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martes, 15 de marzo de 2022

Dinero fácil (7)

La cubierta de mando era en realidad el puente de la nave. En los tiempos en que la Folkung estaba en la armada, había cinco personas en ella. Ante el ventanal de observación, tres puestos, en el centro el capitán y a cada lado un navegante. Entre los tres eran capaces de tener una visión de trescientos sesenta grados del campo de batalla. Pero en la Folkung las consolas de los navegantes se habían unido a la del capitán, quien era el que pilotaba y estaba al tanto de todo lo que le rodeaba. En la parte trasera, a ambos lados de la compuerta de acceso, desde la antesala donde llegaba la escala desde la cubierta inferior, se encontraban los puestos del encargado de los sistemas de defensa y ataque, que en este caso era labor de Valerie, y el puesto del encargado de los sistemas de detección a largo alcance, sensores y comunicaciones, el puesto de Victor.

Victor, Victor Turnetti, era humano, de cuarenta años, rubio, de ojos verdes, tenía cuarenta años, y junto a Valerie era uno de los primeros tripulantes de la Folkung. Se había unido a Patrick desde el primer momento, desde que le contactó, ya que se conocían de antes.

-   ¿La Folkung es estanca? -preguntó Patrick, cuando se sentaba en su puesto.

-   Lista para despegar -aseguró Valerie.

-   ¿Halwok, sala de máquinas lista? -Patrick había pulsado un botón en la consola de mando, apareciendo una imagen de la sala de motores, con la cara del xilan en el centro.

-   Listos capitán, todo funcionando a plena potencia -respondió Halwok, con una ligera sequedad.

-   Bien, pues despeguemos -anunció Patrick.

Patrick, comenzó a tocar botones. La Folkung vibró ligeramente y empezó a ascender. Desde el puente podía verse como las paredes de la dársena de atraque desaparecían y las sustituía el cielo del planeta.

-   Victor, comunícate con el sistema de control planetario, que nos den los vectores de salida -pidió Patrick, mientras iba aumentando la potencia en los impulsores traseros, para hacer avante.

El cambio de movimiento fue tan suave que nadie se dio cuenta que ya no ascendían por los propulsores inferiores, sino que ascendían por la fuerza de los traseros. Patrick iba observando lo que tenía delante, mientras observaba la pantalla central de su consola, donde esperaba que aparecieran los datos de los vectores de tránsito que había pedido. Por fin aparecieron números en su pantalla. Control planetario les deseaba buen viaje y les indicaba que tomasen la ruta del corredor Garten. El planeta tenía cuatro lunas. Pero dos de ellas, Malver y Fhine, estaban lo suficientemente cercanas como para formar un corredor entre ellas. Era una zona de tránsito habitual para las naves del porte de la Folkung.

-   ¿Escudos? -preguntó Patrick.

-   Activados -contestó Valerie.

Claramente no iban a la guerra, pero no era bueno viajar por el espacio sin escudos. La Folkung tenía unos escudos militares modificados por el genio de Halwok, lo que los hacía más poderosos y más eficientes. La armada debería haber reclutado a Halwok, pero la realidad de la vida en el territorio de la República hacía que esas cosas no sucedieran.

Patrick introdujo los datos enviados en el ordenador de a bordo, conectando la guía de pilotaje. De esa forma, la nave, usando su ordenador y los sensores que había calibrado Victor, viajaría prácticamente sola hasta el corredor. Patrick claramente seguiría atento a todo, ya que este sistema de navegación no era un piloto automático y muchos capitanes lo creían así y luego ocurrían desgracias. Pero el tiempo que le daba a Patrick, le permitió meter en la computadora el destino, el sistema Erbock y que ésta empezase a generar la ruta de viaje. Porque saltar a velocidad luz sin haber hecho los cálculos necesarios siempre llevaba a destinos adversos. En los albores del viaje entre sistemas, los errores en los cálculos provocaban verdaderos desastres.

-   Nos acercamos al corredor Garten -anunció Victor.

-   Bien, atento al tráfico -indicó Patrick.

-   Oído.

El corredor Garten era estrecho, y aun así había tráfico de ida y vuelta al planeta. Pero lo que ocurría en ocasiones es que capitanes de grandes mercantes, inexpertos o que nunca habían venido al sistema, se metían por el corredor, al ser una ruta más rápida para llegar al puerto orbital. Las rutas de los grandes mercantes obligaban a dar un rodeo. Pero esos capitanes creían tener prioridad a las naves menores. Y en ocasiones arrollaban a una menor o lo que era peor, acababan en una luna, ya que se habían acercado a una y estas presentaban unas gravedades anómalas.

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