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sábado, 8 de agosto de 2020

El conde de Lhimoner (62)

Thimort carraspeó y Oljhal levantó la cabeza. Su cara estaba seria y sus ojos llorosos. Thimort dio un paso atrás, pues estaba viendo en el rostro del sumo sacerdote la culpa y el miedo. Qué es lo que había hecho Oljhal.

-   Yo no sabía lo que habían hecho hasta después de mi elección, lo juro por el omnipotente Bhall -murmuró Oljhal, mirando a Thimort a los ojos-. Yo no estaba con ellos. Ni le hubiera hecho eso a Jhiven, pero Aahl y Thyun lideraban a muchos. Ellos se encargaron de llevarlo todo adelante. Yo… yo… nunca debí permitirles hacer lo que hicieron tras mi elección, pero ellos me presionaban, eran mayores que yo y…
-   ¿De qué demonios hablas? -inquirió Thimort, totalmente pillado por sorpresa.
-   Que el abad del monasterio del Divino Rhetahl, Aahl de Dheren y el erudito de la fe Thyun de Ghannar, al frente de un buen número de sacerdotes que provenían de familias de clases altas y ricas, asesinaron al sumo sacerdote Jhiven, cuando este empezó a predicar sobre que había que trabajar por los pobres, apretándose el cinturón, ¿no es así, Oljhal?
-   Sí, pero os juro que no lo sabía -gimoteó Oljhal.
-   Pero si ellos asesinaron a Jhiven, ¿por qué eligieron a Oljhal como sumo sacerdote, en vez de ponerse uno de ellos? -quiso saber Thimort.
-   Esto igual os lo puede responder su excelencia que les conoce demasiado bien -indicó Beldek.
-   Esos dos hombres se detestan el uno al otro -explicó Fherenun-. Lo que me sorprende es que ambos encontrasen algo para estar de acuerdo.
-   Y por eso creo que se buscó a un sacerdote que estuviese bien visto, de su grupo de influencia y que ambos pensasen que podían manejar a su gusto -siguió la explicación Beldek-. Supongo que Oljhal era el idóneo. De buena familia alta, un poco impetuoso pero débil. Y de esa forma en los primeros años de su mandato, ellos pudieron eliminar todo lo que el sumo sacerdote Jhiven hubo creado. ¿No es así, Oljhal?
-   Sí -asintió Oljhal, descompuesto por todo lo que sabía o había deducido Beldek-. En los primeros años de mi mandato, tuve que permitirles hacer lo que quisieran hacer. Me advirtieron que podían sacar pruebas de que yo había asesinado al sumo sacerdote Jhiven, con veneno. Ellos se encargaron de promulgar la Ley Docta, que dictaba como herejía todo lo que había evangelizado Jhiven. En la ciudad todo pasó muy rápido, pues no había muchos seguidores de las normas de ruptura de Jhiven, pero en las comarcas rurales la cosa fue diferente. Muchos sacerdotes se negaron a aplicar la Ley Docta y fueron expulsados, algunos.
-   Algunos, pero muchos otros fueron ajusticiados bajo penas falsas de apostasía y ritos heréticos -añadió Beldek tras las palabras de Oljhal-. Otros en cambio escaparon. Pero además hubo feligreses que no dejaron a atrás lo que Jhiven había intentado crear. En los medios rurales, la actual Iglesia de Bhall tuvo que hacer cosas oscuras para hacer desaparecer las ideas de Jhiven. Y eso nos lleva al problema actual. Nuestro asesino cree que todas las cosas que le pasaron son por culpa del sumo sacerdote Oljhal y quiere vengarse de él. Lleva años preparando lo que estamos viendo, madurándose en el tiempo que ha vivido como los pobres que intentó defender.
-   ¿Cómo puedes estar tan seguro de tanto sobre ese asesino? -le cortó Thimort.
-   Es muy simple, al hacer una investigación se van juntando las piezas y se crean las historias -contestó Beldek, sonriendo-. Supongo que haber leído las últimas palabras del conde Yhurino en un diario secreto que hemos encontrado, así como lo que me han contado mis fuentes, me han hecho juntar todo como debe ser. Nuestro enemigo, es un antiguo sacerdote, expulsado o huido durante los primeros años de la purga de Oljhal. En ese tiempo sería uno de los entusiastas jóvenes seguidores de Jhiven o sus ideas. Pero en los años de injusticia y mendigar por sobrevivir le fueron llenando de inquina su mente y al final, esta se transformó en odio y en ganas de vengarse. Y solo había una persona que se pueda ver como el causante de todos sus problemas, el insigne sumo sacerdote Oljhal, que seguro que firmó como suyas las reformas de Aahl y de Thyun. Así que su venganza es contra Oljhal y eso aunque no lo parezca nos ayuda mucho. Por ello he interrumpido esta reunión, no para salvar al sumo sacerdote, sino para cazar a un asesino, algo que depende mucho de alguien de aquí.

Todos los presentes a excepción de Ahlssei, se quedaron mirando a Beldek con una cara inexpresiva. Sin duda esperaban que Beldek les contase el plan que sin duda ya había elaborado para detener el asesino y que sin duda era la razón real para interrumpir una reunión privada del emperador con el sumo sacerdote. Beldek suspiró, sonrió y comenzó a explicarles el plan que tenía en mente, esperando la total colaboración de palacio y por consiguiente la del sumo sacerdote, algo que le vendría bien a él. pues su cuello peligraba ante el creciente malestar de las clases bajas y medias de la ciudad. La aristocracia pronto pediría también su cabeza.

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