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martes, 11 de enero de 2022

El dilema (110)

Tras el abrazo, los hombres de Alvho se retiraron hacia el interior de la ciudadela y los dos tharns le siguieron, junto a los refuerzos. Ilbhal hablaba con Asbhul. Cuando alcanzaron la altura de Alvho el tharn Ilbhal le indicó que había hecho bien. Nunca debería haberle dejado pasar, no hasta que un tharn reconociera al recién llegado. Incluso indicó que le había gustado la negativa continuada del therk. Tras ellos, los refuerzos se internaron en la ciudadela. Al poco tiempo, los hombres de Alvho recibieron órdenes de regresar al castillo norte, y que descansasen. 

Por lo que pudo sonsacar Alvho, el señor Dhorkke había conseguido que un buen contingente de guerreros cruzasen el río, siguiendo el curso, más allá del puente, donde parecía estar más pausado y Ilbhal les había hecho avanzar a la carrera. Cuando habían llegado al campo de batalla se dieron cuenta que el enemigo atacaba los muros en construcción y asaltaron la retaguardia enemiga. Es verdad que en su avance parte de las fuerzas enemigas habían huido, pero la mayoría de ellos habían quedado atascados entre los dos frentes, lo que había sido más fácil para acabar con ellos.

Una vez que Alvho hubo replegado a sus fuerzas, dejando la entrada a los refuerzos, el tharn Asbhul lo llamó a que se presentase en la tienda de Gherdhan. Alvho pensó que se había llamado a todos los tharns y therks de la ciudadela, pero al llegar se encontró que estaban cuatro tharns, dos eran los primos Ilbhal y Asbhul. Los otros dos eran los dos que estaban siempre con el canciller. 

-   Bienvenido therk Alvho, su defensa de la puerta es lo que nos ha hecho sobrevivir lo suficiente para que el tharn Ilbhal encontrase supervivientes -dijo Gherdhan como saludó a Alvho, que se volvió a los otros tharns-. El tharn Ilbhal trae órdenes del señor Dhorkke. Han vuelto a trabajar en el puente y en unos días podrá volver a ser operativo. Nuestro señor y el tharn Orthay cruzaran el río. Por lo que ha indicado el tharn Ilbhal, los Fhanggar huían de sus hombres, hacia las llanuras, presas del peor miedo. Creo que hemos ganado la guerra. Pero no quiero vender la piel del oso antes de cazarlo. Por lo que vamos a seguir esta noche atentos. 

-   ¿Y si no nos atacan esta noche? -preguntó uno de los tharns desconocidos para Alvho. 

-   Pues habremos sobrevivido -indicó Gherdhan. 

-   ¿Y los del castillo del puente? 

-   Espero que al ver que hemos vencido salgan por sus propios pies -dijo Gherdhan-. Y si no, cuando llegue el señor Dhorkke, tendrán que salir si o si. Ahora id a descansar con vuestros hombres, el tharn Ilbhal y los suyos se encargarán de la defensa.

Alvho fue el único que se marchó, ya que los tharns no se movieron. Seguramente tenían que hablar con el canciller. Alvho regresó a la torre que usaba como cuartel. Le esperaba comida caliente y tras terminar se quedó profundamente dormido. El cansancio no le permitió hablar con nadie.

A la mañana siguiente, se enteró que el ejército enemigo se había marchado. Se habían dejado cientos de muertos tras ellos, así como tiendas y ciertas riquezas. Gherdhan ordenó recuperar todo lo que pudieran y enterraron a los Fhanggar muertos. De esa forma no atraerían a las bestias salvajes de las llanuras, impidiendo que todo el lugar se convirtiese en un sitio peligroso. Aibber dirigió unas escuadras de sus hombres, que limpiaron la zona entre lo que quedaba de la empalizada y los muros en construcción. El canciller puso a hombres a reconstruir las empalizadas exteriores, usando todo lo que pudieron encontrar. Solo cuando los primeros carros llenos de oro, joyas y armas, expoliadas a los Fhanggar muertos, se empezó a ver a los druidas de Ulmay. Por lo visto el druida quería su parte del botín, pero sin el patrocinio del señor Dharkme, sus quejas cayeron en saco roto. Gherdhan se negó a satisfacer su codicia y le indicó que si tenía quejas podía hablar con el tharn Ilbhal, enviado del señor Dhorkke. Estas insinuaciones hicieron que el druida se callase y se volviese a sus rezos.

Como había pronosticado Ilbhal, el puente se arregló en un par de días y antes las primeras barcazas con suministros pudieron volver a cruzar el río, que se había calmado. Llegaban suministros, y volvían al otro lado con los heridos más graves. Pronto llegaría el señor Dhorkke y se arreglarían las cosas.

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