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martes, 30 de marzo de 2021

El dilema (69)

Alvho había sido llevado ante la presencia del canciller Gherdhan, según él y su grupo había alcanzado la fortaleza. No se habían detenido a ver los cambios, pero eran importantes. Los centinelas habían hecho que Alvho les acompañase, mientras que Aibber y el resto habían seguido hacia los establos.

El canciller tenía sus aposentos en el castillo del puente, que para sorpresa de Alvho estaba casi totalmente terminado. Este castillo estaba formado por dos inmensas torres que las separaba un gran arco de piedra. Pero a su vez habían sido rodeadas por unas murallas de piedra, de tres metros de altura, junto con otra puerta. En el interior, adosados a la parte interior de las murallas habían establos y cuarteles. Todo el castillo estaba guarnecido por la corte y la guardia del señor Dharkme, guerreros veteranos de su clan. 

-   Sois uno de los therk del tharn Asbhul, o eso le has dicho a los centinelas de las puertas exteriores -dijo un hombre que por los rasgos le parecieron los del canciller, aunque él nunca le había visto en persona-. Aunque también podrías ser un desertor que no quiere luchar. 

-   Mi señor Gherdhan, me envía el tharn Asbhul y me ha dado esto como prueba -Alvho le entregó el anillo que le había dado Asbhul. 

-   Esto es una prueba de peso, pues Asbhul nunca le entregaría este anillo a nadie -aseguró Gherdhan-. No se si lo sabes, pero es un recuerdo de su difunta madre. No se lo quita nunca. Si te lo ha dado es porque traes información importante. Dímela.

Alvho le comunicó lo que le había dicho Asbhul y cuál era la situación cuando se había puesto en marcha. La cara de Gherdhan se fue ensombreciendo con cada palabra que decía Alvho. 

-   ¡Maldito sea Ulmay! -maldijó Gherdhan-. Ese maldito druida le ha llenado de mentiras la cabeza a nuestro señor. Ahora le tiene rezando en la capilla que ha montado en la otra torre. Cuando llegó el mensajero de Asbhul empecé a poner a los hombres en pie de guerra. Pero cuando llegó Ulmay aseguró que Asbhul exageraba y que le había afectado el mismo mal que al tharn Aurnne. 

-   Mi señor, ¿qué ocurriría con la línea de mando si el señor Dharkme está rezando y no le han podido llegar las malas noticias? -inquirió Alvho, haciéndose el inocente. 

-   ¿A qué te refieres exactamente? 

-   Por lo que he oído por ahí, nuestro señor Dharkme es muy piadoso y no le gusta que le importunen cuando está implorando el perdón al gran Ordhin -indicó Alvho-. ¿Si un mensajero como yo no puedo molestarlo con las noticias, a quien debo molestar? 

-   ¡A mí, claramente! -exclamó Gherdhan-. Soy el canciller y además el señor Dharkme me ha puesto al mando de la defensa de la fortaleza. 

-   En ese caso, si la fortaleza está a punto de ser atacada, vos debéis preparar a la guarnición para defenderla, ¿no? -preguntó Alvho. 

-   Ya veo por donde quieres ir, entiendo -afirmó Gherdhan-. Ahora sé porque Asbhul te tenía en tan buena estima cuando hablamos antes de que os fuerais. Por lo visto Ulmay quería que te unieras a su cortejo, pero Asbhul no lo permitió. Ve a descansar con tu grupo, yo tengo mucho que hacer. Espero verte en las defensas, habrá que recibir a esos nómadas como se merecen. Vete ya.

Alvho hizo una reverencia y se marchó. Mientras se alejaba de allí, podía escuchar el vozarrón del canciller, dando órdenes. Abandonó el nuevo castillo y fue preguntando por el campamento, hasta que dio con sus hombres. Una vez allí, se dirigieron a la otra estructura que parecía terminada. La torre de vigilancia, que tenía ya su muralla propia. Por lo que había preguntado, allí se habían establecido los constructores, con el jefe de la obra, Dhalnnar a la cabeza. Esperaba que Dhalnnar les diese un buen recibimiento.

El resto de la obra estaba muy adelantada. La muralla exterior era gruesa y había alcanzado los tres metros de altura. Tenían torres que estaban inacabadas, pero que alcanzaban los cuatro metros. Además habían levantado una empalizada exterior, muy parecida a la que habían construido ellos, que había desaparecido toda, a excepción del foso, que aún estaba delante de la muralla de piedra. Sin duda ese foso era tan bueno, que Dhalnnar había decidido mantenerlo.

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