Ulvinnar y Diane señalaron a la azotea, que para ellas estaba totalmente vacía. Ulvinnar que había hecho su esfuerzo para confiar en Jörhk porque se lo había pedido Diane, ahora resultaba ser un mentiroso o un loco. No tenían escapatoria ante el LSH.
Las shirats y Diane entraron con cierta reserva, en cambio, Trebellor se subió como encantado, mirando todo lo que podía, muy satisfecho. de vez en cuando lanzaba un gruñido de aprobación, sobre todo al ver las mejoras que había hecho Jörhk. Cuando cruzó la compuerta Jörhk, la cerró desde el interior.
Diane se sentó en el asiento junto al de Jörhk. Él comenzó a activar botones y a mirar pantallas, mientras Diane observaba todo con cara extasiada. Realmente no sabía lo que estaba haciendo pero le gustaba ver cómo se encendían las lucecitas o cambiaba lo que aparecía en las pantallas. La nave comenzó a vibrar y las dos shirats se agarraron las manos, temerosas de lo que pudiese pasar.
Se empezó a levantar la nave, cuando se escuchó un ruido potente. Jörhk miró hacía arriba y vio pasar un caza pesado de la milicia, que no se percató de su presencia y empezó a descender hacia la plaza, donde estaba la entrada del edificio.
Gracias al ruido de los motores, los pasajeros no se percataron de las vibraciones de la torre. El caza debía haber usado sus láseres únicamente para destrozar las persianas metálicas de seguridad. Pero por el humo que ascendía por la cara frontal del edificio, debía estar usando toda su potencia de fuego para ello. Pero estaba seguro que ya estaba ascendiendo de nuevo. Jörhk le esperaba con la mano en el disparador. La lanzadera llevaba un pequeño cañón, que no podía hacer mucho a larga distancia pero a quemarropa la cosa era diferente.
Entre el humo apareció la forma del caza de la milicia y por un momento, Jörhk observó la cara satisfecha del piloto, que cambió al momento a la de sorpresa cuando algo frente a él, pero que no conseguía distinguir del todo, pues el camuflaje se perdía con cada disparo. Pero el piloto, al intentar hacer una maniobra para librarse del fuego, golpeó con el ala en la pared del edificio, fracturándose primero y por la tensión de mantenerse en el aire, se rompió. El caza se precipitó hacia la plaza envuelto en fuego y dando vueltas sobre sí mismo.
Jörhk no se quedó a ver lo que había provocado, sino que se fue volando de allí, en dirección a los límites del barrio. Esta vez había elegido salir por el área que lindaba con una manzana industrial. Por allí, podría camuflarse mejor que cuando entró al barrio. Aun así tendría que cruzar las defensas y las temibles baterías de misiles. Pero lo bueno es que se había librado de los cazas y si había más irían a saber lo que había pasado con su compañero. Que al caer con un poco de suerte habría provocado muertes entre los hombres del LSH y la milicia.
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