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sábado, 8 de mayo de 2021

El reverso de la verdad (25)

Por unos segundos, Helene y Andrei mantuvieron esa unión inestable, hasta que Andrei soltó el brazo de la chica, empujándolo hacia atrás. Helene recuperó la verticalidad y se palpó con la mano, la parte del brazo que le había apresado Andrei. 

-   Me has hecho daño -se quejó Helena. 

-   Lo siento, pero no lo vuelvas a intentar -se disculpó a medias Andrei, que miró las orejas de gato-. Y siento lo de tus pertenencias, no sé que me llevó a cogerlas del armario. Pero no esperaba ningún tipo de perversión. 

-   Acepto tus disculpas -dijo Helene, intentando reducir la tensión. 

-   Has dicho que querías ayudarme, ¿verdad? -inquirió Andrei. 

-   Sí. 

-   Bien, pues toma una de esas sillas y te cuento lo que he descubierto por ahora de estas figuritas, mis conclusiones -indicó Andrei.

Helene acercó una silla, mientras Andrei metió las orejas en el bolso, lo cerró y lo dejó caer al suelo. Cuando Helene se sentó frente a Andrei, solo les separaba el ordenador y las tres figuras. Andrei le empezó a contar lo que le parecía esas figuras, los puentes, las localidades y las cosas que de podía inducir a pensar con las creaciones de porcelana. 

-   O sea que a parte de unas localidades tienes poco con lo que trabajar -concluyó Helene. 

-   Se podría decir así -asintió Andrei-. Pero hay algo que me llama mucho la atención. 

-   ¿Cual? -quiso saber Helene. 

-   ¿Por qué Sarah te regalo una figura de la conejita? -dijo Andrei-. Al fin y al cabo, esa conejita es tu principal enemiga. 

-   Tu mujer querría meterse conmigo -espetó Helene-. Esa chica solo sirve para lo que hace, no tiene una carrera más allá de la que tengo yo y… 

-   ¿Como que no tiene? -cortó Andrei-. Si que tiene, he visto su currículum, por lo menos fue… 

-   ¿Qué fue? ¿Qué? -preguntó Helene, interesada por saber qué es lo que había en el currículum de la conejita y Andrei se callaba. 

-   ¡Como no me he dado cuenta antes! -exclamó Andrei, sobresaltando a Helene-. Si estaba delante y no lo estaba viendo. La respuesta es Louise Signoret. 

-   ¿Louise Signoret? 

-   Louise era de aquí -Andrei puso el dedo en el nombre de una de las localizaciones-. En la productora se encargaba de contratar y tratar con los actores y actrices. Si alguien había contratado a la conejita tenía que haber sido ella. En el currículum de la conejita venía que había trabajado de actriz para la productora. Curiosamente en unas series que se hablaba de la historia del teatro. Voy a tener que ver esos episodios. 

-   Vaya con la conejita, toda una actriz -se burló Helene. 

-   Y debo hablar con Louise -continuó Andrei. 

-   Pues lo vas a tener difícil, ya no trabaja en la productora y nadie sabe que ha sido de ella -comentó Helene-. En más de una ocasión he escuchado eso de Bernardette. Que si Alexander quiere contactar con ella, pero no lo consigue. No está ni en el trabajo que consiguió tras dejar la productora. 

-   No será problema encontrarla para mí -aseguró Andrei-. Pero antes de eso, mejor cenar algo. ¿Te gusta la comida china? 

-   No me quejo, pero esperaba que me cocinaras algo -murmuró Helene, sarcástica. 

-   Voy a pedir algo -anunció Andrei, haciendo oídos sordos a las palabras de Helene.

Andrei se levantó de su silla y se dirigió a la cocina. Helene, antes de quedarse sola, le siguió. Allí hicieron un pedido a un restaurante chino que solía llamar Andrei. Helene eligió lo que quería del papel que le pasó Andrei. Para su sorpresa pidió bastante.

Mientras esperaban a que llegase el repartidor, Andrei le enseñó la casa, donde estaba el baño, su dormitorio y el dormitorio de invitados, que iba a usar ella. Incluso se burló diciendo que si pensaba que tendrían que compartir cama o que él como un caballero iba acabar en el sofá se equivocaba. Helene se intentó defender indicando que no había pensado nada de eso, pero que se sonrojara ligeramente no le ayudó mucho.

Cuando el repartidor llegó, Andrei le pagó, con un par de billetes que había sacado del bolso y se pusieron a cenar. Aunque Helene intentó en un par de ocasiones entablar una conversación, Andrei seguía poco comunicativo, por lo que decidió terminar de cenar e irse a su dormitorio. Andrei se quedó en la cocina, para limpiar y tirar lo que sobró de la cena. Con la casa en silencio, se dirigió a su despacho, para buscar algo de Louise Signoret. Cuando entró en el despacho, vio que el bolso estaba sobre la mesa, abierto y los artículos de Helene ya no estaban allí. Se rió por el descubrimiento, tras lo que se sentó en su silla de trabajo.

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