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martes, 29 de diciembre de 2020

El dilema (56)

Alvho llegó temprano a la sala de audiencias que habían preparado en una de las primeras plantas de la nueva torre que defendería el lado del curso superior del puente. Cuando se aproximaba vio la construcción de la que le había hablado Dhalnnar. Parecía una inmensa torre cuadrada, con unas inmensas cadenas de hierro que se adentraban en la construcción y bajaban hasta el puente. Para llegar al puente había que recorrer una gran arcada con un par de puertas y rastrillos. 

-    Una defensa formidable, ¿no crees? -dijo el tharn Asbhul a la espalda de Alvho-. Los constructores del norte le han asegurado al señor Dharkme que de esta forma el puente es totalmente de su propiedad y que cualquiera que no sea él deberá pagar por cruzarlo. ¿Menuda broma, verdad? Me temo que los constructores creen que los hombres del sur comerciamos como ellos, y que los habitantes de estas llanuras son nuestros compradores. 

-    Una broma muy oportuna para los constructores -admitió Alvho-. Pero los nómadas de las llanuras no se han percatado de nuestra presencia, lo que parece que puede ser bueno o malo. 

-    ¿A qué te refieres? 

-    Mi tharn, sé que no eres tonto y que tú te has tenido que fijar en lo obvio -indicó Alvho, pero al ver el rostro petrificado de Asbhul supo que era mejor que siguiera él hablando-. Puede que los nómadas estén esperando a que nos alejemos del río, a más de una jornada a caballo. Igual su idea es que nos internemos en sus dominios, en las llanuras para matarnos poco a poco. Y por tu cara, el señor Dharkme ha dado orden de avanzar a nuestro contingente. 

-    Siempre he dicho therk que eres un hombre inteligente -afirmó Asbhul-. Demasiado inteligente. Sí, ayer recibí la orden de avanzar. Debemos recorrer una jornada de viaje hacia el oeste. Allí levantar un campamento de paso. El señor Dharkme mandará en tres días una guarnición y al resto del ejército. En ese momento, cuando lleguen los refuerzos, volveremos a ponernos en marcha. 

-    ¿A cuántos días se encuentra nuestro destino? ¿O jornadas de viaje? 

-    Según el druida, quiero decir el gran Ordhin a seis jornadas de viaje hacia el oeste -contestó Asbhul-. Pero tardaremos más que eso, sobre todo si tenemos que viajar y contar campamentos guarnecidos. 

-    ¿Y si os quedáis aquí y me adelantó con mis hombres? -inquirió Alvho. 

-    Es una gran propuesta, pero por mi honor, la tengo que rechazar -se rió Asbhul-. Venga, vamos a la reunión.

Asbhul guió a Alvho hasta el lugar donde se iba a realizar la reunión. Ya estaban esperando la mayoría de los therk y recibieron al tharn con un sepulcral silencio. Les informó de lo que ya le había hablado a Alvho. Ni uno solos de los therk preguntaron nada, solo asentían con cada palabra que decía Asbhul, al final se marcharon, con órdenes de levantar el campamento y ponerse en marcha. Tenían que marcharse ya.

Cuando Alvho regresó a su base, dio la temida orden y sus muchachos comenzaron, a regañadientes a recoger sus cosas. Dhalnnar al ver que había regresado se acercó a él. 

-    Tienes cara de que te hayan regañado por tus acciones -bromeó Dhalnnar. 

-    ¡Oh, no! -negó Alvho con la cabeza-. Me temo que es peor, nos vamos hacia el oeste. Como tú dirías nos internamos en territorio enemigo y desconocido. Claramente, mis muchachos van los primeros. Debemos detectar el peligro antes que este nos alcance a nosotros. 

-    Mala suerte -se limitó a decir Dhalnnar. 

-    No es mala suerte, sino algo que ya esperaba -sentenció Alvho-. Lo que puede ser mala suerte es el regreso. Tenéis que trabajar con velocidad, pues cuando regresemos lo haremos perseguidos, me temo y necesitaremos estas defensas o algo parecido. 

-    ¿Tan peligrosos son? -quiso saber Dhalnnar. 

-    Más de lo que puedes pensar -dejó caer Alvho.

Alvho siguió hablando de cosas poco importante. Cuando sus muchachos estuvieron listos, Alvho se despidió, tomó su montura y al frente de sus hombres se reunió con el conjunto del ejército de vanguardia. Fueron los primeros en cruzar la puerta del oeste y se alejaron de los primeros guerreros, internándose en el camino del oeste, separándose en grupos, en abanico ante sus compañeros que avanzaban detrás, a pie.

A parte del grupo de Alvho, las monturas estaban reservadas al grupo del tharn, él y su guardia personal, así como algunos jefes y los encargados de llevar mensajes entre las partes del ejército. El reto eran únicamente infantería, unos guerreros pesados y el resto arqueros del thyr. También les acompañaban lanceros de los siervos y algunos leñadores con sus pesadas hachas largas. Unas armas que también usaban algunos guerreros, los que se encargaban de romper los muros de escudos.

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