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sábado, 16 de abril de 2022

El reverso de la verdad (74)

Arnauld conducía en silencio, observando cada poco a Helene que iba sentada y esposada en la parte trasera de su coche. La mujer no había abierto la boca desde que la había metido en él. Aunque seria, parecía mostrar una sonrisa triunfante que le disgustaba a Arnauld. Cada pocos kilómetros se sacaba un cigarrillo, se lo ponía en la boca, tomaba el encendedor del coche y con él prendía el tabaco. Estaba fumando con demasiada rapidez y las cajetillas que llevaba en el vehículo, incautadas en una redada ilegal que había hecho se estaban acabando, lo que le ponía más nervioso. 

-   Sería mejor para ti y para tu amiga que me dijeras dónde está Andrei -espetó Arnauld, tras tirar el enésimo cigarrillo por la ventanilla abierta del coche. 

-   Ya te he dicho que se ha marchado y no sé dónde ha ido -murmuró Helene, haciéndose la tonta. 

-   Sé quien eres, la gatita que busca Alexander -indicó Arnauld-. Le has robado al pobre hombre. Y eso que tenías un buen trabajo. Alexander tiene puestos mucho más perversos y desagradables. 

-   ¿Como el tuyo? 

-   Como el mío, pero qué graciosa eres -dijo con sarcasmo Arnauld-. No, sitios donde desearás una muerte rápida. Me parece que llegarás a conocerlos. Alexander no soporta a los traidores. Me acuerdo que la anterior conejita, no la actual. Fue tan desleal como tú, o igual incluso más. Creyó que podría poner su propio negocio, robando y copiando a Alexander. Consiguió que un hombre de Alexander le traicionase. A él lo mató. Ella en cambió pagó durante meses sufriendo las vejaciones en un club especial que tiene Alexander en una zona oscura de la ciudad. Creó que al final, Alexander se apiadó de ella y le permitió que se suicidara. Estuve en la morgue ese día y el cuerpo no era como lo fue cuando era una empleada leal. 

-   Seguro que te encargaste tú de que el aspecto cambiara -comentó Helene-. Ya he visto tu trabajo con la chica del maletero. 

-   Más cuidado, lista -le advirtió Arnauld-. Alexander no me ha indicado que te deba entregar de una pieza. La verdad es que no me ha indicado nada sobre ti. Solo quiere a Andrei, por lo que puedo hacerte lo que quiera. Así que se más educada o vas a tener un terrible accidente. No tienes a nadie que te vaya a ayudar. ¿Quién vendrá a salvarte?

Arnauld se empezó a reír. Helene quería decirle que Andrei, pero era mejor que siguiera diciendo que este la había usado y la había desechado como una colilla gastada. En ese momento, se escuchó una llamada por la radio del vehículo. Parecía la emisora policial. Era una llamada a todas las unidades. Hablaban de unos traficantes de armas, que habían atacado a unos agentes de tráfico cuando estos les habían dado el alto en la autopista. Arnauld escuchaba las órdenes de búsqueda y captura. 

-   Hay que joderse, como están los maleantes de hoy en día -ironizó Arnauld-. No sé si has escuchado desde ahí atrás, pero por lo visto dos traficantes, conduciendo un coche blindado han destrozado la patrulla de tráfico, antes de irse por patas. Lo más curioso es que uno de ellos les ha estado intentando hacer el truco jedi. ¡Qué payaso la verdad! 

-   No todos los maleantes son como tú, algunos son graciosos -desafió Helene a Arnauld, que la miró con ojos enojados por el retrovisor central. 

-   Yo recuerdo a alguien que era un payaso de aúpa -siguió hablando Arnauld, sin responder a Helene-. Se dedicaba a hacer bromas, bastante pesadas a los otros regimientos y equipos. Era un amigo de tu Andrei. Se hacía llamar Guichen. Era un loco en la batalla, muy letal y…

Las palabras se le quedaron en la boca a Arnauld, al tiempo que subió el audio de la emisora policial. Quería enterarse bien de todo el incidente. Donde había sido, los detalles de los hombres, toda la información que pudiese obtener. Porque podía ser claramente Andrei y podía haber contactado con viejos compañeros. Guichen por lo que sabía era un profesional, un asesino bastante competente. Y el otro del grupo, un vendedor de armas. Además había notado un ligero tic en el rostro de Helene cuando había nombrado a Guichen. Podría ser que supiera que Andrei se había aliado con su viejo camarada. Eso podría ser un problema.

Debía escuchar mejor la información y llegar lo antes posible a la ciudad. Algo le empezaba a inquietar. Algo que podía provocar una explosión que ni él ni nadie iba a poder remediar.

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