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sábado, 10 de octubre de 2020

Ascenso (48)

Ante la sorpresa que había provocado las palabras del comandante de la flota enemiga, Ofthar se puso en movimiento. Ordenó que llevasen a Whymer con el otro prisionero, en la antigua alcoba del therk Thabba. Se les dejaría en libertad una vez que hubiera paz entre ellos y los Pantanos, tras lo cual, les dijo a Elthyn y a Maynn que salieran con él, tenía que darles sus siguientes instrucciones, no había tiempo que perder. Mhista hizo el amago de ir con ellos, pero Ofthar le indicó que se podía quedar con Rhime y el resto.

Ofthar y los otros dos salieron de la torre, con el señor delante y se dirigieron hacia los establos.

-   Es hora de poner fin a la guerra -les dijo Ofthar-. Vais a cruzar el puente con banderas de tregua. Os presentaréis ante los tharn de Whaon que queden y les indicaréis que si no se rinden cruzaremos el ejército e invadiremos los Pantanos.
-   Pero eso no es lo que me habías prometido -se quejó Maynn.
-   Mira Maynn, hay que meter el miedo a tus compatriotas -se encaró Ofthar con la mujer-. Si vas con el cuento de un tregua, Whaon no se entregará y tú no podrás alcanzar tu objetivo. En el fondo yo no tengo ganas de invadir tu señorío, pero debemos hacer pensar que sí va a ocurrir. Pero todo esto se lo tienes que hacer llegar tú, Elthyn, pues tú eres el gobernador de Isma. Tú, Maynn, vas como prueba de mi deseo de una paz y que trato bien a los tharns que se rinden.
-   Entiendo -murmuró Maynn poco convencida.
-   Debéis mostrarles el palo antes que la zanahoria -prosiguió Ofthar-. Elthyn, les dirás que la guerra seguirá a menos que se rindan, entreguen a Whaon y su familia y al vil Velery, el traidor. Si están a favor de la paz, lo harán, pues no querrán un ejército destruyendo sus casas y quemando sus campos.
-   Así será, mi señor -asintió Elthyn-. Si acceden a la paz, ¿qué he de hacer?
-   Les dirás que deberán crear una comisión de tharns y señores, que bajo banderas de paz, se les permitirá cruzar el puente y la fortaleza. Levantaremos una gran tienda al otro lado, en los campos y allí se llevará a cabo la negociación para el fin de las hostilidades. Debes dejar claro que solo su compromiso con la paz me hará ser magnánimo, pues quiero justicia por los súbditos de los Prados muertos y los abocados al hambre durante el próximo invierno.
-   Haré lo que pueda.
-   No te preocupes, Elthyn, Maynn te ayudará en lo de convencerlos de que se unan a la negociación, ¿verdad Maynn? -aseguró Ofthar. La mujer asintió con la cabeza-. Cuando volváis os reuniréis conmigo a solas para informarme de lo que se ha dicho y lo que habéis hecho, sobretodo tú, Maynn. Ahora marchaos. Elthyn, que os acompañen una docena de guerreros de escolta.

Elthyn y Maynn se marcharon de allí. Elthyn se encargó de preparar la escolta y Maynn de limpiar el puente del resto de abrojos, así como de los cuerpos de los muertos. Cuando hicieron un pasillo, pudieron marchar al otro lado. Ofthar estaba en lo alto de la puerta del puente cuando llegó Rhime.

-   ¿Crees que esos dos serán lo suficiente hábiles para convencer a los tharns de los Pantanos para traicionar a su señor? -preguntó Rhime, observando cómo la comitiva, bajo una bandera blanca dejaba el puente y se internaba hacia la aldea, de donde aún nacía una humareda, menos densa que antes.
-   Maynn es muy ambicioso, hará todo lo posible para llevar a cabo su plan -indicó Ofthar-. Los convencerá. Así que lo mejor es que hagas levantar una gran tienda para los enviados de los Pantanos, así como un carro para llevar al señor Whaon y a Velery de vuelta a Isma. El verdugo les espera.
-   Espero que estés en lo cierto, no me gustaría tener que invadir los Pantanos -señaló Rhime.
-   No pienso invadirlos, ni pasarme el verano ahí enfangado. Haríamos ataques rápidos para quedarnos con su alimento y las pocas riquezas que posean. No sé cuánto podrán aguantar con ese tipo de guerra, pero por lo menos nosotros recuperaríamos lo que han destruido en los Prados -explicó Ofthar-. Una cosa más, retira todos los muertos del puente. Dejáselos en su ribera, que se encarguen ellos de sus muertos. Que no les roben las pertenencias, será un gesto de buena voluntad.
-   Como desees, mi señor -afirmó Rhime, que se fue a llevar a cabo lo que Ofthar había ordenado.

Ofthar se quedó un rato observando como guerreros, protegidos por las atentas miradas de otros camaradas y los arqueros, iban levantando a los muertos enemigos y los iban cargando hacía la orilla enemiga, donde los iban depositando con gran parsimonia y respeto. Tras un rato y al ver que aun Elthyn y Maynn tardarían en regresar, se fue a la torre, a sus dependencias, a descansar, pues se lo tenía bien merecido. Rhennast ya le avisaría de la llegada de sus embajadores, ya que estaría en la puerta de la sala de reuniones.

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