Los últimos miembros del consejo, Rhymior, el maestro de melodías,
Yhimios, la maestra de tejedoras y Gynthar, llegaron tras un rato. Lybhinnia se
pasó el tiempo relajada, pues casi nunca solían hablar con ella el resto. Lo
más seguro es que fuera porque era la más joven de todos ellos. Gynthar se
acercó a ella y la zarandeó.
-
Ya está el consejo reunido -anunció Gynthar, con un tono diferente
a otras ocasiones.
Lybhinnia le miró y descubrió que el guerrero parecía distinto a
los últimos días, no parecía ni huraño ni altivo, sonreía y parecía sincero. No
le guardaba rencor alguno. Parecía que todo había vuelto a como era antes de la
proposición. Se puso de pie y se unió al resto, que formaban un círculo en el
centro de la plataforma.
-
Amigos, os he hecho reunir, de urgencia, porque hay un problema
que nos concierne y que pronto nos va a tocar de lleno -comenzó a hablar
Armhiin-. Algo malvado está ocurriendo en el bosque de Fhyren, algo que si no
ponemos remedio puede provocar un daño irreparable. Antes de que empiece una
discusión, quiero que Lybhinnia nos cuente cómo les fue la cacería de ayer.
-
No demasiado bien -intervino Vyridher- Otra vez han vuelto de
vacío. Si no fuera por lo que obtenemos en la arboleda, hace tiempo que
nuestros hijos habrían muerto.
-
Vyridher no es tiempo de reproches, no es lo que toca ahora
-regañó Armhiin, como un padre decepcionado a un hijo rebelde-. Lybhinnia, por
favor.
Lybhinnia asintió con la cabeza, empezando a relatar la jornada
anterior, como se habían marchado, la ruta que habían seguido, lo que habían
visto, o más bien lo que había faltado. Las penurias hasta que sus compañeros
encontraron las huellas del ciervo, como lo hostigaron hasta que prepararon la
trampa. Todos los miembros del consejo, incluido Vyridher, escucharon en
silencio, casi sin moverse, parecían estatuas. El relato de cómo cazaron al
ciervo le llevó bastante tiempo, pero eso fue porque la cazadora quería que se
supieran todos los detalles. Algunos, sobretodo Vyridher puso mala cara cuando
relató cómo había cortado el trozo de carne, todos sabían lo que eran las
tradiciones y les gustaban cumplirlas. Pero cuando habló de cómo era el
interior del cuerpo del ciervo, se les relajó los rostros, excepto a Vyridher.
Terminó con la narración y se sumió en el silencio colectivo.
-
Aparte del asunto del primer corte, alguien quiere opinar algo
sobre el incidente -indicó Armhiin, que ya había visto la cara de Vyridher y
supuso de lo que querría hablar.
-
Me ha sorprendido lo de la carne putrefacta. ¿Cómo el animal podía
seguir vivo si estaba muerto por dentro? -preguntó Ulynhia, con cara
preocupada.
-
Una maldición, muy arcana, muy peligrosa -contestó Armhiin, que
era el único que podía responder a esa materia-. Lybhinnia trajo un trozo de
carne, para que pudiera ver el problema. Hacía mucho que no había visto algo
así, desde que era muy joven y servía a otro mhilderein, un alma oscura en el
interior de otro cuerpo. En aquella época fue un mago quien propició ese
problema.
-
¿Un mago? -preguntaron casi todos los presentes a la vez, excepto
Gynthar y Lybhinnia, que no habían coincidido con ninguno, pues ya no había
magos entre su gente. Y los humanos no parecían tan poderosos para ligar almas
con animales.
-
No he dicho que haya un mago detrás de esto, no he notado magia de
ese tipo en este asunto -aclaró Armhiin antes de que se liara el asunto-. Como
no tenemos información suficiente para tomar una decisión clara, quiero enviar
a alguien al norte, a la arboleda de Lhym, la mhilderein Shiymia es más vieja y
sabia que yo, además son los más cercanos al reino humano del norte, por ello
tendrán más información sobre este asunto.
-
Debemos elegir a miembros útiles y hábiles -puntualizó Vyridher.
-
Bien dicho, Vyridher, por ello creo que Gynthar y Lybhinnia son
los idóneos -señaló Armhiin, mientras los miembros asentían con la cabeza.
-
¿Ellos dos? -preguntó Vyridher incrédulo-. El mejor guerrero de la
arboleda, lo que nos hará que nuestro nivel defensivo baje y una cazadora que
no puede coger ninguna presa. No veo que sea lo más idóneo, sobre todo si nos
has comentado que estamos ante un peligro tan importante.
-
Yo no lo veo así, Dhearryn puede defender bien el cercado, es tan
buen guerrero como yo -señaló Gynthar.
-
Además tendrá a los cazadores con él, porque no voy a permitir
nuevas cacerías hasta que regresen -añadió Armhiin-. Supongo Vyridher que
tienes suficientes alimentos almacenados para aguantar los días que estén
fuera.
Vyridher le miró con cara de pocos amigos, pero se limitó a
asentir con la cabeza, porque no iba a lanzar un improperio a la persona más
importante de la arboleda.
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