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martes, 23 de marzo de 2021

Lágrimas de hollín (71)

A Vlannar le despertó una gota de agua que le golpeó en la frente. Abrió los ojos con cuidado y se dio cuenta que estaba en una celda o algo parecido. Veía los barrotes, aunque las paredes parecían ser de roca viva. Tal vez un sótano o una gruta que la habían transformado en prisión. No recordaba que el imperio tuviera algo parecido en la ciudad. Por lo que le debían haber sacado de allí. En ese momento, recordó el garrotazo, por lo que intentó tocarse la nuca, pero las manos estaban unidas por grilletes y estos mediante una cadena a una pared. Al moverse, la cadena tintineó. Estaba sentado en el suelo, frío. 

-   Vaya, me han traído un compañero de prisión, que considerado es Jockhel -dijo alguien a su derecha, al otro lado de los barrotes. Pero con la oscuridad de ese lugar no pudo ver la cara de su compañero. ¿Y tú qué le has hecho al señor de La Cresta? 

-   No lo sé -mintió Vlannar. 

-   ¡Oh, vamos! -exclamó el hombre-. Si estas aquí es que le has fastidiado en algo, aunque aún no se ha decido a matarte. 

-   ¿Por eso estás aquí? -inquirió Vlannar-. Aunque la pregunta mejor es, ¿dónde diablos estamos? 

-   Estás en la prisión que tiene Jockhel debajo de su cuartel principal -indicó el hombre-. Solo los más importantes de sus hombres conocen este sitio. Así que no esperes que nadie venga a ayudarte. Pues solo los que tienen una lealtad plena en él saben de este lugar. Para el resto del mundo tú ya estás muerto. ¡Ja ja ja!

La carcajada final le pareció la de un loco. Tal vez llevaba allí tanto tiempo que había perdido la cabeza o ya estaba loco antes de acabar en la celda. Él esperaba poder salir o escapar antes de acabar como él. Justo en ese momento escuchó unos pasos que se acercaban. 

-   ¡Hum! -dijo el hombre-. ¿Vendrán por ti? ¿O tal vez sea Gholma a darme mi ración de hoy? 

-   ¿Quién es Gholma, el carcelero? -quiso sacar información Vlannar, por sí le pudiera ser útil-. ¿Qué ración?

El hombre permaneció en silencio, mientras que al otro lado de los barrotes y la puerta, una luz comenzó a iluminar la celda. Cuando la luz que se acercaba empezó a llenar la celda de al lado, consiguió ver a su vecino. Una arcada le subió a la boca al ver la cara de este. estaba hinchada, con cortes y moratones por todas partes. La nariz parecía rota varias veces y reconstruida por un alguien que no sabía hacer ese trabajo. No era capaz de ver los ojos del hombre, si es que no se los habían arrancado aún. Los dedos de las manos estaban rotos y carecía de uñas. La ropa eran unos andrajos que no tapaban nada de un cuerpo destrozado por los golpes y la tortura. Incluso él, que no dudaba en torturar a la gente por orden del imperio, estaba espantado por la rudeza que habían tratado a ese hombre.

Pero la luz se detuvo ante la puerta de Vlannar, que fue abierta por un hombretón que tenía que ir agachado para no golpearse con el techo bajo de la gruta. Tras el hombre aparecieron dos más, que se encargaron de levantar a Vlannar del suelo. 

-   ¿Qué le ha hecho este hombre a Jockhel, Gholma? -preguntó el hombre. 

-   ¿Te ha caído simpático? -inquirió Gholma con su vozarrón-. Pero seguro que se le ha olvidado contarte que le ha enviado Dhevelian para matarte. ¿Te lo ha dicho, Inghalot? ¿No verdad? ¡Llevaoslo de aquí de una vez! 

-   ¿Vlannar de Thury? -murmuró Inghalot, pero ya se lo llevaban de allí.

Vlannar era llevado en volandas, de vuelta a la superficie, mientras daba vueltas a lo que había visto. El gran Inghalot era prisionero de Jockhel y este le mantenía vivo, pero bajo tortura constante. Que había hecho para merecer ese trato. Pero si así estaban las cosas, quién le había mandado la carta amenazante al alto magistrado. El torturado Inghalot no había podido ser. Ya no tenía forma de llevar a cabo su amenaza contra Dhevelian, pues no podía escapar de sus captores. Jamás podría salir de allí y dudaba que sobreviviese mucho a la tortura que le provocaban. Sería información lo que necesitaban de él. Tal vez les había relatado lo que sabía de Dhevelian y era Jockhel el que estaba amenazando a Dhevelian. Pero porqué no usar su propia identidad y no la de un viejo. 

-   ¿Por qué torturáis así a Inghalot? -inquirió Vlannar, esperando sonsacar algo al carcelero, ya que siempre se iban de la lengua. 

-   No es asunto tuyo lo que Inghalot le hizo a Jockhel -respondió Gholma-. Lo que nos hizo a todos. Solo recibe un castigo que se merecía desde hace mucho tiempo, el que el gran Bhall le reserva a los traidores. 

-   Querrás decir Rhetahl -le recordó Vlannar, que no soportaba la tozudez de los lugareños de la provincia a negarse a aceptar el culto imperial. 

-   Ese falso dios no me importa en absoluto -espetó con asco Gholma-. Y Jockhel solo me ha ordenado que te lleve ante él. Pero no me ha dicho cómo debes llegar. así que si no quieres recibir otra, cierra tu maldito pico imperial.

Vlannar cerró la boca y se dejó llevar por sus captores. Esperaba sacar algo más interesante de Jockhel que del resto de sus hombres.

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