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martes, 16 de marzo de 2021

El dilema (67)

La reunión se dio por terminada y Ulmay se marchó, preparando a su grupo para marcharse de inmediato, pero debido a la hora que era, con la noche echándoseles encima, decidió posponer la marcha hasta el alba. Parece que no se iba a quedar tres días con ellos, ni se iba a quedar a razonar con los Fharggar. Parece que lo que había contado Alvho sobre las crónicas le había asustado o por lo menos le había abierto los ojos. Aun así no se le vio durante la cena de la victoria que ofreció Asbhul a sus oficiales. La idea era gastar parte de los suministros que tenían y que podrían ser una carga en el regreso. Esa noche los hombres la disfrutarían, pues en los días siguientes deberían trabajar como locos y prepararse para lo peor.

Alvho antes de dejar la reunión había conseguido de Asbhul y Selvho un trato especial para Alhanka, que dejaba de ser botín, para convertirse en una de sus guerreros. La mujer no sabía qué significaba eso, pero cuando se reunió con el resto de su peculiar grupo, los jóvenes le explicaron cuáles eran sus nuevas funciones y para sorpresa de ella, ninguna estaba relacionada con compartir lecho con Alvho o con todos ellos. Aunque estaba seguro que por lo menos Aibber la deseaba, pero no lo decía. Alhanka conocía bien el lenguaje de los ojos.

Alhanka no pudo reunirse con Alvho hasta que este regresó de la fiesta dada por el tharn. Cuando Alvho regresó a su tienda, vio que sus chicos seguían disfrutando de la cerveza y los suministros que les habían asignado, rodeando el fuego que tenían. 

-   Ya me parecía que alguien no estaba disfrutando de la presencia de sus compañeros -dijo Alvho cuando la vio sentada en el catre de Aibber, lo que le hizo sonreír-. Así que el joven silencioso ya se ha armado de valor. 

-   No, aún está cogiendo valor fuera -se burló Alhanka por la chanza de Alvho-. Yo quería hablar contigo. Cuando el tharn me ha entregado a tu grupo pensaba que era otra cosa. 

-   Supongo que me gusta devolver los favores o pagar mis deudas -murmuró pensativo Alvho-. Además en mi grupo fallaba algo. Me falta un explorador nativo. Un lugareño que me enseñe un mejor camino o lo que estoy viendo. Pero aunque no me hubieras hablado de nuestros peligros, no pensaba usarte de la misma forma que lo estaban haciendo los Fharggar. Además no sé porque pero me parece que Aibber no me lo hubiese perdonado y ese joven promete mucho. Ayúdanos y cuando lleguemos a la fortaleza, podrás ser libre o quedarte con nosotros. A mi poco me importa si hemos vuelto a la fortaleza. 

-   ¿Qué es la fortaleza? 

-   Eso ya lo verás cuando lleguemos -se hizo el enigmático Alvho-. Y ahora mejor que me duerma. Mañana tenemos que controlar lo que nos rodea. No quiero que los Fharggar se aproximen sin que nos enteremos.

Tal y como había dicho Alvho a la mañana siguiente él y su grupo se tuvieron que marchar a tomar puestos estratégicos para tener controlado el horizonte, hacia todas partes. Alvho, acompañado por Aibber y Alhanka iban y venían con los caballos que les habían arrebatado a los Fharggar muertos entre el campamento y las posiciones de sus hombres a recibir los informes.

Mientras estaba fuera no vio la marcha de Ulmay con su cortejo y con las columnas de esclavos que habían hecho en la escaramuza. Tampoco vio partir el mensajero con órdenes a las guarniciones de los campamentos que el ejército de vanguardia habían levantado. El tharn les instaba a recoger lo esencial, para unirse a ellos cuando llegasen. Lo que no pudiesen llevarse, había que destruirlo. Aunque podían enviarlo de vuelta a la fortaleza. quedaba en manos de cada therk decidir lo que debían hacer.

Los días que había augurado Selvho antes de marcharse pasaron uno tras otro y cuando amaneció el cuarto día, el ejército de vanguardia comenzó el retorno. Pero la marcha se inició con una mala noticia. Los hombres de Alvho habían visto un jinete. Aunque muchos de los therk, reunidos en el estado mayor se rieron por ello, Alhanka aseguró que si había un jinete los Fharggar estaba detrás seguro. Por ello, Asbhul por petición de Selvho y Alvho cambió las órdenes de marcha. El ejército no haría paradas para dormir, sino que harían pequeñas paradas. Una hora cada cuatro para descansar y alimentarse. De esa forma podrían ganar tiempo y distancia con su enemigo.

Alvho y los suyos mantendrían la vigilancia constante a la retaguardia y la posición de los jinetes de los Fharggar que parecía que aún no les habían detectado, pero que cuando llegasen a la ensenada desierta, la cosa cambiaría pronto, porque empezarían a buscarles con ahínco o eso es lo que creía Alhanka y por ellos también Alvho.

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