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domingo, 19 de julio de 2020

Ascenso (36)


Tal como había decidido Ofthar, los miembros de la guarnición con el therk Thabba a la cabeza fueron enterrados en un campo alejado del canal, lejos de las miradas de los del otro lado. La mayor parte de los guerreros de Ofthar permanecían escondidos en la fortaleza o en la aldea, donde los siervos supervivientes habían sido mandados a los campos a cuidarlos, pues allí, los hombres de Whaon no habían quemado los cultivos, ni matado al ganado. Las siervas usadas como putas, fueron recluidas hasta que recobrarán la cordura, pues se acercaban a los hombres de Ofthar pidiendo sus favores. Su visión quebraba el espíritu de los hombres, tanto guerreros como miembros del thyr, querían venganza.
A su vez, había enviado a Elther con una escolta y la mayoría de las monturas, con orden de encontrar al ejército y traer a arqueros del thyr, así como suministros y haces de flechas. Con un poco de suerte, podría aumentar el número de arqueros en las empalizadas, cuando fueran realmente necesarios. También hizo funcionar las forjas de la ciudadela con ahínco. Transformaron las espadas del enemigo y el metal que había en abrojos. Por las noches los fueron diseminando camuflados por el puente. Maynn se sonreía cuando los hombres de Ofthar los distribuían. Maynn hizo una afirmación y Ofthar le espetó que si algo servía al enemigo, también a él. Maynn prefirió dejarlo ahí, pues temía que Ofthar se enfadase con ella.
Elther regresó con los arqueros la misma mañana que se divisaron los primeros barcos de la flota de los Mares. Un vigía avisó de la presencia de los barcos. Ofthar y su estado mayor subieron a las almenas de la torre para ver la flota. Eran barcos de fondo bajo, con un la popa y la proa terminadas en unas quillas anchas, con unos mascarones que se elevaban hacia arriba. El la proa se podían ver ojos pintados y en la parte superior ponían unas cabezas metálicas que simulaban a las de los animales. La mayoría eran de dragones y serpientes marinas. En la popa, se dibujaban colas de los animales. En el centro había un palo alto, del que colgaba una única vela. Pero que al navegar por los canales del pantano, habían sido recogidas y sus dotaciones usaban remos para impulsarse. De las bordas colgaban escudos de colores, con las enseñas de sus clanes o sus patrones. Eran naves alargadas y estilizadas, hechas para navegar por lugares mejores que esos pantanos.
Uno a uno, los barcos se fueron apartando de la fortaleza, para entrar en una especie de bahía o cala resguardada, donde estaba erigido el campamento del ejército del señor Whaon. Desde su posición, Ofthar podía ver como los barcos iban fondeando unos junto a otros. Los primeros los acercaron mucho a la costa, enterrando sus quillas en el lodo del fondo. El resto se iban pegando a los anteriores, como si fueran muelles flotantes. Dos en cambio se separaron del resto y se dirigieron hacia la cala de la aldea.
Ofthar dio órdenes a sus hombres, que debían cumplirse con rapidez. Los guerreros que había en la aldea debían moverse a la fortaleza. Los siervos normales debían ir a los campos y no regresar a la aldea hasta que él lo permitiera, hombres, los pocos que había, mujeres y niños. Debían dejar libres a las prostitutas. Elthyn se quejó que luego les iba a costar mucho volver a encerrarlas. Ofthar no dio su brazo a torcer. El enemigo debía pensar que nada había cambiado en la aldea, que Thabba seguía al mando. Maynn con un par de hombres iría a recibirles al puerto. Mhista se presentó voluntario, pero Ofthar no se lo permitió, iría con Elther y otro de sus hombres.
Los arqueros del thyr se dispondrían en las empalizadas exteriores e interiores, rodeando la zona entre las dos puertas. Orot dirigiría a los guerreros tras las puertas interiores, por si había que salir a masacrarlos. Todos se marcharon a cumplir sus órdenes, mientras él seguía con la vista a los barcos, surcando los canales que les llevarían hasta su aldea. Esos hombres remaban hacia su muerte y no lo sabían, le dio un poco de pena, pues parecían buenos hombres, bravos guerreros. Cuando le pareció que ya estaban muy cerca comenzó a descender, pues debía recibirlos en la puerta interior. Llamó a Mhista y le dio una orden, que pareció satisfacerlo y se marchó a la carrera.
Cuando alcanzó la posición que el quería, sobre las almenas de la puerta interior, comprobó que ya estaban allí los arqueros, de cuclillas, para que no los vieran los del otro lado. Se hizo el silencio cuando él llegó, pero les hizo un gesto para que siguieran hablando, que su presencia no les importara. Los arqueros siguieron hablando pero bajito. A parte de Ofthar, solo había dos guerreros dejándose ver. Se acercó a una de las esquinas, por la que podía ver el patio de armas y la aldea.
Pronto localizó a Maynn, Elther y otro guerrero, de pie junto al muelle de la aldea. Los barcos estaban amarrando. Empezaron a descender más y más hombres. Hizo un cálculo aproximado, serían entre sesenta o setenta guerreros. No parecían ir vestidos con sus armaduras, sino que llevaban ropas de viaje, de cuero, pero sin mucha defensa para las flechas. Ese comportamiento era el de aquellos que seguían creyendo que estaban en suelo aliado. El que parecía el líder se saludó con Maynn y esta le indicó que les siguiera. Los guerreros de los barcos formaron unas filas y se pusieron a caminar unos tras otros, siguiendo los pasos de Maynn. Elther y el otro guerrero se pusieron al final de todos.
Ofthar miró hacia abajo y le hizo una seña a Mhista que estaba allí con diez guerreros, listos para cerrar la trampa. Este le sonrió e hizo que sus hombres se desplegaran.

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