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sábado, 30 de enero de 2021

El reverso de la verdad (11)

Andrei se dejó caer en uno de los taburetes vacíos, en el situado más en el interior, lo que hizo que el camarero se desplazase hasta donde se había sentado. 

-   ¿Qué quieres? -espetó el camarero, como enfadado porque Andrei le había hecho andar hasta allí. 

-   Dile a Lafayette que Rochambeau ha llegado -le respondió seco Andrei-. Y mientras me hace esperar ponme un whisky solo.

El camarero le miró detenidamente, y sirvió el whisky que le había pedido. 

-   Yo soy Lafayette -dijo el camarero dejando el whisky ante Andrei. 

-   No, no lo eres -negó Andrei, que pegó un sorbo al whisky-. Aunque has aprendido de él ser un maldito rácano. A esto no se le puede llamar whisky.

Andrei lanzó el vaso contra la pared tras el camarero, que se rompió en muchos cachos y oscureció ligeramente la pared, si en verdad pudiera conseguirlo, ya que estaba francamente sucia.

Andrei corrió la cremallera de la chaqueta del chándal, mientras el camarero seguía el vaso volando. Por lo que cuando se volvió para encararse con Andrei, este ya le estaba esperando. 

-   Tsk, tsk, tsk -chasqueó Andrei, que se levantó como un rayo, agarró al camarero por el cuello y le obligó a doblarse, pegando su cabeza contra la superficie de la barra con un sonido sordo. Andrei se acercó al oído del camarero-. Si en verdad hubieras sido Lafayette, no estarías a mi merced. Lafayette es muchas cosas, pero no un idiota que se queda mirando un vaso que vuela. Así que amigo, ve a buscar a Lafayette y déjate de juegos idiotas. 

-   Rochambeau -escuchó una voz familiar a su espalda-. Sin duda sabes como hacerte reconocer. Podrías soltar al muchacho. No es muy listo, pero con idiotas más normales es más efectivo. 

-   Supongo que ya no los hacen como antes -murmuró Andrei, soltando el agarre sobre el camarero, dándose la vuelta.

Las cosas habían cambiado un poco, los que había tomado por parroquianos estaban alertas y con las manos perdidas en el interior de sus chaquetas, abrigos y cinturas. Parece que Lafayette había medrado bastante para tener esa guardia de corps. Sin duda las cosas deberían haberse suavizado con la llegada de Lafayette, pero el camarero había sido herido en su orgullo propio y era lo suficientemente idiota para no lamerse sus heridas. Tras ponerse de pie, dejó caer las manos tras la barra, para sacar algo que tenía guardado tras la barra, un bate en el mejor de los casos, una escopeta en el peor. Andrei notó algo, lo suficiente para sacar su arma y colocar el cañón ante los ojos del camarero. Andrei desenfundó muy rápido. Pero fue el detonante para que aparecieran un buen número de armas de fuego, que parecieron apuntar a Andrei. 

-   Por favor, por favor, señores, Rochambeau es un viejo amigo, un camarada -pidió Lafayette, algo sudoroso, aunque tenía que ser por el tamaño que había tomado. Ya no era el hombre musculoso que había conocido. Andrei creía que si se ponía a correr se moriría de un infarto-. Calma, calma. Por favor Rochambeau. 

-   Yo estoy muy calmado, Lafayette, pero me gustaría que el tipo este deje las manos sobre la barra -aseguró Andrei. 

-   Alfonse, por favor, pon las manos sobre la barra -ordenó Lafayette.

El camarero alzó las manos que sujetaban una barra de metal, una cañería gruesa. Dejó la cañería sobre la barra y puso las manos sobre la misma. 

-   Mejor así -afirmó Andrei, separándose de la barra y guardando la pistola en su sitio-. Lafayette veo que la vida te ha tratado bien. 

-   A unos mejores que a otros -asintió Lafayette, que hizo un gesto al resto que guardasen las armas. Los hombres le hicieron caso y las pistolas desaparecieron con rapidez. Lafayette se aproximó a la barra y cogió la barra de metal, sopesando su fortaleza. Pero no creas que me he vuelto ocioso o gordo, Rochambeau, sigo siendo el mismo camarada de antes. Solo que la vida me está tratando bien. Pero sigo sabiendo hacer bien las cosas, Rochambeau.

Lafayette había estado jugando con la barra de hierro, pero de improviso la descargó con bastante fuerza sobre una de las manos que tenía el camarero sobre la barra. Andrei pudo escuchar con increíble facilidad la rotura de huesos, así como la cara de dolor y el resoplido del hombre. Tras ello, Lafayette lanzó la barra al suelo, con despreció, la cual se alejó rebotando sobre las baldosas del suelo. Le hizo un gesto a Andrei que le siguiera y con un andar marcado por una ligera cojera se dirigió a una de las puertas del fondo, seguido por Andrei.

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