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martes, 23 de noviembre de 2021

Lágrimas de hollín (106)

Había pasado el mediodía y ya se adentraba la tarde cuando el primer contingente alcanzó la plaza donde descansaba el grupo del general. Como había previsto estaban muy diezmados. Traían consigo muchos heridos, algunos ya muertos. El general al mando se acercó al general líder. Este le miró con asco. 

-   Te has dejado engañar por el enemigo, ¿verdad? -dijo como saludo el general-. ¿Qué efectivos te quedan? 

-   Un cuarto de los hombres, pero la mitad están perdidos por el barrio -aseguró el recién llegado. 

-   Esos hombres están muertos en las callejuelas, idiota -espetó el general-. Que descansen tus hombres. Cuando llegue el otro cuerpo, dirigirás la vanguardia de mi grupo. 

-   ¿La vanguardia? Me tratas como uno de tus mandos, soy un general -se quejó el hombre. 

-   Eres un idiota que se ha dejado engañar por unos pordioseros -aseguró el general-. No mereces ser general. Por ello, ahora actuarás de capitán y dirigirás la vanguardia. Pero si tienes alguna queja, le mando un mensaje al gobernador.

El hombre se puso blanco y negó con la cabeza. Se marchó lanzando maldiciones y se unió a sus hombres, para colocarse en lo que sería la vanguardia de la columna. Pero por lo menos pudieron descansar, porque el tercer cuerpo llegó aun más tarde. Todos los de este cuerpo estaban cansados, demasiado. Traían consigo muchos heridos, lo que molestó aun más al general. Su líder se presentó ante él según le indicaron donde estaba el estado mayor. 

-   Pensaba que lo de Alback había sido un descalabro, pero lo tuyo es peor, Nerdack -gritó el general según el mando del tercer cuerpo llegó ante él-. Tienes demasiados heridos entre tus filas. Te has dejado engañar más o menos como Alback. 

-   He visto tus fuerzas y no están mejores que las mías -se quejó Nerdack. 

-   Creo que te has fijado en las de Alback, Nerdack, le he hecho formar a sus supervivientes como mi vanguardia -le advirtió el general-. Y tú, junto tus hombres y los heridos os encargareis de la retaguardia. 

-   No eres quien para hablarme así, soy un general y no tengo que escuchar tus palabras idiotas, solo tengo que… -empezó a decir Nerdack.

El general le miró con una cara de enfado, deseándole decir algo, pero al contrario que Alback, Nerdack era un noble, y él no. Este era el gran problema del ejército imperial, estaba lleno de nobles. Un grupo de infectos hijos de sus padres, nacidos en lo más cómodo de una cuna agradable. Podían ser los segundos, terceros o hasta cuartos hijos de un noble. No heredarían los títulos de su padre, pero sí que habían heredado las malas formas y la prepotencia de una sangre elevada. El general era un caballero, pero había ascendido en el ejército por su valía, no por el dinero de un padre, que no era noble pero sí rico, un mercader provinciano. 

-   General Nerdack, has perdido a muchos hombres ante una banda de seres inferiores -le recordó el general-. No creo que el gobernador y menos aún el emperador acepte la pérdida de tantos hombres de su ejército ante unos civiles. Si nos enfrentásemos a los grandes enemigos de nuestro emperador la cosa sería otra. Pero si no estás de acuerdo a mis designios, puedes elevar una queja formal al gobernador, que es el máximo representante del emperador. Pero recuerda que deberás explicar cómo y dónde has perdido a tus hombres.

Y ante esa puntualización, el general solo pudo sonreír para sus adentros. El gran problema o temor de los generales del imperio y de los nobles era quedar mal ante el emperador o sus representantes. Si se quejaba al gobernador del mal trato del general, tendría que indicar que había caído inútilmente en una trampa enemiga, que había permitido a sus hombres perseguir a los enemigos y caer en sus trampas. Pocos habían sobrevivido ilesos y tenía demasiados heridos. 

-   Me encargo de la retaguardia y protejo a los heridos mientras avanzamos -repitió Nerdack, ante la sonrisa del general, que le sentó como una patada en el culo. 

-   Eso es -asintió el general-. E intenta no perder más hombres. 

-   Así se hará.

La última frase sin duda era una puñalada trapera por parte del general, indicando que había ganado la discusión. Le dio una media hora para recomponer sus fuerzas y estar listo para seguir la marcha. Nerdack le pidió más tiempo, pero el general lo negó, indicando que ya había perdido demasiado de él, haciendo tonterías en el barrio. Nerdack se marchó hecho una furia, molesto por el general y sus formas.

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