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sábado, 3 de julio de 2021

El reverso de la verdad (33)

La zona de la fuente de la primavera era una explanada de losetas blancas y negras que rodeaban una fuente trapezoidal, en cuyo centro había una alegoría de la primavera. De sus caños no salía ni una gota de agua. Claramente el ayuntamiento de la ciudad no iba a gastar ni una gota de la preciada agua en una fuente en un parque venido a menos. O tal vez no existiera ya conducción alguna por la que el agua se moviese. La pobreza y las cañerías antiguas se llevaban demasiado bien.

Al llegar ambos a la fuente, provocó que varias siluetas se movieran en las zonas oscuras, donde no llegaba la luz de las farolas. Pronto, tanto Helene como Andrei distinguieron las formas de varias mujeres. Salían a la luz para mostrar sus encantos. Aunque si te fijabas bien, las ahí reunidas no eran las más apetitosas. 

-   ¡Quiero a Margot! -gritó Andrei, con pocas ganas de confraternizar con el resto-. ¡El resto podéis volveros a vuestros refugios!

Hubo un rumor de quejas, pero algo hizo que no se elevaran más de lo debido. Una mujer, de mediana edad, con una melena rizada, del color del fuego, se acercó con un paso débil. Helene puso cara de asco y Andrei revisó a la mujer. Si esa Margot era Louise, había cambiado mucho y no para bien. Estaba delgada, casi en los huesos, la cara chupada, con los ojos hundidos en unas cuencas profundas. La nariz parecía el foque de un velero. Los pómulos estaban oscurecidos, lo que sin duda era el rastro de malos tratos o las peleas con otras compañeras. Vestía con un top negro de tirantes, que parecía un par de tallas más grandes por su delgadez corporal. Una falda, muy corta, era el resto de su conjunto, exceptuando unas bailarinas ajadas, que parecían haber sido parte de una vestimenta más cara en otro tiempo.

Andrei se fijó en sus ojos, el color, lo único que casaba con su recuerdo de Louise. Si era a quien buscaba, Andrei se preguntaba qué le había pasado para acabar así. 

-   Por veinte te la limpio -dijo la recién llegada con una voz entrecortada, como si fuera un suplicio hablar-. Cuarenta, la hora. Tríos o más, sesenta. 

-   Solo quiero hablar -indicó Andrei. 

-   Por hablar el mismo precio, majo -añadió Margot. 

-   No veo problema siempre que seas lo que busco -aseguró Andrei, que seguía escrutando el rostro, buscando algún rasgo de antaño. 

-   Seguro que sí lo soy -asintió Margot. 

-   Eso espero, Louise.

Por un momento, pareció que no había pasado nada al nombrar ese nombre, pero poco a poco, el rostro de Margot se fue contrayendo y la ligera sonrisa con la que había regateado con Andrei, fue desapareciendo. Si lo que quería era pasar desapercibida, esa reacción le había delatado y Andrei la había observado muy bien. 

-   No sé quién es esa Louise -negó Margot-. Yo me llamo Margot. 

-   Me temo que sabes perfectamente quién es Loiuse, ¿verdad Louise? -presionó Andrei. 

-   No sé de quién hablas -volvió a negar Margot, está vez un poco más desesperada. Intentó dar un par de pasos, alejándose de Andrei, pero Helene le había bloqueado la huida. Ahora solo podía intentar cruzar la fuente seca, pero estaba segura de no ser capaz de ello. 

-   ¡Oh, yo creo que sí! -aseguró Andrei-. Tal vez no me has reconocido, pero soy Andrei, Andrei Dubois. 

-   ¡Andrei Dubois! -repitió Margot, con sorpresa, pero mezclada con temor, algo que no se le pasó a Helene. Porque Louise parecía tener miedo a Andrei. 

-   Veo que mi nombre te dice algo -dijo Andrei. 

-   ¡Lo siento! Lo siento -murmuró Margot-. Yo no quería… pero ella… no debía haber acabado así… yo… 

-   ¿Qué quieres decir Louise? -quiso saber Andrei.

Pero las palabras de Andrei se perdieron en la oscuridad. Margot se había quedado callada, mientras tiritaba. Pero Helene estaba segura que no era por el frío, ya que aunque iba vestida con menos ropa que ella, hacía buen tiempo. 

-   Margot, ¿hay algún lugar donde podamos hablar más tranquilos? -inquirió Helene, antes de que la mujer se cerrase en banda. 

-   Sí, sí -asintió Margot, volviendo en sí, recuperando la compostura. Sin duda se había olvidado de su vieja identidad Ahora era cien por cien Margot y no Louise-. Tengo una habitación en una pensión, en el centro, “La Dame Avare”. Podemos ir ahí. ¿Ya os he dicho mis precios? 

-   Sí, estamos conformes -afirmó Helene, que le hizo un gesto a Andrei para que se callase-. Vamos fuera, tenemos un coche aparcado. 

-   Eso está bien, no me gusta andar -añadió Margot.

Andrei empezó a andar, seguido de cerca por Helene y un poco más atrás Margot, intentando pillarlos, pero su paso se lo impedía. Helene de vez en cuando miraba para atrás para ver si Margot no se había quedado muy separada de ellos. Entonces hacía detenerse a Andrei, que estaba callado y pensativo. Había algo que no le había gustado, el recepcionista de la pensión le había mentido y le había mandado hasta allí, cuando seguramente Margot estaba en su habitación durmiendo. Le había hecho perder tiempo y quería saber porque. Pero primero era el turno de Margot.

1 comentario:

  1. Muy interesante, de todas, es mi relato favorito, aunque es más por gusto personal. Me pregunto si el del hotel, el de recepción, será de "los malos" y los avisará. Espero que Margot pueda contar todo lo que sabe. ¡Que siga la intriga!

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