Seguidores

martes, 23 de marzo de 2021

El dilema (68)

El tharn Asbhul se había llevado una sorpresa mayúscula cuando alcanzaron el primer campamento en la ruta y se les habían unido cincuenta guerreros jóvenes, al mando de un therk anciano y un número parecido de arqueros. Por lo visto, en el último momento, tras la marcha del ejército de vanguardia, el canciller y otros cortesanos habían convencido al señor Dharkme que era mejor quedarse en la fortaleza y que cuando Asbhul encontrase el emplazamiento de la reliquia, el ejército principal se moviese a aplacar al enemigo. Los campamentos habían recibido unas guarniciones escasas con tropas bisoñas dirigidas por viejos. Claramente no eran los veteranos de los clanes nobles. No se diferenciaban en nada de los reclutas del ejército de vanguardia.

Cuando Asbhul preguntaba por los jinetes que había visto llegar con las guarniciones, los therk informaban que esas unidades de escolta regresaban a la fortaleza. Sin más explicaciones y con el malestar de Asbhul los miembros de las guarniciones se sumaban al grueso de su ejército y tomaban el camino de regreso al río. Por lo que recordaba Asbhul tenían que pasar por ocho campamentos antes de alcanzar el río. Esperaba que la suerte estuviera con ellos.

Pero al igual que Ulmay les había dejado con rapidez, parecía que la suerte o los dioses les habían dado la espalda. Al dejar atrás el tercer campamento, Alvho anunció que había visto partidas de búsqueda en su retaguardia. Los Fharggar debían haber alcanzado la ensenada y buscaban a quien les hubiese atacado. Pronto darían con ellos. Por lo que Asbhul no le quedó más remedio que apretar el paso. Debían conseguir la mayor distancia entre ellos y sus perseguidores. Incluso le pidió a Alvho que hiciese alguno de sus trucos. Aun con la cara de incredulidad que pareció poner Alvho, el tharn sabía que el hombre, con ayuda de su exploradora nativa intentaría volver locos a sus perseguidores.

Y Asbhul no se había equivocado. Alhanka enseñó a sus nuevos compañeros a luchar a caballo y de esa forma fueron realizando emboscadas a ciertas partidas enemigas. Siempre a las que seguían caminos diferentes al que seguía la columna. De esta forma, esperaban que los Fharggar perdieran tiempo siguiendo otras rutas. Incluso si encontraban los restos de un campamento, dejaban huellas hacia otras direcciones. Se escondían de los vigías enemigos. Durante los días siguientes su juego del gato y el ratón parecía dar resultado, pero por alguna curiosa vicisitud, los Fharggar dieron con el ejército de vanguardia, cuando abandonaban el último de los campamentos, con las tropas cansadas, pero dispuestas a alcanzar la seguridad de la fortaleza.

Cuando Alvho avisó del peligro que se les venía encima a Asbhul, el tharn achacó el fallo a que se habían demorado en el campamento. El therk al mando había recibido órdenes de Ulmay de que no debía dejar el campamento por nada del mundo. El cabezota therk y el tharn habían discutido durante demasiado tiempo y eso le había permitido al enemigo localizarles. 

-   Ese maldito therk, si ha provocado que pierda a mis hombres, le mataré yo mismo, cuando no lleve su espada -espetó Asbhul, montado en su caballo, mientras los guerreros avanzaban-. Alvho, debes marchar con tus hombres a la fortaleza y avisar al canciller Gherdhan de nuestra penosa situación. Toma mi anillo como prueba de mis órdenes. Que se preparen para recibir a los Fhanggar a última hora de la tarde. Si no llegamos a esa hora, no manden refuerzos. estaremos todos muertos. Y si es ese el caso, ¿puedo pedirte un último favor? 

-   Lo que queráis mi tharn -afirmó Alvho. 

-   Mata al traicionero Ulmay, de la forma que prefieras -ordenó Asbhul-. Puedes hacerlo que parezca un suicidio, como la muerte de Aurnne o como un asesinato. Me da lo mismo como, pero que no tenga su futuro dorado.

Alvho no respondió, pues se había sobresaltado porque el tharn supiese que él había matado al tharn Aurnne, pero no le preguntó sobre ello, pues podría ser que solo le estuviera poniendo a prueba. Simplemente asintió con la cabeza. Alvho y su grupo se pusieron en marcha, adelantándose al ejército de vanguardia, que formó en cuadro cerrado, con los escudos a los lados y listos para colocarlos sobre sus cabezas cuando les atacasen con flechas. Si el enemigo se acercaba demasiado, se defenderían con sus arqueros, que había dispuesto entre los guerreros. Sus hombres no caerían como sus orgullosos ancestros, Asbhul había decidido que era mejor retroceder que pelear de frente.

A su vez, la columna la cerraba su mejor cuerpo, el de Selvho, los más veteranos o mejor instruidos, gracias a la tenacidad y laboriosidad del veterano therk. Si los Fharggar se acercaban con malas intenciones, Selvho les iba hacer pagar su osadía. era un plan que habían elaborado los dos juntos, tharn y therk.

Alvho volvió por última vez la cabeza, al llegar a lo alto de una loma, para ver a la columna que formaba el ejército de vanguardia y mucho más allá vio la nube de polvo que creaban los jinetes Fharggar acercándose a la retaguardia de la columna. Pero espoleó su caballo, pues él también tenía una misión que llevar a cabo, una importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario