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martes, 8 de marzo de 2022

Dinero fácil (6)

En la siguiente sala, que era el dormitorio de la tripulación, un habitáculo con literas y una serie de armarios estrechos y altos, conoció a los trillizos. Los armarios tenían el nombre de un miembro de la tripulación, a excepción del jefe de máquinas, Valerie y el propio Patrick. Los trilliizos no era lo que se habría esperado. Esto era así porque uno era humano, o más bien humana, un tharkaniano, y una dhelkar. Así que claramente, lo de los trillizos era una forma familiar de llamarles.

-   Capitán, mis hermanos y yo estamos muy enfadados -dijo la humana cuando entró Patrick, seguido de Durinn para enseñarle el lugar-. Lharka estaba ganando una mano tras otra en el Tazón de Miel. Casi nos intentan apalear cuando hemos dicho que nos teníamos que ir.

-   Diane, la tripulación de la Folkung siempre debe estar lista para ponerse en marcha -adoctrinó Patrick-. Si no hay trabajo, nos morimos de hambre. Y la Folkung también.

-   Bien dicho -afirmó la dhelkar.

-  Cállate pelota -gritó el tharkaniano.

-   ¡Callaros los tres! -ordenó Patrick-. Me acompaña nuestro nuevo cliente. Le vamos a llevar al sistema Erbock junto a su hija. Así que tendréis que comportaros. Durinn estos son los trillizos de los que has oído hablar, Diane, Lharka y Surssashy.

Los tres hicieron un saludo. Por la presentación Diane era la humana, era de complexión fuerte, aunque los tres lo eran y sin duda los tres jóvenes. Diane parecía tener veinte años o así. Sus rasgos eran muy mezclados, pero se hacía patente que tenía ascendencia asiática, ya que tenía ojos rasgados. Llevaba el pelo teñido en una multitud de tonos azulados y púrpuras. Lharka era el tharkaniano. Era alto, estaba seguro que por lo menos el metro noventa. Parecía que de las muchas tonalidades de sus escamas, la más oscura era la predominante en él. El tercer trillizo era Surssashy, la dhelkar, de piel rosada, ojos azules y las ocho media lunas córneas en la cabeza, la caracterizaban como miembro de esa raza. Si decían que eran hermanos, trillizos, es que se llevaban muy bien. Por lo menos vestían bastante parecido. A Durinn le recordaba al mono que usaba el jefe de máquinas, pero le habían añadido placas de armadura, como las que usaban las tropas de choque de la armada. Durinn supuso que eran los matones o los soldados de la nave.

Patrick se despidió, y se marcharon dejándoles discutiendo sobre algo de la partida que habían dejado en el Tarro de Miel, un casino, por lo que recordaba Durinn, lleno de individuos peligrosos y de dudosa reputación, en la zona portuaria.

Los siguientes habitáculos, tres exactamente, eran los dormitorios de Valerie, de Halwok y el de Patrick, que como oficiales, dormían separados. Junto a la compuerta del primer camarote, nacía la escala que llevaba a la cubierta de mando. Pero Patrick indicó que allí no podían subir los clientes.

-   En la parte frontal se encuentra un camarote de suministros y están los depósitos de agua -explicó Patrick, señalando un punto al final del pasillo-. En principio allí también está restringido el acceso para el pasaje. Pues bueno, esto es la Folkung. No es gran cosa, comparada con un transporte de pasajeros, pero si no quieres usar uno, espero que esto te parezca bien.

-   Es mejor que nada -afirmó Durinn-. Solo quiero preguntar una cosa, ¿dónde podemos descansar nosotros?

-   Espera -pidió Patrick, y tocó su comunicador-. Valerie, ¿dónde has asignado que descansen nuestros clientes? ¿En la zona común?

-   No, no, Halwok cede su camarote -se escuchó la voz de Valerie-. Él se quedara en un catre que tiene en la sala de máquinas o se turnará con Dherek o Milvvar.

-   Gracias, Valerie -agradeció Patrick la información-. ¿Cómo va la preparación del despegue?

-   Victor y yo casi lo tenemos -aseguró Valerie.

-   Bien, ahora me uno a vosotros, corto -Patrick apagó el comunicador y se volvió a Durinn-. Pues parece que viajaréis con camarote propio. Venid.

Patrick tocó la consola junto a la compuerta en la que había una especie de martillos cruzados. Esta se abrió y dejó ver un camarote sencillo. A un lado había una cama, o más bien una litera acolchada. Al otro lado un armario más ancho que los de la zona común y una especie de estante o mesa, que iba desde el armario hasta el mamparo del fondo. La decoración era escasa, pero se veía todo limpio y ordenado.

-   Pues os dejo que os asentéis -dijo Patrick-. Volveré cuando hayamos saltado a la velocidad de la luz. Hasta Erbock hay bastantes horas de viaje. Podremos hablar si así lo deseáis.

Patrick se marchó hacia la escala que subía a la cubierta de mando. Durinn hizo pasar a su hija al interior del camarote y la hizo sentar en el colchón. Debajo de la mesa o estante había un taburete, lo sacó y se sentó. En la mesa había varios libros, todos de mecánica. Sin duda Halwok era un individuo aplicado. Pero ahora entendía la mirada arisca del xilan, le habían quitado su camarote, para unos clientes. Durinn supuso que ni todo los créditos del mundo valían su camarote privado.

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