Parecía
que el tiempo estaba detenido en la reunión. donde todos a excepción
de Alvho y Vheyn respiraban intranquilos. Alvho sabía que había
conseguido la atención o por lo menos la preocupación de los
presentes, a excepción de la joven tonta.
- Tharka
tiene algo que proponeros y cuenta con el apoyo de la oscuridad
-dijo Alvho, midiendo cada palabra que iba saliendo de su boca-.
Espero que vosotros tengáis a bien escuchar con las mentes
abiertas, Tharka por favor.
- Ordhin
le ha hablado a Ulmay, hay que recuperar una reliquia y con ello
estará complacido -empezó a hablar Tharka, unos segundos después
de que Alvho terminara-. Busco por lo menos una tregua, pero si os
unís a nuestra marcha, todos los miembros de esta reunión nos
veremos recompensados.
- Tharka es el campeón de la luz y yo represento a la oscuridad -volvió a hablar Alvho, impidiendo que ninguno de los otros jefes interviniera-. Ambos queremos recuperar la reliquia. La marcha se hará y solo los verdaderos fieles recibirán la bendición, mientras que los otros sufrirán un destino más frío.
- ¿Dónde
está la reliquia? -inquirió Gharke, que parecía el más valiente
de los jefes, por lo menos fue el primero en reaccionar ante la
mención de Alvho a los dos dioses siempre enfrentados, pero que
parecía que ahora se aliaban para este asunto.
- En
las llanuras de Phalannor -informó Tharka. Alvho pudo ver las
expresiones de temor y respeto a las salvajes llanuras al otro lado
del gran río.
- Ese es un lugar salvaje y se necesitan muchos hombres para meterse en ese avispero -indicó Gharke-. Quieres que nos unamos en una misión suicida. Da lo mismo que lo ordene el gran dios, si nos llevará al reino de Bheler. Ya veo porque ambos dioses se han unido. El señor de la oscuridad reclamara las almas de los que caigan por orden de Ordhin. Los dos dioses juegan con nosotros o más bien Ulmay quiere ayudar a su buen Tharka para librarse de nosotros, ¿no lo veis?
Si
los otros líderes veían o no lo que Gharke estaba augurando, Alvho
no estaba seguro, porque estaba seguro que todos estaban más atentos
a su mano derecha que la había metido entre sus vestiduras. Sin duda
estaban esperando que apareciera de la nada otro puñal que acabase
con la vida de Gharke y las blasfemias que iba lanzando una tras
otra. Pero Alvho no era tan tonto como para acabar con un líder, que
llevaría las barriadas a la guerra. Era hora de que Tharka explicase
bien las cosas y dejar los cuentos de los dioses para los druidas.
- Ahora
mismo, Ulmay está convenciendo al señor Dharkme de que debe apoyar
la cruzada -informó Tharka, dejando sorprendido al mismísimo
Alvho, que supo esconder mejor sus sentimientos que el resto de los
allí presentes-. Si las cosas son como el gran Ordhin lo ha
predicho, esta misma noche Dharkme llamara a sus generales y
empezará a crear la expedición. Los guerreros de Ordhin
recuperarán la reliquia por su gloria. Así que ahora debéis
decidir si queréis venir, mandando hombres o por lo menos habrá
tregua entre nuestras bandas para que la mía pueda acompañar a
Ulmay.
- Si
el señor Dharkme decide ir, puede llamarnos a que le acompañemos
-murmuró Vheyn-. Él es nuestro señor.
- Tú
eres una tonta de remate con buenos pechos -espetó Hertha, lo que
hizo que la muchacha pusiera una cara de asco y que Gharke se
removiera en su asiento-. Los clanes de las barriadas no tienen más
señor que sus líderes o en su nivel esta reunión. El señor de
Thymok no nos puede subyugar de ninguna forma. De todas formas,
Tharka, queremos un par de días para decidirnos con respecto a
ello.
- Podría
ser… -comenzó a decir Tharka.
- Los
dioses y las bendiciones no respetan los días -intervino con
vehemencia de nuevo Alvho-. Aquellos que no tienen al señor de
Thymok por su señor no pueden esperar a que ese hombre decida algo
para hacer lo mismo que él. El reto sería cobardía de una anciano
artrítico o de un gusano del cieno.
- Los Filos Ondulantes aceptan la tregua requerida y mandaré hombres a la expedición, por la gloria de Ordhin -anunció Fhirnne con soltura y valentía.
Tras ello, uno a uno los jefes aceptaron la tregua que se ratificó con sus palabras de honor, algo que parecían tener en gran estima. Todos los clanes mandarían fuerzas para el contingente que pronto comenzaría a formarse. Tharka parecía estar deseoso de hablar con Alvho, se le veía en la cara. Alvho no estaba seguro si era algo relacionado con la ayuda que le había suministrado o por el contrario no le había gustado que interviniera tanto, incluso cortándole cuando iba a hablar. Tras la firma de la tregua, Alvho permaneció más callado mientras Tharka iba explicando cómo iban a proceder y lo que creía que iban a necesitar. Los otros líderes parecían tener las mismas ideas sobre los hombres y suministros que iban a necesitar, y como Alvho ya había escuchado antes le parecían muy pequeñas e ingenuas.
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