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martes, 27 de octubre de 2020

Lágrimas de hollín (50)

Habían pasado varios días desde la muerte de Dhert y el territorio de los Osos ya estaba totalmente integrado en el territorio de Jockhel y sus leales, que eran conocidos por los Dorados, ya que Jockhel había cambiado la máscara inicial por una dorada con el mismo grabado de la cara de un mozalbete.

El clan de los Leones, viendo que las cosas se estaban poniendo difíciles había amedrentado a  los pequeños, los Ciervos, los Caballos y los Gatos para formar una alianza contra ellos. Aunque realmente, el último, el de los Gatos estaba desde hacía tiempo aliado con los Leones. El clan de los Gatos era casi mejor llamarlo el de las Gatas, ya que sus miembros eran exclusivamente mujeres. Carecían de un territorio como tal, sino que poseían unas cuantas casas, donde se encargaban de cuidar y enseñar a sus miembros. Eran unas mujeres que se dedicaban principalmente a espiar y asesinar. Solían ser contratadas por gentes de los otros barrios y no solían intervenir en las disputas de los otros clanes. Pero el actual líder de los Leones, el viejo Arghuan se había inmiscuido en la forma de gobierno de los Gatos, haciendo matar a la Dama, la que lideraba el clan y poner a la Dama Guirenna, la actual Dama. Guirenna no solo había roto con las tradiciones y había tomado el mando de una serie de burdeles de La Cresta y de otros barrios. Además casi habían olvidado su forma de vida original, la de ser espías y asesinas.

Fhin había decidido que para acabar con la alianza de los Leones, tanto la actual como la antigua, debía hacer que los Gatos volvieran a tener una Dama más afín con las tradiciones. Bheldur debía encargarse de ello y se puso manos a la obra, pero los Gatos eran más herméticos que otros clanes. Bheldur también se puso a investigar a los Leones, pero tuvo problemas con las espías de los Gatos que protegían los secretos del viejo Arghuan y sus Leones.

Fhin había reunido a su plana mayor en la herrería de Fibius, para ver que había conseguido Bheldur, pero al ver la cara de su amigo, supuso que no traía nada de importancia. Debían ser rápidos o los Águilas se percatarían de su siguiente movimiento, para intentar desbaratarlo. 

-   He perdido un par de muchachos por culpa de los Gatos -se quejó Bheldur tras varios días de investigación-. Solo he conseguido información superficial. A Arghuan le llaman el Lord y de esa manera a la alianza de Leones y Gatos la llaman la Casa de los Lores. No he conseguido nada de ninguno de los líderes, no tengo sus puntos débiles ni una forma de tentarlos. 

-    La Dama Guirenna tiene un gusto por la carne de los hombres jóvenes -dijo una voz a la espalda de todos. Al volverse vieron la cara de Bhorg. 

-    Te esperaba desde hace días, Bhorg -indicó Fhin al tiempo que le señalaba un taburete, como en el que él estaba sentado, así como Bheldur, Phorto y Usbhalo-. Y parece que tienes información para mi. 

-    Pero aunque puedas eliminar a Guirenna, necesitas a una posible candidata que reconozcan el resto de las Gatas -prosiguió Bhorg-. Pero en eso te puedo ayudar yo. Antes de que Guirenna y Arghuan se hicieran la alianza, los Gatos lo dirigía una mujer muy precavida, pero que no vio la jugada de la advenediza Guirenna. Se llamaba Dhirrin y era querida por sus hermanas. Cuando fue asesinada en una celada de los Leones, varias hermanas leales a ella escondieron algo. Jamás revelaron dónde lo escondieron y Guirenna ha gobernado con el miedo en el cuerpo. 

-    Una pregunta Bhorg, ¿cómo es la sucesión de los Gatos? ¿Eligen a alguien o es hereditario? -intervino Fhin. 

-    Es hereditario -respondió Bhorg con una sonrisa. 

-    Me estás diciendo que en algún lugar de La Cresta está escondida la hija de Dhirrin -auguró Fhin-. Y no solo se esconde, sino que la han enseñado las artes del espionaje y el asesinato. Solo espera el momento de la venganza. 

-    No está escondida, sino que se hace pasar por una de mis hijas -anunció Bhorg, más contento. 

-    Qué mejor sitio que esconder a la hija de una reina entre la casa de un lugarteniente de alto nivel de otro clan -ironizó Fhin-. Ni Guirenna ni Arghuan hubieran pensado en esa estratagema. Bhorg, la hija de Dhirrin sabe quien es y está dispuesta a unirse en nuestra guerra. 

-    Pregúntaselo tú mismo, Shar, pasa -llamó Bhorg.

En la herrería entró una muchacha de unos diecisiete años de edad, alta, delgada, muy hermosa. Fhin no hizo ningún gesto, pero Phorto y Bheldur casi se atragantaron al verla. La chica vestía como un hombre y escondía una melena pelirroja bajo un gorro oscuro. De un cinturón colgaban bolsas, estuches y un par de dagas. Sin duda parecía un espía o un asesino. Fhin supuso que ese era la apariencia de una Gata cuando iba a hacer un trabajo.

Fhin sabía que debía hacer que esa mujer se uniese a su causa. Pero sabía también que las venganzas no llevaban a nada bueno, lo había visto con demasiada frecuencia en su vida, ya que él había perpetrado varias. Ordenó a Phorto, Bheldur, Usbhalo y a Bhorg que la dejasen hablar con ella en privado. Bheldur y Phorto se quejaron, pero accedieron al final. Bhorg le dijo algo a la muchacha al oído antes de marcharse. Fhin le señaló un taburete, por si quería sentarse, pero ella prefirió quedarse de pie.

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