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sábado, 22 de mayo de 2021

El reverso de la verdad (27)

Sin duda la mezcla de agua caliente y fría relajó el cuerpo de Andrei como él mismo había vaticinado. Cerró las llaves de paso y se masajeó la piel para ayudar al agua a recorrer su cuerpo hasta el plato de ducha. Ahora estaba más descansado y la mente más relajada. Ya estaba listo para seguir la pista que había encontrado de Louise. Mientras hacía unos estiramientos, descorrió la cortina y se quedó petrificado. Al otro lado, se encontraba Helene, totalmente desnuda, que se había quedado igual de inmóvil que él. Sus ojos chocaron de frente con los de Helene, después de recorrer todo el cuerpo de la chica. Algo que seguramente también podría estar haciendo ella, pero nunca llegaría a saberlo. Pero ver los ojos de ella en los suyos fue el detonante para que corriera la cortina. 

-   Lo siento, lo siento,... -se escuchó mientras Helene se alejaba de allí, a la carrera supuso Andrei.

Cuando Andrei descorrió otra vez la cortina, Helene ya no estaba allí. Se secó con rapidez y se puso las mudas que había traído. Después salió con cuidado al pasillo y lo recorrió hasta el cuarto de invitados. Golpeó la puerta del dormitorio. 

-   Ya tienes el baño libre -dijo Andrei.

Tras decir esas palabras, Andrei se dio la vuelta y regresó a su dormitorio, a vestirse, no era tampoco bueno pasearse por la casa en calzoncillos. Después volvió a su despacho para pensar en lo que iba a hacer. Helene entró perfectamente vestida, con una ropa casual, que no casaba con lo que normalmente vestía en la oficina. Pero seguía despampanante. 

-   Siento lo de antes, pensaba que no había nadie en el baño, estaba la puerta abierta y… -se disculpó Helene, luciendo un ligero sonrojo. 

-   ¿Estaba abierta? -repitió Andrei, a lo que Helene asintió con la cabeza-. Bueno, supongo que hace mucho que no hay nadie en esta casa a parte de mi. Me he ido acostumbrando a la soledad. Fallo mio. 

-   Bueno, la próxima vez no ocurrirá -aseguró Helene, que decidió que era el momento de cambiar de tema-. ¿Has investigado algo sobre Louise? 

-   Y sobre la conejita -añadió Andrei, a lo que Helene hizo un gesto afirmativo-. He visionado la serie que había indicado en su currículum y no aparece ella en ninguna parte. Pero si que aparece su nombre en los créditos. 

-   ¿Y eso qué significa? 

-    Pues que alguien ha estado metiendo supuestas actrices en producciones en las que no han trabajado -explicó Andrei-. Claramente es para tapar otro tipo de asunto. Uno que no es muy legal o nada. Creo que en gran parte, Sarah comenzó la investigación porque alguien había mancillado su productora, su gran sueño. Pero luego encontró mucho más de lo que parecía en un primer momento. 

-   ¿Y entonces qué tenemos que hacer ahora? 

-   La única pista que nos ha dejado Sarah es Louise -indicó Andrei-. Por lo cual debemos hablar con ella. Si no me equivoco, ella nos dará la siguiente pista para seguir la investigación, porque estamos siguiendo los mismos pasos que dio Sarah. 

-   ¿Y has encontrado a Louise? -quiso saber Helene. 

-   A ella no, pero sí que he encontrado sus huellas o por lo menos una que parece medianamente prometedora como para seguirla. 

-   ¿A dónde vamos? -preguntó Helene.

Andrei le dijo el nombre del barrio que debían visitar. Realmente una vieja pensión en el mismo. La cara de Helene pasó de la sorpresa al disgusto. Sin duda, ella sabía de la mala reputación del lugar. 

-   ¿En verdad vas a ir a ese barrio de mala muerte? -inquirió Helene. 

-   Sí -asintió con fuerza Andrei-. Pero tú te puedes quedar en esta casa. Aquí puedes descansar y nadie sabe que estás aquí. No cojas el teléfono ni abras la puerta y… 

-   No, yo voy contigo -negó Helene-. Yo no me voy a separar de ti. Creo que el lugar más seguro para mi es en el que estés tú. Es verdad que los de la organización no saben quien eres tú, pero podrían dar con tu identidad. No, donde tú vayas, yo voy. 

-   Pues en ese caso ya no hay mucho que decir -afirmó Andrei-. Tienes media hora para tomar lo que necesites o para cambiarte. O simplemente para descansar. Luego nos vamos. 

-   Vale.

Durante el rato que se quedó solo, Andrei se hizo con su arma, munición y sacó unos cuantos fajos de dinero del bolso. La verdad es que ese dinero en metálico le estaba viniendo que ni pintado. Luego guardó el bolso en un armario de seguridad que tenía en su despacho. Tomó su portátil y su mochila. Junto con el portátil puso la munición y el dinero.

Se dirigió a la entrada de la vivienda y se encontró allí a Helene. Solo se había cambiado una cosa, los zapatos por unas zapatillas. Era difícil correr con zapatos de tacón. Tomó de la mesilla las llaves de la casa y las del coche de alquiler. Abrió la puerta desde dentro, permitió salir a Helene y cerró tras salir él. Giró la llave, escuchado como se movía el cerrojo.

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