Fhin se acercó a Terbus y le dio una
patada al gladio alejándolo de la mano de su dueño. Junto al cuerpo de Terbus
se empezaba a formar un pequeño charco de sangre. Sabía que el líder de los
Serpientes no duraría demasiado, pues aparte del costado tenía más cortes por
el resto del cuerpo.
- Luchas como un verdadero veterano, chico
-dijo Terbus, mirando hacia arriba-. Pero ahora te frenas a la hora de terminar
el trabajo. Pocos Serpientes quedan ya. Con mi muerte nuestro territorio será
tuyo. Pero recuerda esto, los otros clanes no tolerarán tu reinado, señor de la
Cresta.
- Puede ser que no lo quieran ver, incluso
que se interpongan, pero no me pararán, Terbus, pues todos y cada uno de ellos
luchan desunidos, temiendo las traiciones, como tú -le respondió Fhin, dando
vueltas alrededor de él-. Llevan tanto tiempo temiendo a los que les rodean que
se han olvidado de lo importante.
- ¿Qué es lo importante? -preguntó con
curiosidad Terbus, pero Fhin no le respondió.
Fhin se agachó por la espalda y le cortó
el cuello de un único tajo. La sangre manó a borbotones y Terbus cayó hacia
atrás, apoyándose en el cuerpo de Fhin. Al retirarse éste, acabó tumbado sobre
el suelo, muerto. Bheldur y Usbhalo se acercaron a Fhin y le dieron palmadas en
la espalda, dándole ánimos por su gran batalla y hablando de los bien que había
terminado el plan. Fhin descubrió que sus dos amigos respiraban rápidos, lo que
indicaba que estaban cansados.
Phorto y sus hombres se aproximaron
cautelosamente. Fhin le sonrió y guardó sus dagas. Phorto y el resto de los
Carneros seguían con sus armas en las manos, goteando sangre.
- Has matado al señor de los Serpientes
-indicó Phorto-. Eso te hace el nuevo señor del territorio.
- Vaya, es el segundo rey Serpiente que mato
-dijo Fhin, haciendo unos movimientos para evitar que el cansancio pudiera con
él-. Bueno es lo que había que hacerse. Creo que teníamos un trato, Phorto. No
vas a hacerlo real.
Phorto se lo quedó mirando. Bheldur y
Usbhalo, al ver que el líder de los Carneros dudaba en llevar a cabo lo que le
había prometido a Fhin, temieron una traición por su parte. Bheldur pensó que
tal vez la ambición que parecía no existir en el corazón de Phorto hubiera
aparecido por fin. En este momento, cuando los tres estaban cansados y los
Carneros eran más, no lo tendrían tan fácil para sobrevivir. Usbhalo agarró con
fuerza el asta de su hacha, listo para defender a su amigo.
Pero el líder de los carneros se arrodilló
y los que estaban con él, lo imitaron al momento. Fhin los miró con esa sonrisa
que ponía cuando lo que había ideado le salía bien. Bheldur ya la había visto
otras veces y respiró tranquilo, dándole unas palmadas a Usbhalo, para que se
relajara.
- Yo, Phorto, líder de los Carneros te brindo
mi lealtad -juró Phorto-. Yo y mis hombres te seguirán allí donde tus
decisiones nos lleven.
- Puedes levantarte Phorto, pues hay muchas
cosas que hacer -pidió Fhin, haciéndole un gesto con la mano-. Estos son mis
principales colaboradores, Bheldur, que recaba la información que necesitamos y
Usbhalo que me presta su fuerza. Para ti y para todos soy Jockhel, señor de la
Cresta. Phorto, te quiero a mi lado, en mi camarilla, pues eres el indicado
para dirigir a nuestras huestes. Serás mi primer general.
- Seré lo que desees, mi señor -asintió
Phorto, que no esperaba que Jockhel le incluyera en su camarilla y menos como
líder de los hombres. Este nuevo líder parecía ambicioso, pero también más
inteligente que otros que había conocido.
- Para mí me basta con que seas Phorto, pero
bueno, ya hablaremos de esto más tarde -indicó Fhin-. Lo primero es terminar
con lo que se ha empezado. Los Serpientes no han sido acabados del todo y
tampoco los Nutrias. Phorto, te llevarás a tus hombres hasta la guarida de los
Serpientes y a los que queden les darás a elegir, servirnos o morir. Yo debo
enfrentarme a Oltar de los Nutrias.
- No creo que los Serpientes me reciban
demasiado bien -añadió Phorto.
- Llevarás un presente para ellos -afirmó
Fhin-. Usbhalo, por favor.
Usbhalo dio un paso hacia delante y
descargó su hacha, cercenado la cabeza de Terbus, ante la mirada de Phorto.
- Dudo que tengan problemas para elegir
-señaló Fhin.
- Los Serpientes que queden se unirán a
nosotros ante esa visión -aseguró Phorto, que sabía que los que quedaban serían
los miembros de más bajo nivel, pues Terbus había venido a la trampa con sus
mejores hombres-. Pero no sé cómo Oltar te recibirá. Le has traicionado.
- ¡Oh, el viejo Oltar es más bien estúpido!
-espetó Fhin-. Se ha dejado convencer de mis palabras, pues tiene un mal que le
adolece por encima de todo. Solo había que dejarle creer que era lo que no soy.
No verá la traición aunque la tuviera delante.
- ¿Y los Nutrias que se han rendido? ¿Qué
hago con ellos? -preguntó Phorto.
- Tráelos, quiero hablar con ellos -ordenó
Fhin.
Phorto asintió y dio las órdenes precisas
a sus hombres que se dirigieron al callejón para traer a los Nutrias que habían
hecho prisioneros.
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