Seguidores

martes, 18 de mayo de 2021

El dilema (76)

La afirmación de Shelvo había dejado a los dos hombres en un tenso silencio. Dhalnnar había hecho que Aibber se alejara de los dos therk, ya que suponía que ambos necesitaban solo la compañía del otro. 

-   Parece que también te tengo que agradecer que acompañases a mi hermano en sus últimos días -rompió el silencio Shelvo-. Me hubiera gustado estar con vosotros, con él, pero la guerra me lo impidió. Yo era soldado y la verdad es que nunca me gustó su forma de luchar. Pero eso no me hubiera impedido despedirme de él. 

-   Nunca me contó nada de que tuviera familia, un hermano -dijo Alvho, compungido-. Si lo hubiese sabido te hubiera buscado, para darte la noticia. 

-   Hartk siempre fue así, cerrado para todo y todos -quitó hierro al asunto-. Pero según él eso es lo que nos mantenía al resto protegidos. Su trabajo era peligroso y normalmente ligado a posibles venganzas. Yo no quería creerle, pero nunca intenté sonsacarle nada de lo que hacía. 

-   En nuestro trabajo siempre puede haber venganzas, sobre todo si no limpias bien tus huellas -afirmó Alvho. 

-   Bueno es saberlo -asintió Shelvo- Pero dentro de poco él me lo podrá contar. Alvho, podrías pasarme mi espada -Shelvo señaló la vaina que estaba tirada en el suelo. 

-   Claro.

Alvho se agachó y tomó la espada envainada. La sacó de la funda, la apoyó en el cuerpo de Shelvo, tomó su mano libre, posándola sobre el pomo de la espada. Shelvo con sus últimas fuerzas agarró la empuñadura con fuerza. 

-   No debes derramar lágrimas por mí, sobrino -aseguró Shelvo-. Solo debes prometerme que salvarás a estos hombres que nos rodean. Ese advenedizo druida ha envenenado el alma de nuestro señor. Debes hacer que las cosas regresen a su cauce o la desgracia llegará a Thymok. O tal vez mucho más allá. Ellos no se detendrán en Thymok. Elimina el mal. ¡Prométemelo! 

-   ¡Lo haré! ¡Te lo juro por Ordhin! ¡O por quien quieras! -juró desesperado Alvho, con lágrimas cubriéndole la cara. 

-   Gracias -la voz de Shelvo se había reducido a un ligero hilillo-. Cuando mi alma se haya marchado con Ordhin, toma mi anillo y póntelo. El tharn te reconocerá como mi descendiente y dueño de todas mis propiedades. Le he dicho que eres hijo de mi único hermano. Asbhul no ha hecho preguntas y te reconocerá como miembro de su clan. Al fin y al cabo eres uno de sus guerreros más capaces. 

-   Yo, yo no puedo, yo no soy quien… -intentó hablar Alvho, pero no le salían las palabras. 

-   Una cosa más, haz de Lhianne una mujer honrada… -las palabras de Shelvo se perdieron en su boca.

Los ojos se quedaron fijos durante unos segundos, exhalando su última bocanada de aire. La fuerza que aún mantenía la espada agarrada a su mano, se fue deshaciendo. Alvho abrazó el cuerpo para evitar que se cayese, mientras derramaba las lágrimas de pena que nunca antes había derramado de verdad. Era un lloro auténtico y la verdad es que no sabía porque. Durante toda su vida había mentido, escondiendo su verdadero ser detrás de corazas, protecciones para realizar su trabajo, el que le había enseñado Hartk. Y ahora, como le había ocurrido a su mentor en su muerte, se habían deshecho todas sus defensas como si nunca hubiesen existido.

Le hizo un gesto a Aibber para que se acercara y con su ayuda, colocaron el cuerpo de Shelvo sobre el suelo. Después le mandó a por un par de hombres y una manta. Había que preparar el cuerpo para la ceremonia. Siguiendo los últimos deseos de Shelvo, le quitó el anillo, uno muy rústico, en el que se podía ver varios jabalíes, formando el centro del anillo, una línea de jabalíes. Se lo colocó en el mismo dedo que lo llevaba Shelvo. Entonces recordó otra de las cosas que le había dicho antes de morir. El tharn le admitiría en su clan. eso quería decir que Shelvo pertenecía a un clan. Solo podía ser el mismo que el de Asbhul. Entonces comenzó a pensar a cual pertenecía el tharn. Creía haberlo escuchado en algún momento, era el clan Asdunnal.

Asbhul pertenecía a los señores del valle de Phlassar, cuyo líder no era otro que el tharn Orthay. Eso provocó que muchas piezas se encajasen en el cerebro de Alvho. El tharn Orthay no estaba a favor de esta expedición y pero no se oponía a Ulmay. No era un cortesano de Thymok, raramente se le veía por la ciudad. Había colocado a sus hombres en la expedición, en los lugares claves, para impedir que Dharkme pudiera liarla. Por eso Asbhul había aparecido en el ejército de vanguardia y por ello, en cuanto había visto una oportunidad había dado la orden de regresar. Si Alvho le hubiese presentado antes cualquier otra posibilidad la habría tomado sin dudarlo.

Por lo que sabía ahora Dharkme estaba entre dos ejércitos de Orthay, uno al otro lado del puente y el que dirigía Asbhul. Y Alvho estaba bien posicionado para llevar a cabo el trabajo por el que le habían contratado, aunque su actual dilema era quien de todos ellos era el que elegiría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario