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martes, 30 de noviembre de 2021

Lágrimas de hollín (107)

Tras el tiempo que había concedido al tercer cuerpo para prepararse para el avance, el general puso a la columna de nuevo en marcha. Según la vanguardia de Alback puso el pie fuera de la plaza, el enemigo empezó a atacar. No solo caían flechas y cascotes, sino que el suelo se abría dejando ver lanzas y estacas. Los soldados caían de improviso y morían lanceados como cochinillos. La marcha se fue haciendo cada vez más lenta, ya que las primeras líneas buscaban trampas ocultas en todas partes.

Pero no eran solo trampas cavadas en el suelo. También aparecieron troncos, trozos de edificios o casas enteras que se desplomaban sobre ellos. En una ocasión fueron tres casas las que se derrumbaron sobre la vanguardia y obligaron a la columna a detenerse por dos horas, mientras los imperiales limpiaban el paso de cascotes. 

-   Capitán Tyomol, informe a Alback que retire ya los restos, se nos hace tarde -gritó el general, harto de esperar. 

-   Mi general, el general Alback ha muerto -informó el capitán. 

-   ¿Como? 

-   Una flecha le ha impactado en el gaznate, señor -explicó Tyomol-. Le he advertido que no se subiera a un acumulo de restos, pero el general ha asegurado que no había problema alguno. El enemigo lo ha matado. 

-   Siempre es el enemigo el que mata a los soldados, capitán -aseguró el general-. Retiren el cuerpo del general y pon a uno de nuestros capitanes a las órdenes de la vanguardia. Ya haremos un funeral digno de su persona. 

-   Sí, general -asintió Tyomol.

Tyomol era un simple capitán y por tanto no era capaz de discernir los problemas que había entre los generales, pero él no sentía ninguna simpatía por Alback y no dudaba en echarle la culpa a su cuerpo muerto si la operación no salía como lo había proyectado En el imperio siempre había que conseguir a un chivo expiatorio, sobre todo si se estaba ante un desastre total. Si el capitán llegaba a alcanzar su posición, lo sentiría de primera mano.

El capitán puesto por Tyomol fue capaz de limpiar el camino suficiente para que el ejército pudiera seguir avanzando. Los ataques se fueron sucediendo cada vez más seguidos, lo que hizo suponer al general que se aproximaban a la posición enemiga y estaban cada vez más desesperados porque seguían siendo un número superior a los hombres de Jockhel. Pero seguía sin entender porque se habían entretenido atacando a la vanguardia y a la retaguardia. Cada poco el general Nerdack le pedía hombres para salvar a los heridos. Decía que no era capaz de proteger a todos. El general se había negado, ya que eso era exponer a sus hombres, el único cuerpo que no había sufrido demasiadas bajas. Nerdack debería aguantarse con lo que tenía.

Cuando empezaba a caer el sol, en dirección al ocaso, aunque aún era pronto, la vanguardia informó que habían encontrado una gran plaza creada artificialmente, ya que parecía que se habían derribado edificios, y en el centro había una fortificación, si es que se le podía llamar así, ya que parecía la verdadera plaza en la que habían levantado parapetos y empalizadas. Veían defensores en los muros de piedra y madera. El enemigo había desaparecido, ya no atacaba el avance de la vanguardia. 

-   Ese Jockhel no quiere que sus hombres luchen frente a frente con nuestros hombres -señaló el general-. Sabe que nuestros hombres son más superiores a los suyos. ¿Ante qué nos enfrentamos, Tyomol? 

-   Parece una empalizada hecha con las casas que han tirado abajo, para crear una plaza de armas o una zona de muerte -explicó Tyomol. 

-   Una zona de muerte -repitió el general-. Pero si no son los suficientes, parece un reducto demasiado grande de defender. 

-   Lo es, demasiado, señor -aseguró Tyomol-. Diría que nosotros necesitaríamos un regimiento o dos para defenderlo propiamente dicho. Pero desde aquí se ven centinelas, pero no los suficientes. 

-   ¿Podría ser una trampa? Puede tener más hombres escondidos tras los parapetos -indicó el general. 

-   Es posible, pero no previsible, general -dejó caer Tyomol. 

-   En ese caso, empieza a extender a nuestras fuerzas, que rodeen toda la fortificación enemiga -ordenó el general-. No podrán defender todo y eso nos ayudará. El cuerpo principal atacará contra la puerta principal. Tortuga y ariete. 

-   Sí, general -asintió Tyomol.

El general esperaba que hubiese pocos enemigos y con una serie de ataques simulados por todos lados, permitiera que el enemigo dejara la entrada principal libre de centinelas. un ariete haría el resto y tomarían el baluarte. Podría hacer prisionero a Jockhel y terminar de una vez con el reino, corto, pero perjudicial para el imperio del criminal de ese barrio temido por el Alto Magistrado. Aunque el general pensaba que ese individuo era un gallina importante. Por fin daría al gobernador la noticia que esperaba, la victoria sobre los levantiscos de la ciudad y recuperar el tesoro robado.

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