Thimort
carraspeó y Oljhal levantó la cabeza. Su cara estaba seria y sus
ojos llorosos. Thimort dio un paso atrás, pues estaba viendo en el
rostro del sumo sacerdote la culpa y el miedo. Qué es lo que había
hecho Oljhal.
- Yo
no sabía lo que habían hecho hasta después de mi elección, lo
juro por el omnipotente Bhall -murmuró Oljhal, mirando a Thimort a
los ojos-. Yo no estaba con ellos. Ni le hubiera hecho eso a Jhiven,
pero Aahl y Thyun lideraban a muchos. Ellos se encargaron de
llevarlo todo adelante. Yo… yo… nunca debí permitirles hacer lo
que hicieron tras mi elección, pero ellos me presionaban, eran
mayores que yo y…
- ¿De
qué demonios hablas? -inquirió Thimort, totalmente pillado por
sorpresa.
- Que
el abad del monasterio del Divino Rhetahl, Aahl de Dheren y el
erudito de la fe Thyun de Ghannar, al frente de un buen número de
sacerdotes que provenían de familias de clases altas y ricas,
asesinaron al sumo sacerdote Jhiven, cuando este empezó a predicar
sobre que había que trabajar por los pobres, apretándose el
cinturón, ¿no es así, Oljhal?
- Sí,
pero os juro que no lo sabía -gimoteó Oljhal.
- Pero
si ellos asesinaron a Jhiven, ¿por qué eligieron a Oljhal como
sumo sacerdote, en vez de ponerse uno de ellos? -quiso saber
Thimort.
- Esto
igual os lo puede responder su excelencia que les conoce demasiado
bien -indicó Beldek.
- Esos
dos hombres se detestan el uno al otro -explicó Fherenun-. Lo que
me sorprende es que ambos encontrasen algo para estar de acuerdo.
- Y
por eso creo que se buscó a un sacerdote que estuviese bien visto,
de su grupo de influencia y que ambos pensasen que podían manejar a
su gusto -siguió la explicación Beldek-. Supongo que Oljhal era el
idóneo. De buena familia alta, un poco impetuoso pero débil. Y de
esa forma en los primeros años de su mandato, ellos pudieron
eliminar todo lo que el sumo sacerdote Jhiven hubo creado. ¿No es
así, Oljhal?
- Sí
-asintió Oljhal, descompuesto por todo lo que sabía o había
deducido Beldek-. En los primeros años de mi mandato, tuve que
permitirles hacer lo que quisieran hacer. Me advirtieron que podían
sacar pruebas de que yo había asesinado al sumo sacerdote Jhiven,
con veneno. Ellos se encargaron de promulgar la Ley Docta, que
dictaba como herejía todo lo que había evangelizado Jhiven. En la
ciudad todo pasó muy rápido, pues no había muchos seguidores de
las normas de ruptura de Jhiven, pero en las comarcas rurales la
cosa fue diferente. Muchos sacerdotes se negaron a aplicar la Ley
Docta y fueron expulsados, algunos.
- Algunos,
pero muchos otros fueron ajusticiados bajo penas falsas de apostasía
y ritos heréticos -añadió Beldek tras las palabras de Oljhal-.
Otros en cambio escaparon. Pero además hubo feligreses que no
dejaron a atrás lo que Jhiven había intentado crear. En los medios
rurales, la actual Iglesia de Bhall tuvo que hacer cosas oscuras
para hacer desaparecer las ideas de Jhiven. Y eso nos lleva al
problema actual. Nuestro asesino cree que todas las cosas que le
pasaron son por culpa del sumo sacerdote Oljhal y quiere vengarse de
él. Lleva años preparando lo que estamos viendo, madurándose en
el tiempo que ha vivido como los pobres que intentó defender.
- ¿Cómo
puedes estar tan seguro de tanto sobre ese asesino? -le cortó
Thimort.
- Es
muy simple, al hacer una investigación se van juntando las piezas y
se crean las historias -contestó Beldek, sonriendo-. Supongo que
haber leído las últimas palabras del conde Yhurino en un diario
secreto que hemos encontrado, así como lo que me han contado mis
fuentes, me han hecho juntar todo como debe ser. Nuestro enemigo, es
un antiguo sacerdote, expulsado o huido durante los primeros años
de la purga de Oljhal. En ese tiempo sería uno de los entusiastas
jóvenes seguidores de Jhiven o sus ideas. Pero en los años de
injusticia y mendigar por sobrevivir le fueron llenando de inquina
su mente y al final, esta se transformó en odio y en ganas de
vengarse. Y solo había una persona que se pueda ver como el
causante de todos sus problemas, el insigne sumo sacerdote Oljhal,
que seguro que firmó como suyas las reformas de Aahl y de Thyun.
Así que su venganza es contra Oljhal y eso aunque no lo parezca nos
ayuda mucho. Por ello he interrumpido esta reunión, no para salvar
al sumo sacerdote, sino para cazar a un asesino, algo que depende
mucho de alguien de aquí.
Todos
los presentes a excepción de Ahlssei, se quedaron mirando a Beldek
con una cara inexpresiva. Sin duda esperaban que Beldek les contase
el plan que sin duda ya había elaborado para detener el asesino y
que sin duda era la razón real para interrumpir una reunión privada
del emperador con el sumo sacerdote. Beldek suspiró, sonrió y
comenzó a explicarles el plan que tenía en mente, esperando la
total colaboración de palacio y por consiguiente la del sumo
sacerdote, algo que le vendría bien a él. pues su cuello peligraba
ante el creciente malestar de las clases bajas y medias de la ciudad.
La aristocracia pronto pediría también su cabeza.
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