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martes, 4 de mayo de 2021

Lágrimas de hollín (77)

Cuando la música terminó, Fhin guió a la muchacha, que estaba sonriente, pero azorada hasta el borde de la pista, donde les esperaba Usbhalo. 

-   Me temo que debo pediros perdón si os he ofendido -le dijo Fhin a la muchacha-. Creo que os he puesto nerviosa en algún momento del baile. 

-   ¡Oh, no! No lo creo buen señor -negó la muchacha que no quería reconocer que Fhin había acertado de pleno ante lo que había ocurrido. 

-   ¡Oh, qué cabeza la mía! -Fhin sobresaltó a la muchacha-. Me llamo Malven de Jhalvar. Aunque me temo decir que aun no conozco a mucha gente en la ciudad. He llegado hace poco para instalar un puesto de comercio por orden de mi padre. 

-   Encantado, señor de Jhalvar. Yo soy Arhanna de Fritzbaron -se presentó a su vez la muchacha-. En mi caso, conozco un poco mejor la ciudad que usted, pero tampoco llevo mucho aquí. Y al igual que vos, estoy realizando una misión para mi padre. 

-   En ese caso, espero tener en vos a una amiga o por lo menos una confidente que sabe lo que es intentar complacer a un padre -afirmó Fhin midiendo con cuidado las palabras. 

-   Una amiga sin duda, señor de Jhalvar -aseguró Arhanna. 

-   Pero si somos amigos, llamadme por mi nombre, Malven -pidió Fhin, luciendo una sonrisa esquiva y tímida-. Al fin y al cabo el señor de Jhalvar es mi padre. 

-   No sé si sería lo más oportuno -comenzó a murmurar Arhanna, pero al ver el rostro de Fhin-. Tenéis razón, somos amigos, por lo que sois Malven para mi y espero que Arhanna para ti. 

-   Arhanna -susurró Fhin, en un tono bajo, pero audible por la muchacha, que provocó que se sonrojara ligeramente.

Fhin le permitió un poco de tiempo para que los sentimientos de Arhanna se controlasen o tal vez para tener los suyos bajo su propio control. Había algo en Arhanna que le gustaba. La muchacha no era un bellezón de los que parecía abundar por la ciudad, pero tenía algo que le gustaba. Y si sabía detectar los sentimientos en los rostros ajenos, la muchacha podría ser que también sentía algo por él. Pero acabó desechando esas ideas, pues es lo que le hubiera gustado, lo que había leído en los libros que le había pasado Fibius durante su aprendizaje, la mayoría fantasías de locos. 

-   Malven, puedo preguntaros una cosa, algo que me está intrigando -quiso saber Arhanna. 

-   Claro, no hay problema -asintió Fhin. 

-   No es raro que los hombres poderosos se rodeen de escoltas y guerreros, siempre que crean que pueden atentar contra su vida -indicó Arhanna-. Mi padre suele ir acompañado por ellos cuando viaja o visita poblaciones. Pero nunca había visto a un invitado de estos actos que lleve a un guerrero tan formidable. 

-   Él es Usbhalo -Fhin se acercó a Usbhalo y puso su mano derecha sobre el hombro del guerrero-. Se podría decir que mi padre es muy cauteloso con perder lo que más valora, por lo que por ello él y otros tantos me suelen acompañar a todas partes. Pero el caso de Usbhalo es un poco diferente. En el pasado le salvé de la muerte y él me lo paga con una lealtad pasmosa. Aunque le hubiese dicho que no viniese, habría aparecido y sin invitación se habría montado una buena en la entrada. Nunca da su brazo a torcer. 

-   Mi padre estaría encantado con un súbdito tan leal -aseguró Arhanna-. Sin duda, sir Usbhalo, sois un caballero de los que ya no quedan.

Si Arhanna esperaba que Usbhalo la respondiera con alguna palabra, se tuvo que contentar con una reverencia y poco más. 

-   Además de leal, cauto -indicó sonriente Arhanna-. Tenéis uno de los mejores hombres que podríais querer. 

-   No me puedo quejar para nada -asintió Fhin-. Tal vez me permitáis bailar un par de piezas más o un rato más de vuestra compañía. 

-   Claro que sí.

Fhin le tendió la mano y Arhanna se la agarró con ligereza. Ambos regresaron a la pista de baile. Los músicos habían comenzado a tocar de nuevo y esta vez, tanto Fhin como Arhanna se divirtieron más que en el primer baile. Ahora ambos estaban menos nerviosos y más confiados en ellos mismos.

Mientras la curiosa pareja se divertía bailando y hablando durante las piezas que no les gustaban varios ojos les mantenían vigilados. Y estos eran estudiados por Bheldur que estaba consiguiendo las primeras bases de información de posibles enemigos o aliados. Muchos de los que observaban a la pareja tenían que ser los pretendientes, que ahora habían sido eclipsados por Fhin y si Bheldur no se equivocaba, intentarían alguna maniobra peligrosa para su amigo, aunque eran intentos que chocarían contra un poderoso muro, la fortaleza de Jockhel. Pero había detectado otros espías que tenían pinta de un enemigo más peligroso, alguno que podría ponerles en aprietos. Pero aun así, él haría controlar a todos ellos, a los débiles y a los fieros.

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