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martes, 10 de agosto de 2021

El dilema (88)

Al final, Ireanna apareció de detrás del biombo. Lo que Alvho no pareció demasiado sorprendido de lo que vio, pues ya suponía como Ireanna iba a matar el tiempo extra que tenían. Vestía con una única prenda de gasa, fina, pegada a su cuerpo, que revelaba sus curvas, su cuerpo natural, que tampoco parecía ser muy diferente a lo que Alvho había supuesto al verla vestida. Sin duda había tenido que ser un buen premio para el gran druida, como sacerdotisa.

Ireanna se contoneó para hacerse más apetecible a los ojos de un hombre. Alvho destacó que esa mujer sabía cómo excitar a un hombre. Había visto esa maniobra mejor ejecutada en prostitutas de rango, pero sin duda hacía un buen trabajo. Se acercó a una mesita donde tenía una jarra de madera y varias copas. Sirvió el contenido de la jarra, que si Alvho no se equivocaba era vino en las copas y se aproximó a la cama, sentándose en las piernas de Alvho, entregándole una de las copas.

Ambos acercaron las copas a los labios. Ireanna bebió y Alvho lo simuló. Claramente nunca había bebido cuando iba a matar, el alcohol podía llegar a nublar los sentidos. Ireanna dejó la copa en una de las mesillas que había a cada lado de la cama. Alvho la imitó. 

-   ¿Está bueno, verdad? -preguntó Ireanna sobre el vino, al tiempo que buscaba los botones de la ropa de Alvho. 

-   Podría estar mejor -respondió Alvho, como si fuese un gran entendido. Se dejó desvestir por la mujer. Las vestiduras que había elegido se podían retirar sin que se encontrasen los escondrijos donde escondía sus armas y drogas. 

-   ¿No te parece bueno? Tal vez debas dar un segundo trago -murmuró Ireanna, al tiempo que liberaba el pecho de Alvho de sus prendas. 

-   Tal vez -repitió Alvho tomando las dos copas y entregándole una a Ireanna-. Un segundo trago.

Ireanna tomó la copa que le daba Alvho y se bebió todo el contenido de la misma, lanzando con fuerza la copa contra el suelo de piedra. Alvho simuló beber y dejó la copa sobre la mesilla. Ireanna estaba desatando el cinturón de Alvho, mientras se movía sobre las piernas de Alvho, para estimularle. Este suspiró y decidió que la complacería. Empezó a acariciar con las puntas de sus dedos la piel de Ireanna, desde los muslos, subiendo poco a poco, introduciendo sus manos debajo de la prenda de gasa, haciendo que esta ascendiera con ayuda de los brazos de Alvho.

En poco tiempo ambos se quedaron desnudos, por lo que Alvho se tumbó en la cama, arrastrando con él a Ireanna. La mujer que no le gustaban que la dominasen, pronto se encaramó encima de Alvho, mientras manoseaba el miembro de Alvho, para que estuviese listo para lo que ella esperaba de él. Cuando creyó que había conseguido algo digno de su labor, se alzó ligeramente, y con la ayuda de sus manos, guió al miembro de Alvho hasta su interior. La mujer lanzó un ligero suspiro y una sonrisa de triunfo se iluminó en su cara. A partir de entonces, ella mandó en todo el tiempo que estuvieron disfrutando.

Alvho se dedicó a mantener a Ireanna en un nivel de placer que parecía que la mujer no había conseguido nunca, ya que jadeaba ostentosamente. Hasta que ella no llegó a su frenesí, Alvho estuvo manteniendo un ritmo constante. A Ireanna le parecía que ella mandaba en ese juego, pero hacía rato que Alvho la había retirado y era él quien había puesto un ritmo y un esfuerzo continuo.

Ireanna, cubierta de sudor y tras un espasmo de placer, se dejó caer a un lado de Alvho. Este intentó calcular cuánto llevaban en esa cama y pudo vaticinar que tal vez un par de horas. Ireanna se tumbó de costado, exhausta, mostrando la espalda a Alvho. Este se limitó a acariciarla por gusto, no porque estuviera deseoso de seguir la fiesta. Si no se equivocaba, Ireanna ya no podía más. Había llegado a su máximo. 

-   ¿Estás bien? -preguntó Alvho a la mujer. 

-   Me has engañado, ¿verdad? -murmuró Ireanna, como si no quisiera hablar más alto. 

-   Veo que te has dado cuenta -contestó Alvho-. Creo que ahora es mejor hablar. ¿Me responderás a unas preguntas? 

-   Me has ganado en mi propio juego -se rió Ireanna-. Mereces las respuestas, pero no te demores en hacerlas, pues pronto me dormiré.

Alvho asintió y se pegó a la espalda de la mujer. Era el momento que Ireanna se sincerase con él. Había cosas que ella sabía de Ulmay, información que Alvho necesitaba.

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