Tras
tres horas hablando o intentándolo hacer con Thelveer, Ofthar dio
por terminado la reunión. Le dejarían en esa habitación hasta que
terminase la guerra, custodiado por un par de guardias y con la
puerta cerrada. Si quería escapar por la arpillera él mismo. Dudaba
que pudiera cruzar la estrecha ventana, y si lo conseguía, lo mas
seguro que se matase por la caída. Se le alimentaría y listo. No
había obtenido nada de él a excepción de lo que ya había
calculado Ofthar por su parte. Era un hombre leal, aunque Ofthar le
preguntó si en realidad era una mujer. Thelveer se ofendió por la
pregunta y recibió otro golpe de Rhennast cuando respondió con
insultos. Ofthar no le reveló el porqué de su curiosa afirmación,
aunque a Thelveer le pareció que Rhennast comprendía el porqué.
Tras
ese infructuoso interrogatorio, ordenó reunir a su estado mayor en
la sala de reuniones de la torre. Él esperó a que llegarán Mhista,
Maynn, Elthyn, Elther y Orot, comiendo algo en la sala, sentado en un
sillón más grande que el resto de sillas, bajo la mirada de
Rhennast. Los últimos en llegar fueron Mhista y Maynn, algo que no
pareció gustar a Ofthar y que quedó claro para todos. A excepción
de Rhennast, todos parecían creer que Ofthar no veía con buenos
ojos la amistad de Mhista con Maynn.
- Mientras
llegabais he recibido un mensaje de Rhime -indicó Ofthar, mirando
con mala cara a Mhista-. Me informa que mañana a primera hora
llegarán a aquí. Por lo que tenemos que realizar varias labores.
¡Orot!
- Sí,
mi señor -asintió el aludido.
- Prepara
tantas estacas como cabezas de guerreros de los Mares tengas. Cuando
de la orden, quiero que coloquéis las cabezas en el lienzo de la
muralla exterior que da al pantano -ordenó Ofthar-. Espero que eso
les haga tener ganas de atacarnos. Cuando pongamos las cabezas
quitareis los estandartes de Thabba y Thelveer de la torre y
pondréis los de la Alianza. ¿Entendido?
- Claro,
mi señor -afirmó Orot, inexpresivo como siempre.
- ¡Elthyn!
Dirigirás la defensa de la puerta del puente y de los arqueros de
las murallas del pantano -Ofthar señaló a su gobernador-. Les
empezarás a atacar cuando caigan sus estandartes de la torre.
Cuando veas que el enemigo comienza a acceder al puente por su lado,
levanta el puente levadizo, ¿entendido?
- Sí,
mi señor, pero tengo una pregunta -Elthyn hizo un parón esperando
que Ofthar le diera permiso, pero al ver que no le indicaba nada,
prosiguió-. Ahora ya tenemos el puente levadizo levantado, ¿por
qué lo vamos a bajar?
- Buena
pregunta, Elthyn -aseguró Ofthar, contento porque había uno de sus
hombres que se cuestionaba sus órdenes y no las acataba sin más,
como otros-. El enemigo divisara desde sus torres a Rhime y el
ejército. Quiero hacer que manden hombres para apoyarnos como si
fuéramos Thabba pidiendo ayuda. Pero cuando estén llegando les
haremos ver su error. Pero este plan tiene dos componentes
principales, uno es hacerles creer que somos sus amigos y si pedimos
ayuda, deben ver el puente bajado y las puertas abiertas. Además,
habrá que mantener ocultos a los arqueros de ese lado de las
almenas y hacer que unos cuantos guerreros se muevan asustados en la
puerta contraria.
- Entiendo,
mi señor -indicó Elthyn-. Has dicho que que hay dos componentes,
¿cual es el segundo?
- Debemos
deshacernos de la flota enemiga -dejó caer Ofthar.
- ¿La
flota? -intervino Mhista-. Ahora está fondeada enfrente, ya no nos
es un peligro.
- Te
equivocas, amigo -negó Ofthar, reduciendo su malestar con Mhista-.
Esos barcos son un peligro para nosotros, más que otra cosa.
¿Alguien sabe por qué?
Ofthar
se quedó callado y miró a todos los presentes. Los hombres hacían
que lo estaban pensando pero preferían no responder. La verdad es
que Ofthar suponía que varios de ellos ni se habían llegado a
suponer que una flota de barcos podría ser peligrosa tan adentro en
tierra.
- Lo
es por la movilidad que le da a un ejército y luego por el número
de soldados que ha traído -contestó Maynn, lo que hizo sonreír a
Ofthar, chica lista.
- Por
fin alguien con un poco de raciocinio -se burló Ofthar.
- ¿Por
qué unos barcos le van a dar movilidad a un ejército en tierra?
-inquirió Mhista, ligeramente molesto porque Maynn había
respondido antes que él.
- Respondele
Maynn, por favor -pidió Ofthar, para fastidiar a Mhista, lo que le
estaba resultando divertido.
- Mhista,
el problema es que te estas olvidando de un factor importante, el
pantano -explicó Maynn, con cara seria-. Los barcos se pueden mover
por los canales, más rápidos que un ejército por tierra. Pueden
trasladar a un buen número de guerreros y nuestros hombres no
pueden seguirlos. Además contarán con los guías locales, lo que
les hace que puedan navegar por los brazos secretos del pantano, no
por las rutas de mercaderes.
- En
ese caso, mi señor, ya has decidido qué hacer con los barcos
enemigos -señaló Mhista.
- Claro,
los vas a quemar -dejó caer Ofthar.
Todos
se quedaron mirando a Ofthar, esperando que les explicara cómo iban
a quemar los barcos. Claramente tendrían que cruzar a los pantanos y
ese tipo de incursiones necesitaba de muchos hombres, algo que no
tenían en ese momento. Ofthar se sonrió al ver sus caras de
preocupación, a excepción de Orot que no indicaba nada.
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