, pero al
no ver lo que buscaba, añadió-. ¿Qué es lo que vas a hacer hoy?
- Esta
tarde debo acompañar a Tharka a un lugar, a una reunión que tiene
-contestó Alvho, aunque no tenía intención de explicarle a
Lhianne los pormenores de lo que se llevaba entre manos con Tharka.
Cuanto menos supiera Lhianne, mejor para ella y para todos.
- Así
que le vas a acompañar a una reunión con las otros clanes de las
barriadas -dijo Lhianne, pillando desprevenido a Alvho, que no fue
capaz de evitar una mueca de asombro-. ¡Ah! Te he pillado, no
creías que fuera capaz de saber lo de la reunión. Alvho, no sé
como será en otros lugares, pero aquí todos sabemos cuando se van
a llevar a cabo reuniones de los jefes de los clanes. Las barriadas
no son la ciudad. Ni son como otro lugar de los señoríos. Los
clanes anuncian a bombo y platillo cuando se van a reunir. No tienen
miedo a los dirigentes y sus soldados, ya que estos no mandan nada
en las barriadas, además los clanes les mantienen con oro y otras
riquezas, por lo que miran hacia otro lado.
- ¿Y
no ocurre que ningún político o líder guerrero quiera ascender en
el escalafón acabando con un clan? -inquirió Alvho.
- Los
clanes pueden estar en guerra o en una tregua liviana entre ellos,
pero si alguien de fuera quiere acabar con su estatus, se unirán
todos para defender su forma de vida -explicó Lhianne.
Alvho
siguió escuchando la explicación sobre cómo gobernaban los clanes
las barriadas, algo que parecía totalmente irreal, pues parecía que
no había un mejor sistema que el que tenían implementado. Pero lo
que Lhianne no decía era que los clanes hacían un gran favor a los
ricos de la ciudad, que era mantener a los ciudadanos de las
barriadas alejados del poder y la riqueza que tenían los que moraban
en el interior de las defensas. Los líderes de los clanes tenían
una ligera cantidad de oro, pero no se podía comparar con la de los
del interior.
Al
final, se pasaron a hablar de cosas intrascendentes y de esa forma
Lhianne pareció mucho más entretenida que comentando lo que ocurría
en la ciudad. Cuando Alvho vio un poco de cansancio en sus ojos,
decidió que la visita se había terminado y que era hora de dejarla
descansar, pues tenía que recuperarse del todo para ayudar a Selvho.
Alvho sabía que aún tendría que pasar unos cuantos días más para
que la droga fuese purgada de su cuerpo. Maldijo al Ireanna por usar
esa droga, que en una cantidad mal medida podría haber sido fatal
para Lhianne.
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