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sábado, 9 de abril de 2022

El reverso de la verdad (73)

Markus se reía mientras seguía conduciendo como un loco. Andrei, que había presenciado todo impertérrito, escuchando los zumbidos de las balas al pasar cerca o los golpes cuando chocaban contra el vehículo, por fin salió de su estupor. 

-   ¿Has perdido el poco raciocinio que alguna vez llegaste a tener? -gritó Andrei, enfadado. 

-   ¡Bah! No seas aguafiestas -se quejó Markus-. No les he hecho nada, a parte de herirles en su fuero interno. Bueno y aplastarles el coche. 

-   Nos has puesto una maldita diana encima, joder -indicó Andrei-. Esos avisaran a sus compañeros. Toda la policía buscará este coche. Un vehículo lleno de armas. Porque ese policía las ha visto. Maldita sea, joder, estoy harto de tu manía de jugar como un niño. ¿Y a qué venía esa idiotez de la mano? ¿Simular que eres un jedi? ¡Por Dios! 

-   Vamos, solo me estaba divirtiendo -comentó Markus-. Sabes que necesito liberar tensión antes de ponerme serio. Además, a partir de aquí debemos seguir campo a través. Claramente no vamos a atacar por la puerta principal. Eso sería una temeridad. Y yo soy bastante, pero no me quiero morir.

Andrei iba a intervenir, pero recordó que eso era verdad. Siempre que iban a entrar en combate, Markus necesitaba hacer payasadas o bromas. Cualquier cosa para que se pudiera reír de algo o con alguien. Por eso, los otros regimientos y cuerpos le tenían poco respeto, ya que él siempre se las hacía. Andrei suspiró y decidió callarse por ese momento. Ya habría otro momento para tomarse la revancha.

Como había indicado Markus, dejaron la autopista y se empezaron a meter por carreteras cada vez más secundarias, de las que pasaron a rurales y al final simples caminos de piedra. Estaban ascendiendo por una colina, había campos y bosquecillos. Al final, cuando llegaron a la cima de la colina, Markus se detuvo y señaló algo. Andrei buscó lo que indicaba el dedo de Markus. Había una mansión, una vieja hacienda reconstruida de forma más moderna. Igual en otro tiempo había sido una granja grande o la casa de un hacendado. Un hombre con más poder que un simple granjero, pero sin ser noble. Ahora tenía un aspecto totalmente diferente. Tenía un estilo moderno con un jardín al estilo oriental. Pero se habían construido más edificios. Sin duda eran pabellones para la seguridad y otros menesteres. Pero Markus también le indicaba algo detrás de la casa. 

-   Es una hacienda grande, por la parte delantera y el jardín sería una osadía intentar acceder -explicó Markus-. Los pabellones frontales son las viviendas de los guardias y el centro de seguridad. Creo que tienen una armería propia. Además, aun con el Dartz, no seríamos capaces de tumbar la verga de entrada. Está reforzada, más que el blindaje de este coche. Tal vez con un quitanieves se podría. Entre la casa y los pabellones está el jardín, que también rodea la casa principal. A los lados del jardín hay muros gruesos y una acequia, que es por donde entra agua para el regadío. La parte trasera es nuestra zona de entrada. Ese bosque llega hasta las cocheras y un almacén. Hay un acceso para vehículos, menos vigilado y menos protegido. Muy pocas personas lo conocen. 

-   Pero sí tú, por lo que se ve -indicó Andrei-. La verdad es que sabes muchas cosas de esta finca. ¿Por qué? 

-   Porque he estado en ella -contestó Markus. 

-   ¿Qué? 

-   Hace tiempo tu amigo me contrató para hacerle un trabajito -contó Markus. 

-   ¿Y cómo puedo saber que ahora mismo no me vas a entregar a mi amigo? -inquirió Andrei, buscando su pistola bajo la chaqueta nueva, que le había dado Lafayette antes de marcharse. 

-   Que ese cabrón quiere matar a mi hermana -indicó Markus-. En aquel momento Marie estaba bien y no se había desatado todo este lío. Le hice el trabajo, me pagó y ya no volví a tener más tratos con él. Es verdad que me ha intentado contactar un par de veces para que le hiciese algún curro más, pero le he estado diciendo que no. Gracias a que Marie me dijo que era mejor que no me relacionase con él. Pero luego ya me dejó en paz. Contrató a un sicario mejor. Un ruso joven, con muchas pretensiones y muy bien francotirador. Creo que ya te has cruzado con él en un par de ocasiones. 

-   ¿Un par de ocasiones? -Andrei estaba seguro que era el hombre que les había atacado en el hotel. Pero cuál era la otra ocasión. 

-   Me parece que es quien os sacó de la carretera a ti y a tu esposa -informó Markus-. Se estuvo jactando de ese trabajo bastante en los mentideros de nuestra profesión. Por lo visto asegura que mató a la mujer con sus propias manos, ya que intentó proteger el portátil que él tenía que conseguir. 

-   ¿Cómo se llama? 

-   Vladimir -dijo Markus. 

-   Vladimir -repitió Andrei, grabándose el nombre en su cabeza-. Le espera una sorpresa que nunca olvidará. Aunque tampoco tendrá que intentar recordarlo. Sabiendo por donde entrar, nos ponemos en marcha.

Markus asintió con la cabeza y puso en marcha de nuevo el vehículo. Se tenían que dirigir a un lugar protegido, donde no les verían ni desde la finca ni desde otro sitio. Allí se prepararían para el asalto.

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