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sábado, 29 de enero de 2022

El reverso de la verdad (63)

Andrei se despertó cuando aún era de noche. Junto a él dormitaba Helen, completamente desnuda. Recordaba perfectamente lo que había pasado entre ellos y estaba muy satisfecho, aunque no sabía que podía pensar de ello la chica. De todas formas, era hora de ponerse en marcha. Se deslizó sobre la sábana, con todo el cuidado, para evitar que Helene se despertase. Recogió del suelo sus calzoncillos y el resto de su ropa, que había acabado depositada en cualquier parte, donde ella las había lanzado. Antes de meterse en el baño, recolocó la manta para que Helene no pasase frío.

En el pequeño cuarto de baño se aseó, pero no se duchó ya que no quería que el ruido despertase a Helene. Había llegado a un acuerdo con Markus, para que este le ayudase. Helene se quedaría a modo de prenda con Marie. Markus se había vuelto precavido con los años, pues cuando eran equipo siempre era el más alocado. Cuando pensó que estaba lo más arreglado posible, se vistió, salió del baño, recuperó su pistolera y la chaqueta de dónde las había dejado la noche anterior y se marchó en silencio.

Recorrió los pasillos con cuidado y descendió al piso inferior. Una luz le indicó que Markus ya le esperaba. Se dirigió hacía la luz, que era la de la cocina. Markus estaba sentado en la mesa, bebiendo de una taza y tenía unas rebanadas untadas con mermelada sobre un plato frente a él. 

-   Buenos días, Rochambeau, espero que hayas tenido una buena noche -saludó Markus, guiñándole un ojo, lo que mosqueó a Andrei-. La cafetera está aún caliente y hay más rebanadas. Es pan casero, bueno del pueblo. Pero está rico, no es como las rebanadas de sándwiches. 

-   Tomaré un poco de café -indicó Andrei, acercándose a la cafetera. 

-   Tienes tazas en el armario sobre la placa -dijo Markus, que le daba la espalda, pero supuso lo que quería-. Pensaba que querrías desayunar algo más. Hay que recuperar las fuerzas y diría que anoche gastaste muchas… 

-   Estoy perfectamente, Guichen -le cortó Andrei, al tiempo que tomaba una taza y vertía parte del contenido de la cafetera en la taza-. El sueño ha sido reparador, me beberé el café y estaré listo. 

-   Vale, vale, no hay que ponerse así, Rochambeau -aseguró Markus, levantando las manos-. No me gustaría que te desmayaras de cansancio, en plena faena. ¿Cuando quieras nos vamos? 

-   Me bebo esto y nos podemos ir -afirmó Andrei.

Andrei echó un poco de azúcar en el café, lo revolvió y se lo bebió con rapidez. Markus resopló y terminó sus rebanadas. También dio cuenta de su café. Recogió las tazas y los platos, dejándolos en el fregadero. Ambos hombres se marcharon de la cocina, se dirigieron por unos pasillos hasta el garaje de la propiedad. Era un garaje amplio, tanto que cabrían varios vehículos, pero ahora solo estaba el coche alquilado de Andrei y un land rover de Markus, un todoterreno grande y negro. Markus activó la llave a distancia. Ambos se montaron en el coche negro y Markus arrancó el motor. Se pusieron en marcha. Sacó el coche en marcha atrás, una vez que el portón se elevó. Recorrió el camino de gravilla hasta la verja exterior y cuando esta se quitó, salieron a la carretera. Markus estuvo parado un tiempo delante de la verja, esperando a que esta se cerrase. 

-   Deberías haber cogido una chaqueta de mi padre, eso que llevas está destrozado -dijo Markus mientras esperaba a que se cerrase la verja. 

-   Ya me pillaré una nueva en la ciudad -espetó Andrei, como si no le gustasen los consejos de Markus. 

-   Como quieras -afirmó Markus antes de callarse de nuevo, su viejo camarada no parecía tener ganas de hablar demasiado. Tal vez durante el viaje se volvería más comunicador, pensó Markus.

La verja se cerró completamente y Markus puso en movimiento el land rover. Tenían un buen rato de camino. La noche aún no había dado paso al día y por ello, las farolas, distantes ya que era un camino rural, seguían encendidas. Hasta que no se acercaran más al pueblo, no habría más luz, por lo menos artificial. Una vez allí, tomarían el camino a la ciudad, el inverso al que habían hecho Andrei y Helene el día anterior.

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