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martes, 22 de junio de 2021

El dilema (81)

Si había silencios que podían matar este era uno de ellos, los tharn y el resto de los oficiales miraban con rostros crispados y en muchos casos ariscos a los recién llegados. Aunque tal vez la mayoría miraban más al señor Dharkme que al canciller. Pero Alvho tenía la vista puesta en la tercera persona que había con ellos, el druida Ulmay. 

-   ¡Mis tharn, mis therk, mis guerreros! -llamó Dharkme con una voz fuerte, aun por su avanzada edad, que quedaba demostrada por su pelo, escaso y gris, además de sus arrugas-. Un enemigo quiere ir contra nosotros. Pero en esta nueva tierra, nuestra tierra, los aplastaremos como debe ser. Somos los guerreros de las montañas, no hay ningún mortal que pueda con nosotros. Lucharemos y expulsaremos a esas alimañas de nuestro señorío.

Las palabras de Dharkme fueron respondidas por los golpes de las botas de muchos contra el suelo. Puede ser que algunos aún le guardasen rencor, pero muchos más se habían henchido de orgullo por ellas. A Alvho no se le pasó la mención de que estaban defendiendo el territorio conquistado que ya era propio. Sin duda, no habían recuperado la reliquia, y no iban a tomar más territorio de lo que ya habían tomado. Pero la fortaleza sería una buena adquisición si algún día se intentaba otra incursión. Pero para ello, había que aguantar para que Dhalnnar la terminase. Si Alvho estaba seguro de algo, es que las tribus de las llanuras jamás podrían tomar una fortaleza de piedra como las del imperio. 

-   Ahora el canciller indicará cómo vamos a actuar -prosiguió Dharkme, cuando los golpes de las botas se silenciaron.

Gherdhan empezó a indicar que tharn y que unidades debían proteger cada parte. Asbhul y lo que quedaba del ejército de vanguardia defendería la parte norte, desde el río hasta la fortaleza del altozano. Pero si alguno de los otros cuerpos necesitaban apoyo, debían mover tropas. En sí, el lado norte estaba prácticamente terminado y por el altozano era casi imposible que los enemigos intentasen nada.

Según las palabras del canciller y gracias a la información de Alhanka, aunque Gherdhan no habló directamente de ella, sino de los esclavos que habían capturado por los hombres de Asbhul, habían obtenido como solían actuar los Fhanggar. Por lo que creían, hoy se dedicarían a atacar a caballo. Se acercarían para lanzar unas cuantas flechas y poco más. No atacarían las empalizadas hasta que creyesen que habían provocado que los defensores estuvieran diezmados. Pero Gherdhan también indicó que eso no iba a pasar. Gracias al ingeniero militar del imperio habían ideado una serie de defensas que les privarían de los caballos y les obligarían a atacar las empalizadas, donde los nuevos artilugios del extranjero los destrozaría y los diezmaría para que los guerreros los acabasen.

Las palabras de Gherdhan solo ayudaron a que los tharn se llenasen de ganas de batalla y con las palabras finales de Dharkme donde aseguraba la victoria, parecía que las ideas de cambio de señor, habían quedado olvidadas. Pero el destino siempre es algo esquivo y entonces Ulmay, se salió de su posición y dio una moralina sobre lo sagrado de las acciones que iban a llevar a cabo y todo lo que parecía que había conseguido Dharkme se volatilizó, cuando asentía a todo lo que el druida escupía por la boca.

Asbhul no abrió la boca hasta que se había alejado bastante de la zona de la reunión, de regreso a la fortaleza del norte. 

-   Maldito druida, como se atreve a terminar la reunión militar -espetó furibundo Asbhul-. Ese idiota se ha ganado muchos enemigos hoy. Los tharn más viejos estaban a punto de levantarse e irse. Lo que hubiese sido una afrenta contra el señor Dharkme. 

-   En la batalla hay muchas flechas perdidas -ironizó Alvho. 

-   Pero las flechas no son capaces de atravesar las paredes de piedra -se quejó con pena Asbhul-. Pero un cuchillo si que puede cruzar con una persona y… 

-   Cuida tus palabras, tharn -le advirtió Alvho, ya que Asbhul se estaba animando y subiendo el tono de su voz. Pronto llamaría la atención de alguien. Alvho estaba seguro de que Ulmay tenía todo el campamento lleno de espías. 

-   Tienes razón -se tranquilizó Asbhul-. Es mejor usar este sentimiento para acabar con los Fhanggar. ¿Crees que lo que ha dicho Alhanka será como van a actuar? 

-   Yo creo en ella, pero pronto lo veremos, está amaneciendo -señaló Alvho al cielo que empezaba a clarear.

Pronto sabrían si las advertencias y el conocimiento de la muchacha eran buenos. La gran duda que tenían es si al ver las empalizadas, unas defensas más sólidas que las de las otras tribus con las que se solían enfrentar, cambiarían o no su forma de guerrear. Si atacaban como siempre lo hacían, a caballo, el canciller había asegurado que habían preparado algo, a parte de las balistas y los trabuquetes. Seguro que tenía relación con los siervos que habían estado fuera en las primeras horas de la noche. Pronto sabrían que les esperaban a los Fhanggar.

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