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sábado, 26 de marzo de 2022

El reverso de la verdad (71)

Markus estaba atento a revisar todo lo que estaban metiendo en el maletero del Dartz, mientras Andrei y Jules le observaban con curiosidad. Cuando terminó se volvió hacia ellos. 

-   Lafayette eres el mejor, siempre tienes el mejor género -dijo sonriente Markus. 

-   Y vosotros sois unos ladrones miserables -rebatió Jules, más serio-. Esto me lo tenéis que pagar. Pienso ponerlo en tu cuenta, Guichen. Mejor que os hagáis con el suficiente dinero. Hasta el Dartz está en alquiler. Pienso meterlo en los gastos. 

-   Nuestro enemigo tiene mucho -se limitó a decir Markus. 

-   Pero no me traigáis billetes manchados de sangre, no sale nunca -se quejó Jules.

Jules miró a Markus y a Andrei. Por unos segundos los tres se quedaron mirando y al final todos empezaron a reírse. Era una carcajada franca, libre de malicia y de enfado. Era la risa de tres amigos o cualquiera que les viera pensaría eso. 

-   Lafayette aún estás a tiempo de unirte a nosotros -aventuró Markus-. Por los viejos tiempos. 

-   Me temo, Guichen, que esos días ya han pasado para mí, mírame -ironizó Jules-. Ya no soy como vosotros dos. No puedo correr como un joven y prefiero la buena vida. No me importa apoyaros, por las viejas andanzas, pero no puedo entrar en una guerra como lo hacéis vosotros. No os preocupéis, rezaré por vosotros y por volveros a ver. 

-   No recuerdo que rezases antes -murmuró Andrei, que empezó a rodear el Dartz, para acceder a la puerta del copiloto. 

-   Lo hace para poder cobrar, es un usurero -espetó con sorna Markus. 

-   Rochambeau, Guichen, os podéis ir a la mierda -se quejó Jules, que les miró por un momento, a la vez que pulsaba un mando. Tras eso, se volvió para regresar a su despacho, levantando la mano izquierda, como despidiéndose-. Regresad con vida.

Andrei notó un deje de tristeza en las palabras de Jules. Creyó notar que en verdad quería que regresasen con vida. No porque le debieran el dinero de las armas, si no que al fin y al cabo ambos habían sido sus amigos, incluso aun en su fuero interno lo seguían siendo. Incluso a él le podía sentir bastante recibir la noticia que cualquiera de los dos hubiese muerto. Supuso que a Jules le podía pasar lo mismo. Tal vez, Markus pudiera sentir lo mismo. 

-   Sube, tenemos que ponernos en marcha -ordenó Markus desde el otro lado del inmenso vehículo.

Se montó en silencio. Markus se puso al volante de ese enorme vehículo. Arrancó. El motor parecía el de un camión. El atronador sonido taladró la cabeza de Andrei. Markus parecía feliz por su juguete nuevo. El Dartz se movió con una suavidad, que dejó impresionado a Andrei. Un coche con el blindaje que parecía tener este, debía ser más pesado. Pero se movía con cierta ligereza. Salieron del garaje de la nave, por el mismo lugar por el que habían entrado con el todo terreno de Markus, que ahora estaba aparcado dentro. La verja del muro estaba ya abierta y salieron hasta la calle. Por alguna razón, Markus decidió que era el momento de conducir con cierta presteza, pero sin respetar demasiado las normas de circulación. 

-   Ten cuidado, llevamos atrás lo suficiente para iniciar una guerra, a la policía no le va a gustar -advirtió Andrei-. Conduce con cuidado. 

-   ¡Bah! -exclamó Markus-. Me los quitaré de encima si alguno decide que quiere pararnos. Y si no que nos sigan los pasos. A tu enemigo no le va gustar nuestro pequeño ejército.

Markus comenzó a reírse, al tiempo que empezó a acelerar más. Al pasar ante un cajón de hormigón que había a un lado de la carretera, le pareció a Andrei que había notado un flash. Tenía que haber sido un radar fijo el que había sacado la fotografía. Quienes vieran la imagen se iban a sorprender con lo que en ella iban a ver. 

-   ¿Estás intentando que le lleguen las multas a Lafayette? -preguntó Andrei. 

-   Podría ser -admitió Markus, sonriendo con cierta malicia-. Ese mercader puede recibir un par de multas de vez en cuando. 

-   Déjate de idioteces de una vez -ordenó Andrei, harto de los juegos que se traía Markus-. ¿Sabes donde vive mi enemigo? 

-   Demasiado bien -afirmó Markus. 

-   ¿Como que demasiado bien? -inquirió Andrei, sorprendido de la afirmación de su amigo o más bien aliado. 

-   Les he tenido vigilados -argumentó Markus-. Desde que me encargo de proteger a Marie, quiero saber lo que hacen esos cabrones.

Andrei le miró. Había algo que Markus llevaba mucho tiempo guardándose. Estaba seguro de que algo no le había contado. Había cosas que parecía saber demasiado bien sobre su enemigo. Cosas que no se podían saber únicamente porque Markus les hubiese estado vigilando. Esperaba que Markus se decidiese a sincerarse de una vez, pero por ahora estaba de su lado y haría que ese estatus quo se mantuviese. Más tarde, obtendría la verdad.

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