Seguidores

sábado, 5 de septiembre de 2020

Ascenso (43)

Ofthar pasó la tarde meditando sobre lo que depararía la mañana siguiente y rezando porque sus planes se pudieran llevar a cabo. Cuando estaban cenando le avisaron que un mensajero acaba de llegar a la fortaleza. Seguro que le había enviado Rhime y ordenó que se presentase para oír lo que tenía que decir, aunque en verdad era para que le diera las órdenes para su canciller. La sorpresa fue mayor, cuando el propio Rhime entró en la sala de audiencias.

-   ¡Rhime! ¿Qué haces aquí? -preguntó Ofthar, levantándose de su asiento y abrazándose con su amigo, bajo la mirada de Rhennast, que estaba con él desde hacía un par de horas-. Pensaba que estabas aun a media jornada de distancia.
-   Hoy hemos avanzado algo más rápido, además el camino estaba seco y las ruedas de los carros se han hundido menos -anunció Rhime-. Estamos acampados a dos leguas de aquí, tras unas colinas, lejos de los ojos de vigías enemigos. Los ánimos están encendidos y con ganas de la revancha. Elthero los ha estado subiendo la moral a cada paso.
-   Sin duda es un buen tharn, habrá que recompensarlo con creces cuando acabe esta guerra. Siéntate y cena algo, Rhime -indicó Ofthar, señalando las viandas que había encima de la mesa y la jarra de cerveza.
-   Gracias, mi señor -agradeció Rhime, pero el rostro se le ensombreció por un momento-. Al llegar he oído cosas a los hombres. ¿Es verdad?
-   ¿Es verdad el qué? -inquirió Ofthar, haciéndose el tonto.
-   ¿Nuestro amigo Mhista juguetea con un muchacho? -quiso saber Rhime, consternado, pero midiendo sus palabras, por respeto a Ofthar y a su amigo.
-   Así que es eso lo que piensan los hombres, mierda -Ofthar dejó caer los brazos y su rostro tomó el mismo tono pálido que Rhime. Suspiró y miró a los ojos a Rhime, al tiempo que hacía un gesto a Rhennast para que se colocase junto a la puerta-. No podrás hablar de nada de lo que oigas de mis labios, Rhime. Esto hay que llevarlo con la máxima discreción, ¿lo entiendes?
-   ¡Por Ordhin! Entonces las habladurías son ciertas -se lamentó Rhime, pero al ver que Ofthar le pedía calma se calló.
-   Maynn es una mujer -reveló Ofthar en voz baja.
-   ¡Uff, menos mal! -exclamó Rhime, pero al momento comprendió lo de la discreción-. Pero eso es un sacrilegio.
-   En ambos casos, Mhista perderá su estatus -explicó Ofthar, compungido-. Supongo que debería haber puesto orden hace tiempo, pero ya las cosas se han desmadrado y además tengo una guerra que ganar. Tras ella, veremos lo que podemos hacer. Ahora que lo pienso, ya que estas aquí, te voy dar las órdenes que te iba a enviar. Es lo que quiero que hagáis tú y Elthero mañana.
-   Guardaré el secreto de lo de Mhista hasta que haya que arreglarlo -aseguró Rhime, menos preocupado que antes-. ¿Qué debemos hacer mañana?
-   Una cosa muy simple, llegar para sitiar esta fortaleza -dejó caer Ofthar, haciendo sonreír a su amigo-. Tenéis que llegar haciendo ruido, debemos hacer creer a Whaon que habéis llegado con la idea de asaltar los muros de la fortaleza, para recuperarla de las manos frías del therk Thabba. Yo me encargaré de hacerles creer que necesitamos ayuda, así que al principio, no podré abrir las puertas exteriores. Cuando veas caer los estandartes enemigos que tenemos arriba, podrás pasar a montar un campamento, pues la estratagema se habrá terminado.
-   ¿Alguna cosa más?
-   Debéis estar aquí una hora antes del amanecer, ¿entendido? -señaló Ofthar.

Rhime asintió. Ofthar sonrió y le dijo que ya estaba todo. A partir de ese momento estuvieron hablando de viejas peleas, de batallas y bebieron durante un par de horas, hasta que les alcanzó la noche y Rhime tuvo que irse a su campamento, pues debía pasar las órdenes a su estado mayor. Ofthar le deseó lo mejor y le indicó que mañana habrían conseguido la gran victoria que necesitaban.

Después de marcharse Rhime, Rhennast miró a Ofthar con una cara extraña.

-   Pregunta lo que se te pasa por la cabeza, Rhennast -ordenó Ofthar, pues sabía bien que el hombretón jamás molestaría a su señor por sus dudas.
-   Le has dicho a Rhime que esté aquí una hora antes del amanecer y Mhista tiene que ir dos horas antes -indicó Rhennast-. Mhista se encontrará con un campamento en alarma cuando ataque. Puede que ni él ni Elther regresen.
-   Lo que Mhista se encontrará es un campamento en caos y ese es el tipo de campamento más fácil de asaltar, Rhennast -explicó Ofthar-. Mañana cosecharemos una victoria importante sin casi luchar. Ya verás.

Rhennast se limitó a asentir con la cabeza y sonrió, contagiado por la que iluminaba todo el rostro de su señor. Desde que lo había conocido cuando solo era un muchacho flacucho, Rhennast se había dado cuenta que no era capaz de entender la mente de Ofthar, pero sabía que le seguiría hasta el final. Se quedó con él hasta que Ofthar decidió marcharse a dormir. Rhennast también se iría a descansar aunque su lecho sería una silla junto a la puerta de la sala y una manta, no necesitaba más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario