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martes, 8 de junio de 2021

El dilema (79)

Alvho, tras revisar su ropa, para no encontrar ninguna mancha de sangre, regresó a los establos, donde ahora se habían reunido varios guerreros. Alvho se acercó a ellos. 

-   ¿Qué pasa aquí? -preguntó Alvho, retirando la capa que usaba para protegerse del frío de la noche y que se viera su broche de rango, el que le designaba como un therk, en la hombrera derecha de su armadura ligera. 

-   Un muerto, mi therk -respondió uno de los guerreros, que parecía un centinela, la verdad que todos lo parecían. 

-   Enséñamelo -le ordenó Alvho, a lo que el centinela asintió.

No fue ninguna sorpresa para Alvho que el guerrero le guiase a la cuadra vacía del establo, ni encontrar el cuerpo del asesino joven. Tenía un puñal clavado en un ojo. Una muerte rápida, ya que por los ojos era fácil alcanzar lo que había dentro de la cabeza. Había visto muchas muertes de esa forma, aunque normalmente se usaban flechas. 

-   ¿Sabes quien es el muerto? -quiso saber Alvho. 

-   Uno de los chicos de fuera cree que es uno de los sirvientes de los druidas del grupo del druida Ulmay, therk -afirmó el centinela. 

-   ¿Un siervo? Puede ser -asintió Alvho, que se agachó para revisar el cuerpo. La ropa era sencilla, como la que llevaría un siervo. Si había llevado armas, su asesino se las había llevado. Pero sí que había dejado una bolsa de tela con unas monedas de oro, que Alvho recogió, palpó y vio su contenido. Estaba seguro que el encapuchado había matado al joven y lo había orquestado como una riña de malos siervos. 

-   ¿No lo cree señor? -inquirió el centinela. 

-   Creo que además de siervo era un ladrón -indicó Alvho, levantando la bolsa de monedas-. Me parece que este y otro siervo han estado haciendo fechorías. Este ha intentado quedarse todo el botín, pero a su compinche no le ha gustado la estratagema. Puede que haya sido un accidente o una venganza. 

-   ¿Qué hacemos con él? 

-   ¿Con este siervo? -repitió Alvho haciéndose el sorprendido-. Un siervo ladrón no merece una pira. Lanzar el cadáver al río, que las aguas lo sepulten en el mar. Después avisad al grupo del druida Ulmay que ha perdido un siervo y tiene otro que es un ladrón y un asesino. No vamos a gastar nuestro tiempo y energías en encontrar al amigo de este. Tenemos otras cosas que hacer en la fortaleza. 

-   Como ordenes, therk.

Alvho se marchó de allí, y ni uno solo de los centinelas se preocupó de ello, ni de que se llevase la bolsa con las monedas de oro. No le molestarían a un therk por esa nimiedad, pero seguro que alguno había visto la bolsa y se la habría quedado si no fuera por su aparición.

Mientras regresaba a su fortaleza, la torre del norte, iba pensando como entre él y el encapuchado se habían librado de dos individuos peligrosos, uno por su experiencia y otro por lo alocado que era. Mientras se acercaba a la muralla de piedra, bueno lo que estaba construido, pudo observar a varias cuadrillas de siervos trabajando. Al canciller Gherdhan le había gustado el arma que habían colocado en la torre del norte y había pedido a Dhalnnar que se encargase de construir algunas más para usarlas en la defensa del perímetro. Las balistas y su munición eran lo que hacían los siervos. Por lo que le había parecido habría veinte o treinta de esos artilugios y muchas más barras de madera con la punta de hierro.

A esas horas los arqueros dormían y solo se veían a los centinelas en las defensas. Cuando había oscurecido, un buen número de siervos se habían aventurado fuera de la empalizada exterior, con orden de arrojar abrojos y recuperar cuerpos. También para recuperar armas y armaduras que podrían haber soltado los fugitivos del cuerpo de vanguardia.

Alvho se quedó mirando los trabajos de las nuevas y letales armas, desde el pórtico de entrada de la fortaleza que era su base de operaciones. 

-   Espero que duermas un poco, los hombres necesitan a sus oficiales más lúcidos para la batalla de mañana -le dijo Asbhul que apareció entre las sombras-. Todos necesitamos estar descansados. No somos inmortales, recuérdalo. 

-   Shelvo me hubiera regañado de igual forma -afirmó Alvho. 

-   Shelvo era un gran therk y si hubieran sido otras épocas, tal vez un tharn -indicó Asbhul.

Alvho asintió con la cabeza y se internó en la fortaleza, dejando a su tharn mirando las mismas máquinas que le habían hechizado a él. A la mañana siguiente iban a tener más acción de la que esperaban, pero si las palabras de Alhanka estaban en lo cierto, sus enemigos iban a actuar de una forma muy tonta.

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