Seguidores

sábado, 20 de marzo de 2021

El reverso de la verdad (18)

Andrei había llegado al café mucho antes de que lo hiciese Helene. Más aún, desde su mesa se había encargado de controlar a todos los que entraban y salían. Ninguno parecía estar fuera de lugar. Lo que quería decir o que la organización sabía camuflar a sus hombres tan bien o que seguían a Helene de cerca. A la hora señalada llegó Helene. Vestía casual y llevaba una especie de maletín de cuero, como el que le había entregado Lafayette con la munición de su pistola, que ahora descansaba en su sobaquera, bajo la chaqueta que vestía.

Helene le vio al momento y se dirigió hacia él, con cara de pocos amigos. Se sentó en la mesa, dejando el maletín en una silla vacía. 

-   Aquí lo tienes, quédatelo, no lo quiero -dijo como saludo Helene. 

-   ¿De qué me hablas? -preguntó Andrei, que no sabía de qué hablaba. 

-   Del maletín -respondió Helene, señalando el objeto.

Andrei miró el maletín sin comprender, por lo que se volvió hacia él, lo abrió con cuidado, revelando su contenido, fajos de billetes de euros. 

-   ¿Qué es esto? ¿Qué significa esto? -quiso saber Andrei, cerrando el maletín otra vez. 

-   Tu dinero -respondió secamente Helene-. No lo quiero. 

-   ¿Como que mi dinero? -volvió a preguntar Andrei que no conseguía entender porque esa cantidad de euros era suyo-. Será mejor que te expliques mejor. No estoy comprendiendo la situación. ¿Por qué este dinero es mío? 

-   Ayer por la noche, cuando me diste tu tarjeta se cayó un recibo de una apuesta de la cartera, y… -comenzó a explicar Helene, pero Andrei levantó la mano, pidiendo silencio, acaba de comprenderlo todo y porque la organización iba contra la gatita. 

-   Y en tu codicia, decidiste cobrarlo -terminó la frase Andrei-. Pero lo que no sabías es que la apuesta la hice por tu victoria. Pensaste que había apostado por la conejita. No has visto la realidad de quien ganó la carrera hasta que no has vuelto a tu piso y lo has encontrado patas arriba. 

-   ¿Cómo sabes lo que ha pasado en mi piso? -inquirió sorprendida Helene. 

-   Eso ahora no es importante -negó Andrei-. Lo verdaderamente importante es que los dueños del garito de las apuestas o los de la organización creen que tú de alguna forma has hecho trampas. O más bien quieren saber quien te ayudó. Luego supongo que te usarán para dar una lección ejemplar a las otras chicas. Lo siento pero lo tienes mal. Aun así, que me culpes a mí de lo que sea que haya pasado es una jugarreta propia de una persona desesperada. Será mejor que busques a los verdaderos delincuentes o que huyas, lo antes posible. 

-   ¡Os odio! -espetó Helene-. Maldijo el día en que te conocí, y el día en que accedí a la entrevista con tu esposa. Solo me ha traído problemas. No debía aceptar el puesto de contable en la productora, ni los regalos de… 

-   ¿Qué has dicho? ¿Qué regalos? -intervino Andrei de sopetón lo que hizo que Helene se callase. 

-   Me regaló unos objetos de decoración, unas tonterías, no sé porque… 

-   ¿Dónde están? -interrogó Andrei.

-   En mi casa -contestó Helene-. Pero no voy a volver allí, me estarán esperando. Ni loca voy a… 

-   ¡Callate! -ordenó Andrei  con cara de pocos amigos-. Creo que no te estás dando cuenta de la situación en la que estas. Fuera, si no me equivoco, habrá alguien que te está siguiendo, esperando que les lleves hasta tus aliados, porque no creo que sean tan estúpidos para pensar que tú les has hackeado. Han permitido que se cobrase la apuesta con la idea de descubrir al ladrón y han encontrado en su lugar un traidor. Y como sabes los traidores no duran mucho. Bien, si quieres sobrevivir, creo que es mejor que colabores conmigo. 

-   O huir -señaló Helene. 

-   Sí, también puedes huir, pero no llegarás muy lejos y tu final me da que será doloroso -afirmó Andrei. 

-   ¿Doloroso? -repitió Helene, temerosa de la respuesta. 

-   ¿Crees que los jefes se van a conformar con una bala en la cabeza? -preguntó Andrei, pero no esperó a la respuesta de Helene, que solo tragó saliva-. No, ellos querrán un castigo ejemplar, una medida que disuada al resto de las corredoras. Tortura y muerte, menos no. Pero puedo salvarte de ese final. Pero necesito esos regalos de Sarah. 

-   No quiero ir a mi casa sola. ¿Y si me están esperando? -indicó Helene. 

-   No te preocupes, allí no te espera nadie, pero si es miedo lo que tienes, yo te acompañaré -dijo Andrei al tiempo que dejaba un billete sobre la mesa, por un valor muy superior a lo que le iba a salir la cuenta-. Ven.

Andrei se puso de pie, por lo que Helene le imitó. Andrei esperó a que Helene tomase el maletín, pero parecía reacia a ello, como si el maletín le diese miedo. Al final suspiró y lo tomó él. Cuando Helene se dio la vuelta para salir a la calle, Andrei le tomó del brazo y tiró de ella hacia el otro lado, negando con la cabeza. Andrei había elegido ese café porque sabía que tenía una puerta trasera. Era una tontería dejarse ver por la principal y que los que seguían a Helene fueran a por ellos. No, lo mejor era salir por otro lado. El escolta de Helene pronto se daría cuenta de que algo pasaba, pero esperaba que les diese un tiempo precioso.

Ambos recorrieron un pasillo que llevaba a los servicios y a una puerta que daba a un callejón. Era una puerta de seguridad, de las que se usaban para incendios. Andrei manipuló una cajita que había a su lado y la abrió. Cuando ambos estuvieron al otro lado, la puerta se cerró como si nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario