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sábado, 8 de enero de 2022

El reverso de la verdad (60)

Andrei, tumbado mirando al techo, sentía con especial gozo las atenciones de Helene sobre su pecho. Notaba la punta de la lengua juguetona en sus pezones, como marcaba sus dientes en su carne. Entonces, se empezó a soltar. Perdió los últimos pesos que le habían mantenido en su neutralidad. Sabía que Sarah hubiera querido que no la estuviese recordando y que eso le impidiera volver a ser feliz. Que se rehiciera y Helene le gustaba, era hermosa y si no fuera por cómo se habían conocido, podría haber sido su tipo, si es que él tenía algo de eso. Sus manos, que hasta entonces habían estado tocando la manta, se alzaron y buscaron la piel de Helene, que recibió sus atenciones con una risa triunfal.

Había perdido su toque o eso pensó, cuando tuvo que esperar que Helene le ayudase a quitarse de en medio el sujetador de la chica. Lo que vio le gustó y con cuidado empezó a acariciar sus senos. Mientras, con sus labios llamaba a Helene, para que su rostro se pusiera frente a él, para poder posar su boca sobre los carnosos labios de Helene. Pero ella se divertía ignorando su llamada, recibiendo las caricias de Andrei con frenesí. Mientras que sus manos habían bajado más abajo y se restregaban en la entrepierna de él. Podía notar como algo bajo el tejido palpitaba, se hacía más grande, un bulto que le apetecía probar.

Como si de una persona entrenada se tratase, liberó lo que Andrei escondía bajo el pantalón, sentándose directamente encima, sintiendo lo que se movía debajo de ella, moviéndose provocadora, buscando que él se cansase y tomase el mando. Esperaba un cambio de poderes, un golpe de estado, que él pasase a dirigir todo. Lo obligaría a ello, quería ver cómo era si tenía la batuta de director. Hasta que se decidiera a ello, le provocaría hasta que no pudiese más que hacer lo que ella consideraba inevitable. Conocía a los hombres y sabía que acabaría buscando la posesión de ella.

Pero ante su propio asombro, Andrei parecía estar más interesado en recibir las dádivas de Helene, que hacerla suya. Parecía que no necesitaba tener prisa. Incluso a Helene le pareció que en la mirada tenía una mueca en la que invitaba a Helene a pedir lo que realmente ella quería, que la sometiera él. Aunque también parecía saber que ella era caprichosa y orgullosa, que no daría su brazo a torcer tan fácilmente, por lo que las caricias de Andrei fueron descendiendo por el cuerpo de Helene, hasta alcanzar la entrepierna. Notó que ella ya había empezado a humedecer la braguita, que esperaba más de lo que estaba recibiendo. Pero prefería hacerla caer, que ella fuera la que se rebajase. Así que con cuidado retiró la tela inferior y fue tocando lo que protegía. Helene no pudo evitar sentir las yemas frías de los dedos de Andrei como escalofríos que recorrieron su cuerpo y la obligaron a lanzar unos gemidos. Su cuerpo se levantó, hizo un arco en el aire y se dejó caer sobre el cuerpo de Andrei.

Al poco reanudó su juego, besando el cuello y los labios de Andrei, quien le recibió con su propia lengua, al tiempo que su manos se adentraban más en el cuerpo de Helene. La respiración calmada de Helene empezó a crisparse, al igual que lo hacía su cuerpo cada vez que los dedos de Andrei alcanzaban otro punto sensible. Nunca había llegado a pensar que ese hombre rudo, tosco y al parecer carente de empatía, era tan bueno con sus manos allí abajo. 

-   Hazme tuya -murmuró Helene, en un tono muy bajo, casi inaudible, al tiempo que se mordía un labio, intentando evitar otro gemido. 

-   ¿Cómo dices? -se hizo el sordo Andrei, al tiempo que reanudaba su masaje interno. 

-   Por favor, no sigas, o… por favor… yo no voy a poder… -intentaba hablar Helene, pero no podía concentrarse bien por el placer. 

-   Se más concreta, Helene -pidió malévolamente Andrei-. ¿Qué es lo que quieres exactamente que haga? 

-   ¡Oh, por Dios! No, No, no… -seguía lamentándose Helene, incapaz de decir nada lógico. 

-   Vamos, Helene, es fácil, solo dos palabras -se burló pícaro Andrei-. Solo tienes que pedirme lo que deseas. 

-   Eres malo… -indicó Helene, que se movía involuntariamente sobre Andrei-. Un ser vil… un ser…

Helene intentando escapar de los dedos de Andrei, se dejó caer en la cama, a un lado de Andrei, pero este la siguió. No iba a perder a su presa. La agarró por una pierna y se arrastró hasta que sus dedos volvieron a hacerse dueños de la entrepierna de Helene. Está volvió a gemir al sentir los dedos. 

-   ¡Follame, maldito cabrón! -gritó Helene-. ¡Hazme tuya de una maldita vez!

La orden de Helene provocó una risotada en Andrei, que había conseguido que fuera ella quien pidiera lo que deseaba en verdad. Andrei retiró sus dedos, a la vez que tiraron de la braguita, que descendió por sus piernas. Se alzó, colocándose sobre ella, que le miraba con un deseo exacerbado. Andreí fue descendiendo, al tiempo que Helene ayudaba a que se pudieran unir. Ahora pensó que verdaderamente iba a empezar lo divertido.

1 comentario:

  1. Gran capítulo.
    Como todos, en todos tus escritos. Gran trabajo este 2021 y mucho ánimo para el 2022.
    Comentario sobre el capítulo en clave de humor: Me parece que les van a oír todos los vecinos, eso, si los que los persiguen no les encuentran antes. La pregunta de su jefe ¿Y cómo decís que los encontrasteis? Risas.
    Saludos y felicidades por este blog maravilloso.

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