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sábado, 8 de agosto de 2020

Ascenso (39)

Tras tres horas hablando o intentándolo hacer con Thelveer, Ofthar dio por terminado la reunión. Le dejarían en esa habitación hasta que terminase la guerra, custodiado por un par de guardias y con la puerta cerrada. Si quería escapar por la arpillera él mismo. Dudaba que pudiera cruzar la estrecha ventana, y si lo conseguía, lo mas seguro que se matase por la caída. Se le alimentaría y listo. No había obtenido nada de él a excepción de lo que ya había calculado Ofthar por su parte. Era un hombre leal, aunque Ofthar le preguntó si en realidad era una mujer. Thelveer se ofendió por la pregunta y recibió otro golpe de Rhennast cuando respondió con insultos. Ofthar no le reveló el porqué de su curiosa afirmación, aunque a Thelveer le pareció que Rhennast comprendía el porqué.

Tras ese infructuoso interrogatorio, ordenó reunir a su estado mayor en la sala de reuniones de la torre. Él esperó a que llegarán Mhista, Maynn, Elthyn, Elther y Orot, comiendo algo en la sala, sentado en un sillón más grande que el resto de sillas, bajo la mirada de Rhennast. Los últimos en llegar fueron Mhista y Maynn, algo que no pareció gustar a Ofthar y que quedó claro para todos. A excepción de Rhennast, todos parecían creer que Ofthar no veía con buenos ojos la amistad de Mhista con Maynn.

-   Mientras llegabais he recibido un mensaje de Rhime -indicó Ofthar, mirando con mala cara a Mhista-. Me informa que mañana a primera hora llegarán a aquí. Por lo que tenemos que realizar varias labores. ¡Orot!
-   Sí, mi señor -asintió el aludido.
-   Prepara tantas estacas como cabezas de guerreros de los Mares tengas. Cuando de la orden, quiero que coloquéis las cabezas en el lienzo de la muralla exterior que da al pantano -ordenó Ofthar-. Espero que eso les haga tener ganas de atacarnos. Cuando pongamos las cabezas quitareis los estandartes de Thabba y Thelveer de la torre y pondréis los de la Alianza. ¿Entendido?
-   Claro, mi señor -afirmó Orot, inexpresivo como siempre.
-   ¡Elthyn! Dirigirás la defensa de la puerta del puente y de los arqueros de las murallas del pantano -Ofthar señaló a su gobernador-. Les empezarás a atacar cuando caigan sus estandartes de la torre. Cuando veas que el enemigo comienza a acceder al puente por su lado, levanta el puente levadizo, ¿entendido?
-   Sí, mi señor, pero tengo una pregunta -Elthyn hizo un parón esperando que Ofthar le diera permiso, pero al ver que no le indicaba nada, prosiguió-. Ahora ya tenemos el puente levadizo levantado, ¿por qué lo vamos a bajar?
-   Buena pregunta, Elthyn -aseguró Ofthar, contento porque había uno de sus hombres que se cuestionaba sus órdenes y no las acataba sin más, como otros-. El enemigo divisara desde sus torres a Rhime y el ejército. Quiero hacer que manden hombres para apoyarnos como si fuéramos Thabba pidiendo ayuda. Pero cuando estén llegando les haremos ver su error. Pero este plan tiene dos componentes principales, uno es hacerles creer que somos sus amigos y si pedimos ayuda, deben ver el puente bajado y las puertas abiertas. Además, habrá que mantener ocultos a los arqueros de ese lado de las almenas y hacer que unos cuantos guerreros se muevan asustados en la puerta contraria.
-   Entiendo, mi señor -indicó Elthyn-. Has dicho que que hay dos componentes, ¿cual es el segundo?
-   Debemos deshacernos de la flota enemiga -dejó caer Ofthar.
-   ¿La flota? -intervino Mhista-. Ahora está fondeada enfrente, ya no nos es un peligro.
-   Te equivocas, amigo -negó Ofthar, reduciendo su malestar con Mhista-. Esos barcos son un peligro para nosotros, más que otra cosa. ¿Alguien sabe por qué?

Ofthar se quedó callado y miró a todos los presentes. Los hombres hacían que lo estaban pensando pero preferían no responder. La verdad es que Ofthar suponía que varios de ellos ni se habían llegado a suponer que una flota de barcos podría ser peligrosa tan adentro en tierra.

-   Lo es por la movilidad que le da a un ejército y luego por el número de soldados que ha traído -contestó Maynn, lo que hizo sonreír a Ofthar, chica lista.
-   Por fin alguien con un poco de raciocinio -se burló Ofthar.
-   ¿Por qué unos barcos le van a dar movilidad a un ejército en tierra? -inquirió Mhista, ligeramente molesto porque Maynn había respondido antes que él.
-   Respondele Maynn, por favor -pidió Ofthar, para fastidiar a Mhista, lo que le estaba resultando divertido.
-   Mhista, el problema es que te estas olvidando de un factor importante, el pantano -explicó Maynn, con cara seria-. Los barcos se pueden mover por los canales, más rápidos que un ejército por tierra. Pueden trasladar a un buen número de guerreros y nuestros hombres no pueden seguirlos. Además contarán con los guías locales, lo que les hace que puedan navegar por los brazos secretos del pantano, no por las rutas de mercaderes.
-   En ese caso, mi señor, ya has decidido qué hacer con los barcos enemigos -señaló Mhista.
-   Claro, los vas a quemar -dejó caer Ofthar.

Todos se quedaron mirando a Ofthar, esperando que les explicara cómo iban a quemar los barcos. Claramente tendrían que cruzar a los pantanos y ese tipo de incursiones necesitaba de muchos hombres, algo que no tenían en ese momento. Ofthar se sonrió al ver sus caras de preocupación, a excepción de Orot que no indicaba nada.

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