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martes, 15 de junio de 2021

Lágrimas de hollín (83)

Mientras su carruaje traqueteaba por los adoquines de las calles, de regreso a la su nueva residencia, Fhin miraba a un callado Bheldur. 

-   Por favor, escupe lo que en tu mente está dando vueltas -rompió Fhin por fin el silencio. 

-   ¿Te gusta esa mujer, Arhanna? ¿O solo es otro de tus métodos para llevar a cabo tu venganza? 

-   ¿Pasaría algo si la muchacha me interesa? -espetó Fhin, ligeramente molesto. Pero no por la pregunta o el interés de Bheldur, sino por su silencio anterior. 

-   ¡Pero has perdido el juicio! -exclamó sorprendido Bheldur-. En verdad crees que puedes tener a la hija de un duque. Te tengo que recordar que Malven no existe. Cuando sepa quien eres en verdad, hará que te maten, tenlo por seguro. A los nobles no les gustan los que no son como ellos. Y tú no eres nada. 

-   Yo no lo veo así -negó Fhin. 

-   ¿Que no lo ves así? Usbhalo dile algo -pidió Bheldur al hombretón. 

-   Lo que Fhin crea que es la mejor forma de proceder, yo la respeto y la sigo -afirmó Usbhalo, que no iba a ir en contra de Fhin. 

-   ¡Bah, para que te pregunto! -se quejó Bheldur. 

-   A parte de tu miedo a los nobles, Bheldur, ¿hay alguna otra razón para que no pueda seguir manteniendo esta relación con Arhanna? -inquirió Fhin. 

-   La verdad es que no -afirmó Bheldur, rindiéndose. 

-   ¿Seguirás a mi lado, aunque yo siga manteniendo una amistad con Arhanna? 

-   ¿Una amistad? Solo una amistad, yo pensaba que querías… Está bien, como siempre me sigues sacando varios pasos en tu estrategia -indicó Bheldur-. Pero estaría bien que alguna vez empezases a confiar en nosotros. 

-   Yo confió en vosotros, Bheldur, siempre -aseguró Fhin-. Pero a veces algunos planes hay que mantenerlos en secreto hasta el último momento, para evitar desviaciones. Pero cambiemos de tema. ¿Crees que el joven Mendhezan estaba enfadado conmigo? 

-   Puedo equivocarme, pero creo que si le hubiéramos acercado una tea, esta se habría encendido -ironizó Bheldur-. Por lo que he escuchado, en el baile de anoche todos hablaban por los codos contra los Mendhezan. Diría que no son muy queridos. Por lo visto Shonet está realizando un cortejo a lo bestia sobre la pobre Arhanna. 

-   Diría que es capaz de defenderse bien -habló Usbhalo. 

-   Pero no lo suficiente para librarse de Shonet -afirmó Bheldur-. Cuentan que ha pagado, metido miedo, incluso denunciado a todo joven que se ha aproximado a Arhanna. Incluso a aquellos que solo la han saludado. 

-   Eso quiere decir que ahora es mi enemigo -se rió Fhin-. Bueno de Malven. 

-   Eso parece. 

-   Bueno, pues habrá que lanzar los sedales -indicó Fhin-. Tenemos que tener controlado a Shonet. Si las cosas salen como yo creo, le podremos hacer que busque la ayuda de Jockhel para librarse de sus dos problemas principales. Malven y su padre, así como su madrastra y su hermanito. 

-   ¿Que busque la ayuda de Jockhel? -repitió sorprendido Bheldur.

Fhin asintió y le empezó a contar lo que tenían que hacer de inmediato. Era hora de que el pobre Shonet se encontrase con un hombre con una máscara de oro. Pero antes había que hacer que las cosas se pusieran peores para él. Fhin le explicó lo que tenía en mente. Bheldur escuchó el plan y se iba quedando sorprendido de lo que le contaba su amigo. La idea que había fraguado en su mente, no sólo haría que se vengase de los Mendhezan, sino también de Dhevelian. 

-   ¿Cuánto tardarás en ponerlo en marcha, Bheldur? -inquirió Fhin cuando terminó de explicar el nuevo plan. 

-   Unos días, tres como máximo -respondió tras unos segundos de cálculo. 

-   En ese caso, durante esos tres días Malven tendrá que encontrarse más con Arhanna -aseguró Fhin, deseoso de esa parte del plan. 

-   Eso hará que Shonet te odie con ganas -señaló Bheldur. 

-   Eso mismo es lo que espero -se rió Fhin, a sabiendas que los celos de Shonet lo harían caer de lleno en su plan.

Ambos empezaron a reírse. Las carcajadas eran tan contagiosas que hasta Usbhalo, sin saber realmente porque lo hacía, se unió a ellos. Las cosas se iban a poner más peligrosas, eso lo sabían perfectamente Fhin y Bheldur. Pero lo que más le ponía nervioso a Bheldur es que si lo que le había rebelado Fhin no ocurría como este le había mostrado, podían esperar una muerte segura. Iban a atacar al imperio y a los nobles de la ciudad, únicamente por una venganza por un hombre del que ya nadie se acordaba. Pero Bheldur sabía que había algo que Fhin se seguía guardando, tal vez un segundo plan, una contingencia por si el primero fallaba o una vía de escape para él o más bien para todos, pues Fhin pensaba más en los demás que en él mismo.

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