Cuando Shiahl regresó para informar que ninguno de los soldados de su grupo habían visto a nadie sospechoso cruzando su perímetro de seguridad, Beldek ya tenía un plan decidido para capturar de una vez por todas al peligroso asesino. Pero iba a necesitar la ayuda del emperador, pues necesitaba un cebo de gran importancia. Así que le entregó la hoja de papel a Shiahl para que la llevase a la ciudadela y la pusiese en el informe del caso y dividió su fuerza. Shiahl se volvía con el grupo principal y Él con Ahlssei, Fhahl y una escuadra de escolta irían al palacio imperial, pues quería llegar a una reunión.
Los dos grupos se pusieron en marcha y se separaron al poco, pues ambos caminos eran diferentes. El grupo encabezado por el coronel se cruzó con muchos grupos de personas, así como de miembros de la milicia de la ciudad. En cada puesto de guardia por el que pasaban, Beldek pedía informe de situación. Por lo que los oficiales le indicaban, el lío estaba cerca de la puerta al barrio alto. En las almenas del recinto imperial se habían visto más centinelas de la guardia imperial y se estaba empezando a correr el rumor que el emperador había decidido enviar un regimiento de su guardia a calmar los ánimos.
La guardia imperial no había tenido que salir a apaciguar a la población de la capital desde hacía más de cien años y fue durante una guerra civil. Si que los regimientos de la guardia habían salido en ocasiones, pero para seguir a su señor a la guerra, a aquellas que había ido personalmente, algo que tampoco era ya habitual.
Por lo demás el general Shernahl había movido a muchos soldados y se decía que había muchos protegiendo la parte exterior de la puerta del barrio alto. También había alborotadores y ciudadanos quejándose. Otros aseguraban llorar al pobre conde Yhurino y la gran mayoría pedía la cabeza del sumo sacerdote, al que hacían responsable de la muerte del conde. Pero esta manifestación de disgusto y duelo no había cruzado la línea de la violencia, pues la mayoría de ellos recordaban lo que había ocurrido hacía demasiado poco, la carga del coronel y no querían recibir el mismo trato por las cada vez más numerosas tropas de la milicia, que parecían ansiosas por entrar en acción.
Llegar hasta las puertas del barrio alto fue más fácil de lo que habían esperado y la presencia de Ahlssei les franqueó la entrada en el barrio. Parecía que ningún guardia imperial quería negarle nada al capitán, lo que Beldek aludió a la sombra de los lobos del emperador, que eran respetados al igual que temidos por el esto de los guerreros de la guardia imperial. Por ello cruzar la puerta de la muralla del palacio imperial no provocó que perdieran demasiado tiempo.
Rhissue, el gran chambelán, les esperaba ante el pórtico de entrada del palacio, junto con un gran grupo de siervos y los hombres de la guardia que no les quitaban un ojo de encima.
Los guardias del pórtico cruzaron sus lanzas y empezaron a mirar con preocupación a Beldek que se aproximaba a ellos a paso firme, como si no pasaba nada, con el farfullante chambelán pisándole los talones. Entonces Ahlssei les hizo un gesto y se tranquilizaron, levantando las lanzas, regresando a su posición de espera. Los tres hombres cruzaron en pórtico, entrando en el palacio.
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