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martes, 18 de agosto de 2020

El mercenario (39)

Jörhk se sentó en su sillón de mando y comenzó a preparar la nave para despejar lo antes posible. Observó que tanto las shirats cómo el profesor y Diane estaban ocupadas con los trabajos que les había dado. Le complació ver que Trebellor estaba desmantelando con rapidez el sistema de camuflaje. Tal vez en un futuro se lo tendría que poner a esta lanzadera. Pero ahora tenía que contactar con sus jefes. Encendió el sistema de comunicaciones y llamó al número que le habían dado. No activo el sistema de hologramas, ya que sabía que era mejor el anonimato.

-   ¿Sí? -dijo una voz distorsionada por los altavoces de la cabina.
-   Tengo su paquete -informó Jörhk-. Pero no creo que lo pueda llevar al lugar donde me contrataron. Podría tener invitados no deseados.
-   ¡Hum! Se nos aseguró que erais un hombre de recursos y que haríais las cosas con mucho disimulo -indicó la voz-. Pero parece que no ha sido así.
-   Su paquete estaba escondido en un lugar raro y difícil -comentó Jörhk-. Hubo una serie de complicaciones y se podría decir que pise un avispero. Pero esta completo y listo para entregar.
-   ¿Un avispero? -repitió la voz, pero se silenció durante unos segundos, hasta que volvió a hablar-. Este en las siguientes coordenadas en tres horas y nosotros le recogeremos.

Jörhk metió las coordenadas que aparecieron en el holograma que se activó por unos segundos en el ordenador de la navegación de la nave. Según este, el punto donde habían quedado era cerca de Titán, el satélite de Saturno, donde no había nada, ni una estación orbital ni nada parecido. Una vez que la llamada con sus jefes se había terminado, marcó el número de Jane. aquí si usó los hologramas. Pronto apareció la cara de su vieja amiga.

-   Dime sargento -dijo cómo saludó Jane.
-   Hay un cambio de planes, vieja amiga -anunció Jörhk-. El trabajo se ha vuelto más peligroso. Marte es un avispero para mí. Creo que me voy a ir lejos, tal vez inicie una nueva vida. Por lo que he visto en este trabajo, la vida en Marte se va a volver peligrosa para todos. Tal vez tú y Olghat deberíais marcharos.
-   ¿A dónde irás?
-   Dicen que se necesitan hombres con arrestos en las nuevas colonias -indicó Jörhk-. Tal vez haya uno a mi medida.
-   ¡Oh, mi sargento! -se hizo la sorprendida Jane-. Quieres formar una familia.
-   Mi familia sois vosotros, mis soldados -recordó Jörhk-. No creo que pueda tener otra. Solo te llamaba para avisarte de que no me vas a ver más durante mucho tiempo. Por otro lado, puedes hacer lo que quieras con mi piso.
-   ¿Y el almacén?
-   Ese no lo vas a poder usar, lo siento -negó Jörhk-. Ni lo que hay dentro.
-   ¿Así están las cosas?
-   Así han terminado, sí -asintió Jörhk, pues Jane sabía lo que iba a hacer, se conocían demasiado bien, gracias a los campos de batalla. Adiós mi vieja amiga.
-   Adiós, sargento.

La comunicación se terminó y la cara de Jane desapareció. Jörhk se puso de pie y descendió por una escala interior a la bodega de carga. Allí estaban Ulvinnar y su hermana, junto a todas las cajas que les había pedido traer. Jörhk las empezó a mover a los sitios que tenía reservadas para ellas.

-   Podéis sentaros en los asientos de los lados -indicó Jörhk-. Pero cuidado con esa trampilla, pues os podéis hacer daño. Es una torreta defensiva. Además está operativa así que podríais disparar los cañones, lo que sería muy peligroso.
-   Tendremos cuidado -aseguró Ulvinnar, llevando a su hermana hasta los asientos, sentándola en uno de ellos. No eran muy cómodos, pero tampoco esperaban grandes lujos tras una vida tan aciaga.
-   Bien, nos pondremos en marcha enseguida, nos esperan en órbita -dijo Jörhk, mientras aseguraba las cajas y el resto de la carga.

Salió de la lanzadera por la rampa y se encontró con Trebellor y Diane, cargados con las piezas del sistema de camuflaje y las herramientas. Jörhk les sonrió y les hizo gestos para que entrasen en la lanzadera. Les indicó que se tendrían que marchar en breve. Se alejó de ellos a paso rápido. Primero se dirigió a la zona de seguridad del almacén. Por la consola pudo ver que las cámaras ocultas que tenía en el exterior estaban grabando a varias naves de la milicia y otras lanzaderas modificadas. Jörhk había oído sobre lanzaderas privadas con armamento militar. Las usaban los gansters que se repartían los bajos fondos y por lo que podía ver, también el LSH tenía las suyas, pues podía ver a Bartholome dirigiendo una.

Estaban preparando un grupo para irrumpir en el almacén por varios puntos. Por ello, Jörhk bloqueó todas las entradas y activó las trampas que hacía años había instalado, así como la bomba que tenía por si su escondite caía en manos enemigas. Una vez que dejó listos los preparativos para los milicianos y el LSH, regresó a la lanzadera. 

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