Seguidores

sábado, 2 de octubre de 2021

El reverso de la verdad (46)

Con el aeropuerto haciéndose más pequeño por la luna trasera del nuevo coche, dirigiéndose a su nuevo destino, Helene iba enfurruñada. 

-   Con todo el dinero que tienes y has elegido esta antigualla -espetó Helene, removiéndose en el asiento del copiloto, del que se le clavaba todos los hierros del interior. 

-   Es un coche rápido y útil -repitió Andrei. 

-   Es una mierda de Golf de los 90’ -se quejó Helene, que había visto esfumarse su ilusión de un coche amplio, en el mismo momento que Andrei llegó a la terminal con el Golf gris. 

-   ¿Y qué coche querías coger? -preguntó Andrei, ligeramente molesto por la actitud infantil de la mujer. 

-   Los Mercedes y los BMW son buenos -aseguró Helene-. Rápidos, espaciosos, cómodos. 

-   Llaman demasiado la atención -advirtió Andrei-. Te lo he dicho muchas veces. Los coches caros atraen las miradas, hace que la gente se acuerde de ellos y sus conductores. No necesitamos que unos buenos ciudadanos den nuestras descripciones si pasa algo. O peor, los chivatos a nuestros enemigos. 

-   Eso son cuentos de viejas -se quejó Helene-. Lo que pasa es que eres un amargado de mierda. Si llegó a saberlo, me largo con el dinero. 

-   Con los dispositivos de seguimiento que había entre los fajos de dinero, no habrías llegado muy lejos sola -comentó Andrei-. Ahora mismo en la productora estarían llorando por la muerte de otra trabajadora. ¿O crees que tus jefes, los que habían preparado la trampa, te iban a permitir seguir viva después de robarles? 

-   ¡Yo no les robe! -negó con ira Helene-. Estoy seguro que tú estás detrás de ese asunto. No tengo pruebas, pero seguro que me usaste de carnaza para que salieran de sus escondrijos. 

-   Yo solo golpeé el árbol, que iba a pensar que tú, bajo un ataque de codicia ibas a intentar cobrar mi apuesta -recordó Andrei-. Si no hubieras ido con el comprobante, seguirías siendo una gatita amargada, pero sin ser perseguida y estarías cómodamente tumbada en la cama de tu casa, malmetiendo contra la conejita triunfal. 

-   Vete a la mierda -Helene dio por terminada la conversación y se puso a mirar por la ventanilla el paisaje que cruzaban a toda velocidad.

Gran parte de lo que le había echado en cara Andrei era verdad, la codicia le había dado alas para cobrar el boleto que Andrei había perdido en su casa. Pero aún estaba intentando discernir si Andrei lo había perdido o lo había dejado caer a propósito para que ella llegase a tener que encontrarse con la elección de cobrarlo o no hacerlo. De esa forma, él se quitaba la parte de la culpa que le pesaba, o por lo menos que Helene le había cargado sobre sus hombros.

El paisaje había cambiado con rapidez desde que habían dejado atrás el aeropuerto y los polígonos industriales que lo rodeaban. Ahora cruzaban campos de cultivo, pequeños bosques y poblaciones rurales. Según lo que había comentado Andrei, a donde se dirigían era una población más bien pequeña, pero con cierto interés turístico por una abadía benedictina gótica. Además la industria del vino, había hecho que la población estuviera en una zona de bodegas y turismo enológico. Por lo demás la población no tendría ni mil residentes todo el año, a pesar de los turistas veraniegos. 

-   ¿Entonces cuando lleguemos a nuestro destino, iremos directamente al cementerio? -preguntó Helene, saliendo de su mutismo. 

-   Sí, por el momento es la única pista que tenemos sobre su desaparición -respondió Andrei. 

-   ¿Querrás decir de su muerte? 

-   Lo de la muerte es un poco raro -comentó Andrei, que por fin decidió revelar sus cartas-. Los que mataron a Sarah, no buscaban que no se pudiera reconocer, sino todo lo contrario. Me parece raro que a Marie la hiciesen que no hubiese forma de identificarla. 

-   ¿Crees que está viva? -inquirió sorprendida Helene. 

-   Es una posibilidad -asintió Andrei-. He visto muchos intentos de hacer desaparecer a alguien con una muerte. Tantos que ya reconozco las pistas que dejan.

Helene pareció querer decir algo, pero optó por callárselo. Tal vez quería decir que Andrei estaba mal de la azotea, pero prefirió no decirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario