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sábado, 13 de noviembre de 2021

El reverso de la verdad (52)

Andrei había tenido que usar más cinta de carrocero, para atar al hombre de la misma manera que a Marie, de pies y manos. Ahora ambos estaban sentados en el sofá. Helene estaba en el sillón y Andrei tenía todas las armas. Se acercó a Marie y le quitó la cinta que cubría sus labios. Pero para sorpresa de Helene, lo hizo con delicadeza. 

-   Has perdido tus buenas formas, Rochambeau -dijo el hombre, moviéndose en el sofá, pero no pudo romper las cintas. Andrei se había cerciorado que no podría desatarse sin la ayuda de alguien-. Tratar así a un viejo camarada de armas. 

-   Guichen, hace mucho que nos separamos -recordó Andrei-. Y creo recordar que no nos dijimos buenas palabras. Además tus formas no suelen ser tampoco buenas. Solo quiero que ella, tu hermanastra me cuente un par de cosas. Ella sabe lo que deseo y quiero. 

-   ¿Markus, conoces a Andrei? -preguntó a su vez Marie. 

-   Combatimos juntos, en el extranjero -contestó Markus. 

-   Eso fue cuando ambos éramos de los buenos, o por lo menos de puertas hacia fuera -añadió Andrei-. ¿No es así, Guichen? 

-   Soldados de la patria -espetó con desdén Markus. 

-   Seguro que Markus y tú preferiríais que hablásemos de los viejos tiempos, de los combates, de las misiones -indicó Andrei-. Pero yo he venido en busca de información. Quiero saber cual fue tu papel en la trama que llevó a la muerte de mi esposa, de mi querida Sarah. Tú lo sabes, Marie y me lo vas a decir

-   Ella no sabe nada -negó Markus. 

-   Por lo que nos conocemos no te he puesto una mordaza, pero si vas a intervenir en el interrogatorio, Markus, no dudaré -advirtió Andrei, empezándose a hartar de las intervenciones de su viejo conocido. 

-   Markus, por favor, creo que merece la verdad -intervino Marie.

Los ojos de Markus miraron a su hermanastra, movió la cabeza indicando que no estaba a favor, pero no volvió a abrir la boca. 

-   Markus me ha estado protegiendo desde el accidente, vuestro accidente -empezó a contar Marie-. Sarah estaba a punto de atar los últimos cabos sobre lo que ocurre entre los bastidores de la productora. Supongo que fue pura casualidad que Sarah encontrase una pista o más bien que una actriz de una de las producciones le hablase de las fiestas. Pero supongo que habría que hablar de cómo se llegó a eso y quién está detrás de todo. Sarah aún no tenía el nombre o eso creo. 

-   Nunca me dijo nada y el ordenador fue robado del coche en el accidente -intervino Andrei-. Recuerdo al matón que se introdujo en el siniestro para robarlo, en vez de ayudarnos. He investigado la productora, pero habéis limpiado toda prueba que pudiera quedar. Así que me interesa mucho lo que me vayas a contar. Explícalo todo desde el principio. 

-   Bien, por lo que llegue a saber, todo empezó para pagar una deuda, una de juego -prosiguió Marie-. Alguien de la productora estaba endeudado y los prestamistas le estaban persiguiendo. Entonces vio una oportunidad. Mediante uno de los trabajos que tenía, creó una segunda lista o rol de actrices, pero esas fueron todas para servir de acompañantes. Se sacó mucho dinero y supongo que la codicia es siempre mala consejera. Tampoco ayudó que esa persona, ese primer embate contra lo establecido le diera los resultados que buscaba o quería encontrar. La cuestión es que su negocio en las bambalinas de lo que hacía la productora empezó a prosperar. El dinero entraba y eso era lo que le espoleaba. Empezó a crecer en las sombras, pero llegó un momento que necesitó a más gente. Yo fui una de las primeras en ser reclutada. La verdad, y viéndolo desde este momento, hubiera sido mejor que no me hubiese llegado la petición. Ahora no estaría escondida, temiendo a mi propia sombra, esperando que llegase uno de sus matones, listo para eliminar mi presencia de todo lo que se creó. No había tenido que recrear mi propia muerte con la ayuda de Markus.

Andrei la miró, de esa forma que hace el incrédulo, el que no se cree nada de lo que salía por la boca de la mujer. Pues Andrei creía que todas las personas podían elegir un camino u otro, pero no había que caer en la maldad para ser felices. Y él había visto demasiada maldad fuera del país. En una cantidad que podría hacer que muchos fueran verdaderos santos.

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