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martes, 5 de octubre de 2021

El dilema (96)

En el interior de la ciudadela, Alhanka escuchó el mensaje que había mandado Alvho al canciller y las órdenes de este para hacer lo mismo que ya había mandado el therk. Alhanka llevó las noticias a Dhalnnar. 

-   ¿Están lanzando garfios con cuerdas por encima de la empalizada? -repitió Dhalnnar, al tiempo que Alhanka asentía con la cabeza-. Su ataque es de infantería. Quieren derribar la empalizada para que sus guerreros puedan entrar. Ni están intentando atacar la puerta. Hábiles en ingenio, tontos en la aplicación. ¡Cargad!

Los hombres de Dhalnnar acercaron una tinaja pequeña y la colocaron sobre la pieza de cuero que estaba al final de las cuerdas. De mientras Dhalnnar apuntaba el arma. Antes de lanzar, revisó que tanto las cuerdas del arma estaban tensas y que la tinaja estaba bien cerrada y la tela de encima humedecida. Entonces acercó una vela y prendió la tela. Aunque era difícil que no lo hiciera, ya que la habían humedecido en aceite. Entonces accionó la palanca y la tinaja fue lanzada por los aires, con fuerza, emitiendo una ligera línea de humo. 

El trabuquete hizo un chasquido fuerte al lanzarse, que hizo que el canciller y el resto de los tharns se les quedasen mirando unos segundos y luego pusieran su atención en la tinaja, que se elevó por el aire, pasó por encima de la empalizada y cayó sobre un grupo de caballos. La tinaja se rompió al chocar contra uno de los jinetes, haciendo que se contenido se dispersase por todas partes, a la vez que se inflamaba, ya que era aceite líquido. El fuego alcanzó a seis caballos y jinetes, que se encabritaron, volviéndose locos y saliendo al galope hacia cualquier lugar. Los jinetes ardiendo cayeron al suelo gritando de dolor y el caos se empezó a esparcir por la línea de caballería.

Tras el primer disparo, el canciller iba a mandar a un enlace a amonestar a Dhalnnar, pero al ver lo que había provocado, ordenó que se disparasen los otros. Nuevas tinajas sobrevolaron las cabezas de los defensores y caían al otro lado. 

-   Mierda el último ha sido un poco corto, ha dado en la empalizada -indicó Dhalnnar. 

-   Que apaguen el fuego, que lancen agua -dijo Alhanka. 

-   Si se echa agua, el fuego se extenderá más -explicó Dhalnnar-. Será mejor que se termine la batalla antes de que el fuego se propague. Pero mira lo que está apareciendo.

Dhalnnar señalaba algo más allá de la empalizada. Las tinajas habían sido eficaces. La caballería se había dispersado o más bien, los caballos alcanzados habían rotó su formación y en su loca huida habían atravesado lo que esperaba detrás, los cuadros de infantes, listos para asaltar el interior de la empalizada. Pero ahora sin el camuflaje de la caballería se habían quedado expuestos.

El segundo disparo del trabuquete de Dhalnnar fue algo más lejano. La tinaja abrasó a un buen número de infantes, que no se percataron de la letalidad de lo que se lanzaba desde la ciudadela. El fuego se extendía como si fuera una bestia feroz. Los guerreros empezaron a moverse de un lado a otro cada vez que escuchaban el siseó de la tinaja, Pero en ocasiones justo se apelotonaban en el lugar que caería otra. Esto era así porque Dhalnnar había hecho pintar todas las tinajas de color cielo. Los Fhanggar aunque miraran al cielo, les costaría mucho distinguir la tinaja.

Abajo, Alvho escuchaba el chasquido de los trabuquetes y era capaz de ver la estela de humo de las tinajas al pasar por encima de sus cabezas. 

-   Parece que Dhalnnar se está divirtiendo con sus juguetitos -ironizó Alvho. 

-  Eso parece, señor -respondió Aibber. 

-   ¡Irmak, dime lo que pasa! -llamó Alvho. 

-   La caballería se ha venido abajo -gritó Irmak-. ¡Infantería! Mucha, pero esta recibiendo los golpes de las tinajas. Espera, se retiran hacia atrás. Se están replegando. No, no, espera, no, no lo hacen. Están esperando las tinajas. 

-   ¿Por qué hacen eso? ¿Quieren suicidarse? -inquirió Aibber. 

-   Alhanka me lo ha explicado -afirmó Alvho-. Las primeras líneas no son verdaderos Fhanggar, sino tribus que se han unido a ellos, para no ser destruidos o esclavizados. Incluso hay muchos mestizos. Hijos de Fhanggar con esclavas o tribus asociadas. No son puros Fhanggar y son prescindibles. Y además ningún Fhanggar dará orden de retirarse, a menos que la cosa este muy negra. Y aún no lo es. 

-   Malditos Fhanggar -espetó Aibber.

Alvho se limitó a asentir y luego ordenó a los arqueros de su grupo que lanzasen una descarga. Si estaban esperando a las tinajas, también lo harían a sus flechas. Irmak iba cantando los resultados de una a una las descargas que hacían. La vanguardia de los Fhanggar estaba siendo masacrada con fuerza. Pero Alvho lo que estaba mirando era la columna de humo que había más al norte. La empalizada se había incendiado y eso es lo que esperaban los Fhanggar. Alvho maldijo su mala suerte y la tinaja mal lanzada. Había alcanzado la empalizada. Y no conseguían apagarlo. Posiblemente porque no sabían cómo o no habían hecho mucho caso a Dhalnnar que había sido muy específico con no lanzar agua, sino tierra.

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